Afirma que los grandes capitales ya están abandonando la economía del carbono en favor de las renovables y que los gobiernos deben prepararse para la transición a una nueva economía
Cree que estamos inmersos en la transición hacia la tercera revolución industrial, que espera que sea "distribuida, abierta y transparente"
El economista y sociólogo Jeremy Rifkin/Foto cedida por la editorial |
"Estamos ante una emergencia
global" es la frase con la que arranca su último libro, que presenta
estos días en España. Se titula El green new deal global.
Por qué la civilización de los combustibles fósiles colapsará en torno a
2028 y el audaz plan económico para salvar la vida en La Tierra'
(Paidós). Rifkin se refiere a la sexta extinción masiva inducida por la
quema de combustibles fósiles, la primera desde que hace 65 millones de
años un meteorito (según una de las hipótesis más aceptadas) favoreciera
la desaparición del 75% de los géneros biológicos. La previsión es que
si la temperatura global crece medio grado más (ya ha subido uno
respecto a los niveles preindustriales) los ecosistemas de La Tierra
volverán a ser diezmados.
El 'green new deal' que propone, a imagen del "new deal"
que sacó a la economía estadounidense de la gran depresión en los años
30, debe suponer que el 100% de la electricidad se genere por fuentes
limpias y renovables, actualizar la red de energía, los edificios y la
infraestructura de transportes. Rifkin, que asesora a varios gobiernos
en la transición a una nueva economía, cree que la Unión Europea y China
se están preparando mejor que EEUU. Preguntado sobre qué opina sobre
los escépticos con el cambio climático, explica que prefiere no perder
el tiempo en contestarles.
Como explica Rifkin en su
libro, en 2015 Citigroup provocó un seísmo en la industria de la energía
y la economía global al predecir 100 billones de dólares en activos en
combustibles fósiles obsoletos (que sufren una depreciación antes de que
su ciclo de vida acabe su curso normal) si la Cumbre del Clima de París
lograba imponer un compromiso vinculante a las naciones del mundo para
limitar el calentamiento global "muy por debajo" de los dos grados
centígrados. Tres años más tarde, en 2018, la cuestión de los activos
obsoletos ya no se vinculaba a los compromisos contra el cambio
climático, que son voluntarios y a menudo no se cumplen. La actual
preocupación de la industria es la caída del coste de las tecnologías
solar y eólica y la generación de energía verde y su almacenamiento.
Rifkin
tiene un discurso relativamente optimista y describe un panorama en el
que los principales sectores de la segunda revolución industrial
(telecomunicaciones; energía y electricidad; movilidad y logística de
vehículos de combustión interna y parques de viviendas residenciales,
comerciales, industriales e institucionales) han empezado a
desvincularse de la civilización de los combustibles fósiles y a aceptar
energías verdes y tecnologías limpias. "Hasta ahora, más de 1.000
inversores institucionales en 37 naciones han desinvertido 8 billones de
dólares en fondos de la industria de los combustibles fósiles y los han
reinvertido en energías verdes, tecnologías limpias y modelos de
negocio que nos llevarán a un futuro de carbono cero. Está siendo la
mayor campaña de desinversión/inversión en la historia capitalista".
Usted
mantiene que la civilización de los combustibles fósiles podría
colapsar en torno a 2028 ¿puede explicar qué quiere decir con esto?
Toda
nuestra civilización está basada en combustibles fósiles. Hemos
invadido el subsuelos de la era carbonífera, hace 300 millones de años, y
tomamos esos cuerpos de animales y plantas en forma de gas o carbón.
Con esto hacemos pesticidas, fertilizantes, productos farmacéuticos,
materiales de construcción, energía, transporte. El calor y la luz. Todo
es combustible fósil desde hace dos siglos.
Pero este
mismo año el coste de la energía solar y eólica ha caído por debajo del
de los combustibles fósiles y va a seguir bajando. Según Citigroup
puede haber 100 billones de dólares en activos obsoletos. No
combustibles fósiles, sino toda la industria que le rodea, como los
vehículos de combustión interna. Todas las refinerías, los gaseoductos
que no se usarán. Ya hay sectores clave que se alejan de los
combustibles fósiles y dependen de energías renovables más baratas.
Hay
una burbuja del carbono que si no se desinfla podría provocar una
pérdida de la riqueza mundial de entre uno y cuatro billones de dólares.
La mayor de la historia. Esto no son solo mis proyecciones, hay
estudios que lo avalan. El colapso de la revolución industrial basada en
combustibles fósiles podría ocurrir en algún momento entre 2023 y 2030.
¿Cómo se puede desinflar esta burbuja?
