Miles de personas durante la marcha en la ciudad de Washington. JIM LO SCALZO EFE |
En el corazón de la protesta, la capital estadounidense, decenas de miles de personas han tomando las calles reclamando restricciones al acceso a las armas en el país con más pistolas y rifles por habitante del mundo. En Nueva York, la concentración ha desbordado las previsiones. El detonante de todo esto ha sido la matanza de la escuela de Parkland (Florida) el pasado febrero, pero hoy se recuerdan otros baños de sangre similares, como lo de Columbine o Sandy Hook.
Un grupo de jóvenes durante la protesta en Washington. AARON P. BERNSTEIN REUTERS |
Es un clamor de hartazgo contra la inacción de la
clase política, espoleado por la vitalidad y el idealismo de muchos
adolescentes que todavía no han podido votar y que se han acostumbrado a
vivir la triste amenaza de tiroteos en sus escuelas. El movimiento nacido en Parkland
ha trastocado el enquistado debate sobre las armas en EE UU,
propiciando las mayores movilizaciones contra la violencia en los
últimos años, pero por ahora no ha logrado cambios legislativos
profundos en el país.
Intervenciones al termino de la manifestación celebrada en Las Vegas, Nevada. Ethan Miller AFP |
"Pensar que puede ocurrir un tiroteo es
terrorífico", dice Allison Fitzgerald, una chica de 14 años que vive en
Maryland, a dos horas en coche de Washington. El martes hubo un tiroteo en una escuela cercana a la suya.
Ha venido a la marcha con su abuela y su padre. Tres generaciones se
rebelan contra las armas. "Ya es suficiente", enfatiza su padre Paul, de
45 años. "¿Soy el siguiente?", "Libros, no balas", "Cerca de 30.000
muertes al año. ¿Por qué dejamos que esto ocurra?", son algunos de los
carteles que llevan los manifestantes en la avenida Pensilvania, en un
ambiente festivo y reivindicativo.
Niños sostienen fotos de personas asesinadas con armas de fuego duranta la protesta en Manhattan, Nueva York. SPENCER PLATT AFP |
Los neoyorquinos se movilizaron en masa. La
concentración previa a la marcha tomó una treintena de calles en la
avenida que bordea Central Park, desde Columbus Circle hasta pasado el
Museo de Historia Natural. La policía estaba preparada para una
concentración de hasta 20.000 manifestantes, pero la participación
rebasó de lejos el dispositivo. Judy, de 74 años, no recuerda una
movilización similar en todo el país contra las armas. “Estos chicos nos
están dando un ejemplo a los mayores”, admite emocionada, “no veía la
hora de que llega este momento. Tienen mucho coraje”.
Miles de personas durante la marcha contra el libre acceso a las armas de fuego en Washington. WIN MCNAMEE AFP |
En Florida se realizó una docena de marchas en
distintas ciudades, una de ellas Parkland, la pequeña zona residencial a
una hora de Miami donde ocurrió la tragedia. Allí se concentraron
varios miles de personas en un parque cercano a la escuela secundaria
Stonemand Douglas y Max Schachter, padre de uno de los estudiantes
asesinados, Alex Schachter, de 14 años, se dirigió a los manifestantes y
dio un emotivo discurso conteniendo las lágrimas. "Lo más importante es
que se oigan nuestras voces para que la pérdida de esas maravillosas
vidas no sea en vano", dijo. Schachter afirmó que su visión de su país
ha cambiado por completo con la tragedia que ha sufrido y aseguró que de
ahora en adelante su misión será luchar porque haya más seguridad en
las escuelas y se limite el acceso a las armas.
Varias filas de sillas vacías, durante la protesta por el control de armas en Miami Beach, representan la pérdida de alumnos asesinados en institutos. JAVIER GALEANO REUTERS |
En una exhibición de fuerza, los promotores de March for our lives
(Marcha por nuestras vidas) han organizado alrededor de 800
manifestaciones en EE UU y el extranjero. La de Washington es la
principal. Discurre por la avenida Pensilvania, la que una la Casa
Blanca y el Capitolio. El simbolismo no podía ser más poderoso: un grito
unánime contra la violencia armada por la artería que une el poder
ejecutivo y el legislativo. Ambos están controlados por el Partido
Republicano, principal responsable de la ausencia de limitaciones a las
armas tras cada matanza en EE UU en los últimos años y bajo la
influencia de la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, en sus
siglas inglesas).
Estudiantes durante la marcha en la ciudad de Houston. David J. Phillip AP |
También se manifiestan muchos adultos. Mary Riley,
cineasta de unos 50 años, ha viajado desde San Francisco a Washington
para apoyar a los jóvenes. “Cuando vi a los estudiantes supervivientes
cómo articulaban en televisión sus sentimientos me pareció muy poderoso y
percibí un punto de inflexión. Sentí que esta era la gente que
estábamos esperando”, afirma. Compara el movimiento de Parkland con las
protestas estudiantiles en la década de los sesenta que fueron
determinantes en la oposición a la Guerra de Vietnam. “Lo que marcó la
diferencia en Vietnam fue cuando los estudiantes salieron a la calle y
ahora los [alumnos] son los tiroteados y también son futuros votantes”.
