Paul Preston (Liverpool, 1946) es catedrático Príncipe de
Asturias de Historia Contemporánea española y director del Centro Cañada
Blanch para el estudio de la España Contemporánea de la London School
of Economics. El autor de libros como El Holocausto Español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después (Debate, 2011) o La política de la venganza: el fascismo y el militarismo en la España del siglo XX (Ediciones Península, 1997) ha participado esta semana en el primero de los cuatro debates del ciclo Next for Spain and Catalonia?,
organizado por un grupo de estudiantes de máster y doctorado de la
Spanish Society de la LSE y Politikon. El primer diálogo, sobre las
raíces históricas de la crisis catalana, contó también los historiadores
John Elliott y Felipe Fernández-Armesto y transcurrió con cordialidad y
amplio consenso entre los panelistas, no así entre los asistentes, en
su mayoría españoles, que hicieron palpable la división en el turno de
preguntas.
PAUL PRESTON / HISPANISTA |
¿En qué momento entra en crisis la Cultura de la Transición?
Casi inmediatamente. Se hace una transición pacífica a
base de transacción, de negociación, que tiene su primer triunfo con las
elecciones de junio de 1977, pero casi inmediatamente tenemos el
problema de que esa transición pactada, por así decirlo, está amenazada
por un lado por ETA, y por otro lado por el ejército, cada uno con sus
propias guerras. Por otra parte, está también el tema de la corrupción,
que viene de lejos, pero la democracia comete ciertos errores que la
facilitan, como la ley del suelo. Después, el tema de la memoria
histórica en ese momento no es candente por varias razones. Por un lado,
a los políticos de derechas no les interesa en absoluto porque en el
fondo son los herederos del sistema franquista. Por la izquierda, el
Partido Comunista no está en el gobierno, y al PSOE no le interesa
porque piensa que es demasiado complicado. Legalmente es complicado
cambiar las docenas de miles de sentencias judiciales –totalmente
injustas. Pensaban que electoralmente sería muy difícil, porque el PSOE
quería proyectar la imagen de moderación, de todo nuevo, y la frase que
se oía constantemente era la de no remover las cenizas. Eso empieza a
cambiar y a tambalearse en torno a 1995, con las investigaciones de
Emilio Silva [presidente de la Asociación para la recuperación de la
Memoria Histórica]. Desde 1977 ya hay historiadores locales que están
removiendo las cenizas, buscando en zonas donde es posible, y es muy
importante, porque todavía hay partes de España donde no ha sido posible
investigar lo que pasó a manos de los franquistas. Las atrocidades en
la zona republicana, en cambio, están súper investigadas por el propio
régimen franquista. Pero la gran diferencia es biológica, el hecho de
que los nietos de los represaliados empiezan ya a preguntar, de exigir
saber lo que pasó a sus antepasados.
Sobre la historia de la corrupción en la España del siglo XX está usted escribiendo un libro ahora…
Se sabe que está todo dios imputado, hay casos de
corrupción casi a diario, y aun así la gente sigue votando al PP o,
cuando es corrupción en Catalunya siguen votando a Convergència, PdeCat o
como quiera que se llamen ahora. Me parece alucinante que la gente vaya
votando al partido corrupto, sea cual sea, el PP, el PSOE,
Convergència…¿Y por qué lo hacen? Es porque están tan acostumbrados…Yo
creo que el español, por su historia, es una persona cínica. Y eso no es
una crítica. A mí me parece un acto de inteligencia, porque después de
siglos de mal gobierno, de injusticia social, de políticos totalmente o
corruptos o incompetentes o ambas cosas, no me extraña que sean cínicos.
Si todos o muchos son corruptos, bueno, pues da lo mismo, les votamos
igual. No sé, igual no estás de acuerdo...
A mí me llama la atención que la corrupción no subleve a algunos sectores de la población, y la unidad de la patria sí.
Bueno, totalmente de acuerdo. Hace 40 años que no vivo en
España, aunque hasta que he tenido mis crisis de salud iba y venía con
bastante frecuencia, y tengo que decir que me han chocado brutalmente
los signos, las señales de auténtico odio a Catalunya que han surgido en
esto. ¿Y por qué? Ha habido años de campaña abierta y sigilosa contra
los catalanes, y esto ha sido muy fuerte desde el Estatut de 2006 –¡que
llegó a ser ley!– hasta que el PP planteó el recurso al Tribunal
Constitucional. Yo he dicho en algunos artículos que hay que entender lo
que está pasando, que tiene un origen histórico, que si el Gobierno
hubiera querido resolver el caso había cosas que podían haber hecho para
llegar a un acuerdo… No te puedes imaginar las cosas de las que me han
acusado por decir eso, que igual soy muy inocente, pero tampoco me
parece muy extremista decir que hubo una vía media que ninguno de los
dos lados quiso seguir. En fin...
En la charla comentó que en las relaciones
España-Catalunya, siempre que se ha querido, se ha llegado a una
entente. ¿Por qué esta vez ha sido diferente?
