LOUI JOVE |
Hoy vivimos en un sistema neoliberal que elimina estructuras estables en el tiempo, que para incrementar la productividad fragmenta el tiempo de vida y hace que lo vinculante y obligatorio se vuelva obsoleto. Esta política temporal neoliberal genera miedo e inseguridad. Y el neoliberalismo individualiza al hombre convirtiéndolo en un aislado empresario de sí mismo. La individualización que acompaña a la pérdida de solidaridad y a la competencia total provoca miedo. La pérfida lógica del neoliberalismo reza: el miedo incrementa la productividad.[...]
En el régimen neoliberal la explotación ya no se produce como alienación y desrealización de sí mismo, sino como libertad, como autorrealización y autooptimización. Aquí ya no existe el otro como explotador que me fuerza a trabajar y aliena de mí mismo. Más bien, yo me exploto a mí mismo voluntariamente creyendo que me estoy realizando. Esta es la pérfida lógica del neoliberalismo. Así es también la primera fase de euforia del proceso de burnout o "síndrome del trabajador quemado". Me lanzo eufórico a trabajar, hasta que me derrumbo. Me mato a realizarme. Me mato a optimizarme. Tras el espejismo de la libertad se esconde el dominio neoliberal. El dominio se consuma en el momento en que coincide con la libertad. Esta sensación de libertad resulta fatídica en la medida en que vuelve imposible toda resistencia, toda revolución ¿Contra qué debería dirigirse la revolución? Al fin y al cabo, no existen otros de quienes provenga una represión. La perogrullada de Jenny Holzar, "protégeme de lo que quiero", expresa de manera certera este cambio de paradigma.
Hoy está surgiendo una nueva forma de alienación. Ya no se trata de una alienación en relación con el mundo o con el trabajo, sino de autoalienación destructiva, de una alienación de sí mismo. Esta autoalienación se produce justamente en el curso de los procesos de autooptimización y autorrealización. En el momento en que el sujeto que se siente forzado a aportar rendimientos se percibe a sí mismo -por ejemplo su propio cuerpo- como un objeto funcional que hay que optimizar, entonces se va alienando progresivamente de él. No solo la autoexplotación resulta autodestructiva, también esa autoalienación que se expresa patológicamente como trastorno en la percepción neuropsicológica del organismo. La anorexia, la bulimia o el trastorno de sobreingesta compulsiva son síntomas de una progresiva alienación de sí mismo. Al final uno ya no siente su propio cuerpo.....
Byung-Chul Han
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