Los activistas de Parkland aspiran a lograr lo
imposible hasta ahora: que un tiroteo masivo altere lo suficiente las
conciencias de una mayoría de legisladores para endurecer la compraventa
de armamento en todo EE UU.
Su mensaje es nítido: “Nunca más”. Piden que una persona como Nikolas
Cruz, el exestudiante de 19 años que mató a 14 alumnos y tres adultos en
la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, no pueda comprar el
rifle militar que empuñó el pasado 14 de febrero. Su principal
reclamación es que los fusiles semiautomáticos, empleados en algunas de
las peores matanzas de la última década, vuelvan a estar prohibidos,
como ocurrió entre 1994 y 2004.
La cantante Miley Cyrus sostiene un cartel con el lema de la protesta "Never Again" en la manifestación de hoy en Washington. JONATHAN ERNST REUTERS |
La violencia armada convierte a EE UU en una
anomalía en el mundo desarrollado. Se calcula que cada día mueren 93
personas por disparos, según la Campaña Brady, que aboga por mayores
controles. Se estima que hay casi el mismo número de armas privadas que
ciudadanos en un país de 325 millones de habitantes. El derecho a portar
armas está amparado por la Constitución y muchos lo consideran un
principio sagrado. Sin embargo, algo se mueve. Según una encuesta de
principios de marzo, un 88% de los estadounidenses apoya mayores
controles de antecedentes a compradores de armas, un 81% respalda subir a
21 años la edad mínima de compra y un 68% quiere acabar con los rifles
militares.
Una de las participantes de la manifestación celebrada en Chicago, Illinois. JIM YOUNG AFP |
Los estudiantes de Parkland se aferran a esa
realidad. Tras el tiroteo, se movilizaron con rapidez y han explotado el
uso de redes sociales y el apoyo que han recibido de estrellas de
Hollywood, como George Clooney, que donó dinero para la manifestación.
Su movimiento también entronca con la erosión de la política y el auge
del activismo en EE UU desde la investidura presidencial de Donald Trump hace un año.
En el primer mes de la matanza, los alumnos
organizaron una inusual protesta colectiva: en numerosas escuelas en EE
UU las aulas se vaciaron durante 17 minutos, uno por cada víctima. Y en
poco tiempo han cosechado éxitos significativos. La presión de los
jóvenes propició que el Congreso de Florida, uno de los Estados
conservadores más afines a la NRA, aprobara hace dos semanas
elevar de 18 a 21 años la edad mínima para comprar rifles, así como
otras restricciones. La nueva ley también permite armar a profesores en
los colegios, lo que ha sido criticado por las principales
organizaciones educativas.
Participantes de la manifestación celebrada en Los Ángeles. Sarah Morris AFP |
Esta última es la principal propuesta de Trump
para evitar nuevos baños de sangre. Inicialmente, el republicano, que
irónicamente se marchó a Florida el viernes, también apostó por aumentar
la edad mínima de compra pero luego dio marcha atrás. Su Gobierno ha
dado algunos pasos tímidos, como iniciar el proceso para vetar un
artilugio que hace más letal un rifle. Ese trucaje lo empleó el hombre
que mató a 58 personas en Las Vegas el pasado octubre, el peor tiroteo
múltiple de la historia de EE UU.
Pese a la ira de los alumnos de Parkland, poco ha
cambiado por ahora en el Congreso. La reticencia conservadora a reformas
profundas ha hecho que el debate sobre las armas se haya ido diluyendo,
siguiendo el mismo patrón que tras anteriores matanzas. Pero de fondo
se cierne una amenaza latente.
Integrantes de una generación que es
mayoritariamente progresista y que premia la inmediatez, los jóvenes han
convertido a los legisladores en su principal blanco. No en vano, los
discursos tras la manifestación se leyeron frente al Capitolio. Y los
alumnos de Parkland han abogado por hacer que las armas definan el voto
en las elecciones de noviembre, en que se renueva la Cámara de
Representantes, un tercio del Senado y la mayoría de gobernadores
estatales.
Miles de manifestantesllenan los alrededores del Capitolio del estado de Utah en Salt Lake City, pidienso medidas más fuertes para el control de armas. Rick Bowmer AP |
Es pronto para saber si la ola de indignación
logrará llevarse por delante la poderosa y engrasada maquinaria del
Partido Republicano y la NRA, que es respaldada también por numerosos
estadounidenses. Algunos activistas veteranos perciben un punto de
inflexión en los estudiantes. “Hay algo muy impactante en sus historias,
no son en nombre de grupos de presión sino de sus vidas”, dice Kris
Brown, copresidenta de la Campaña Brady. “Si puedes llevar a gente a
votar, puedes transformar las elecciones. Los congresistas que están en
el lado equivocado están preocupados, simplemente esperan que el furor
decaiga”.
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