Los
fondos de pensiones son la mayor bolsa de capital en el mundo, con un
valor de 41 billones de dólares. Y están saliendo de este tipo de
inversiones en industrias del petróleo. Lo que ha pasado con la
industria del carbón en mi país (EEUU) en los últimos cuatro años es que
ha entrado en bancarrota porque el gas natural es más barato, la
energía solar y eólica es más barata. Inversores institucionales han
empezado a retirar dinero y a invertirlo en energías renovables. La
industria financiera tiene pánico. La ruptura está teniendo lugar en
gran medida por imposición de los mercados y los gobiernos tendrán que
seguirlos o afrontar las consecuencias. La burbuja del carbono debe
desinflarse o puede ser el mayor estallido de la Historia.
Los
gobiernos ni siquiera tienen que subir los impuestos de la energía.
Pero sí deben acabar todas las subvenciones a los combustibles fósiles.
Deben preparar la transición hacia una tercera revolución industrial de
carbono cero: el "Green new deal". Cada país debe establecer una hoja de
ruta y construir la infraestructura verde necesaria para la tercera
revolución industrial y la era postcarbono.
En todo
caso, los gobiernos nacionales deben establecer los códigos y las
regulaciones. Pero el trabajo debe ser el de las regiones. Ahí España,
como Alemania, como EEUU, está en una buena posición, con regiones
acostumbradas a controlar su propia infraestructura.
La transición a la tercera revolución industrial
Rifkin
relata que todas las transformaciones económicas de la historia
necesitan un medio de comunicación, una fuente de energía y un mecanismo
de transporte. La primera y la segunda revolución industrial estaban
diseñadas para ser centralizadas, con propietarios integrados
verticalmente. En el siglo XIX fueron la imprenta y el teléfono, el
carbón, y las redes ferroviarias. Se formaron las naciones–estado. En el
siglo XX convergieron la electricidad, el teléfono, la radio y la
televisión con el petróleo barato, los coches de combustión y las redes
de carreteras. Se formó la globalización.
"La tercera
revolución industrial debe ser distribuida, abierta, transparente.
Necesitamos un internet alimentado con energía solar y eólica, vehículos
eléctricos autónomos y edificios y personas integrados en el "internet
de las cosas". Puedes intentar monopolizarla, pero perderás el efecto de
red", afirma.
Su pronóstico es que la transición
desde una segunda revolución industrial hacia la tercera "será
formidable –comparable al cambio de la agricultura a la sociedad
industrial urbana– y requiere de las habilidades y los talentos de dos
generaciones. Para que ocurra tendremos que formar a millones de
personas. Tendremos que desmantelar y desarmar toda la infraestructura
de la energía nuclear. La red de comunicaciones tendrá que actualizarse,
el sector del transporte y la logística ser digitalizado...".
¿Qué encaje tienen estos cambios que pronostica en el sistema económico capitalista y en el empleo?
Está
emergiendo otro sistema económico. Yo lo llamo capitalismo distributivo
o capitalismo social. También se podría llamar cooperativo. En el nuevo
sistema la propiedad se sustituye por el acceso. La transacción de
bienes es sustituida por un flujo constante de servicios. El coste
marginal (el coste adicional de producir una unidad adicional de un bien
o servicio, una vez absorbidos los costes fijos) se acercará a cero. La
economía compartida es un aspecto central del Green New Deal.
En
cuanto al empleo, la realidad es que la tercera revolución industrial
implicará tanto destrucción de empleo como una fuente de oportunidades
laborales. El sector de la energía renovable en China ya emplea a 3,8
millones de personas.
Creo que a medio y largo plazo
muchos empleos se transferirán del ámbito comercial al sector sin ánimo
de lucro, la economía social y la economía compartida. Ya hay países con
un 10% de su fuerza laboral en el sector sin ánimo de lucro, no hablo
solo de los voluntarios que entregan su tiempo, sino de los 56 millones
de empleados a tiempo completo en 42 países. Espero que a mediados de
siglo una mayoría de empleados en todo el mundo pertenezca al sector sin
ánimo de lucro.
[El llamado sector sin ánimo de lucro
o tercer sector incluye a las empresas que no son ni públicas ni
privadas, sino entidades cuyo fin no es un beneficio económico sino
social, altruista, humanitaria, artística y/o comunitaria. Por lo
general se financian gracias a ayudas y donaciones derivada de personas
físicas, empresas, e instituciones y organizaciones de todo tipo, y en
algunos casos también reciben ayudas públicas].
¿Qué le parecen las protestas contra el cambio climático protagonizadas sobre todo por jóvenes?
Estas
protestas son como nunca había visto en mis 45 años como activista. Los
jóvenes ni siquiera son conscientes de que esta es la primera revuelta
planetaria. Esta es la primera vez que una generación entera, millones
de personas en ciento treinta y siete ciudades salieron de las clases a
las calles para declarar una emergencia climática. Es la primera vez que
una generación en toda la historia humana comienza a verse a sí misma
como una sola especie. No les importan las fronteras. Esto es grande y
muy esperanzador.
Los jóvenes dicen a los políticos,
¿nos estáis tomando el pelo? ¿Cómo podría haber otras prioridades cuando
vemos la extinción masiva de la vida en la Tierra? Lo que tienen que
hacer es mantener las protestas, mantener la presión.
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