El gran experto en el nacionalismo catalán previo al siglo
XX era Elliott, pero hablando del siglo XX, lo que dije, y lo que
pienso, es que antes de la dictadura de Primo de Rivera, en 1923, el
nacionalismo catalán es un tema de la burguesía, de finanzas. El gran
líder, Francesc Cambó, no quiere separar Catalunya de España, lo que
quiere es que Catalunya sea el motor económico de España. Nacionalismo
popular catalán, realmente, que yo sepa –no soy gran experto– apenas
existía. La clase obrera estaba en una lucha feroz. Estaban matándose en
la calle los pistoleros de la alta burguesía contra los pistoleros de
la CNT (la FAI todavía no existía). Llegó un momento en que Primo de
Rivera hace un pronunciamiento que se podría haber aplastado simplemente
si el Rey hubiera dicho “no estoy de acuerdo”, eso hubiera colapsado
enseguida. En cambio, Alfonso XIII no dice nada. La alta burguesía
catalana sale a la estación para jalear a Primo de Rivera cuando viene
de Madrid. Tres semanas después, Primo de Rivera inicia una campaña
contra el catalanismo, y ellos no entienden por qué Primo de Rivera, a
pesar de ser un terrateniente andaluz, va a los aplecs
[reuniones folclóricas o reivindicativas] y demás, y habla en catalán, y
están encantados con él porque dice que le chifla la sardana y la
cultura catalana. A un mes de estar ahí, el tipo al que todos los Puig i
Cadafalch consideraban su hombre en Madrid empieza a putearles. Creo yo
que es a partir de ese momento cuando crece un catalanismo más
popular.
Y sobre lo que dije de un intento de acuerdo: eso es lo
que pasa con la República. La República se declara el 14 de abril. Días
después, Francesc Macià, jefe de ERC, declara una Catalunya
independiente. Imagina si eso pasa hoy, hubieran enviado al ejército o
la guardia civil. Le dicen “hombre no, déjalo, ya lo hablaremos”. ¿Y qué
pasa? Se organiza un Estatut d’Autonomia. Y eso para agosto-septiembre
del 32 ya está y soluciona el problema más o menos. El problema surge
otra vez en Octubre del 34. Como protesta, digamos, a un gobierno muy de
derechas que progresivamente, durante más de un año, intenta
desmantelar todas las reformas de la República del primer bienio, hay
dos acontecimientos: la Revolución de Asturias y la declaración de la
independencia de Companys, por la que termina en la cárcel. No hay un
baño de sangre gracias a que el capitán general de Barcelona, Domingo
Batet, es catalán y quiere hacerlo de la forma más pacífica. Cosa por la
que le castiga después Franco fusilándolo durante la Guerra Civil.
Siempre hay una diferencia entre los que quieren negociar y los que no.
Después de las elecciones del 16 de febrero del 36 se suelta a Companys,
llega a Barcelona y sin ningún problema le vuelven a nombrar president
de la Generalitat. Durante el franquismo, nada, aunque también hay que
recordar que els catalansde Franco son muchos y muy potentes.
Incluso en los primeros años de la transición también hubo mucho acuerdo
porque tanto Josep Tarradellas como Adolfo Suárez estaban por la labor,
aunque luego Suárez se arrepiente, piensa que tal vez ha ido demasiado
lejos con el Estado de las autonomías, que es simplemente un truco para
diluir la autonomía del País Vasco y de Catalunya.
La semana pasada se censuró una exposición en ARCO
que hablaba de presos políticos, y se condenó a un rapero por injurias a
la corona, amenazas y enaltecimiento del terrorismo; previamente se
había condenado a un chaval que puso su cara en un Cristo por ofender
los sentimientos religiosos… ¿Qué pasa con la libertad de expresión en
España?
Con esto de los presos, ¿has visto el follón que hay aquí
con Pep Guardiola? Le dijeron que no puede llevar el lazo amarillo
porque es una declaración política, y me hace gracia porque Guardiola es
el beneficiario de un club de fútbol financiado por uno de los
regímenes más represivos del mundo. Y antes de eso fue embajador de
Qatar, que es un Estado que promueve el trabajo esclavo… También hubo un
lío el otro día en el Instituto Cervantes porque hubo un acto sobre
Arturo Barea, que escribió lo que en mi opinión es uno de los mejores
libros sobre la Guerra Civil, La forja de un rebelde y estuvo
exiliado aquí. Su sobrina-nieta, que tenía sus papeles, los ha donado a
la universidad de Oxford, y hubo dos actos, uno en Oxford y otro en el
Cervantes de aquí. Yo no pude ir porque me puse muy enfermo, pero al
parecer el biógrafo de Barea, que es inglés pero vive en Catalunya,
llevaba el lacito amarillo, y se lo recriminó públicamente el director
del Cervantes. Como te decía, hay muchas cosas que últimamente me han
chocado, principalmente el anticatalanismo. Y eso me ha chocado porque
hay amigos míos de toda la vida, desde hace 40 años, antifranquistas,
gente que estuvo conmigo en la Junta Democrática, que han dicho cosas
como “odio a Rajoy, pero por fin ha hecho algo bien”, hablando del tema
de Catalunya. Y yo les digo: “¿Pero cómo puedes decir eso? Ha cometido
una injusticia tremenda”. Y ellos me dicen; “No, todo eso son noticias
falsas”. “¿Cómo que noticias falsas? Ha salido en la BBC, en la prensa
francesa, alemana, estadounidense”. “No, no, no. Según El País, eso son noticias falsas. Y además, es la ley. Los jueces en España son totalmente apolíticos”, y hombre…
¿Qué opina del discurso del nosaltres i ells
que han construido también determinados independentistas, que hablan
“del poble de Catalunya” cuando se refieren sólo a los independentistas?
¿O de que se hable de “expolio” fiscal?
No lo he seguido muy de cerca, pero me parece una lástima.
En cuanto a la distribución de la riqueza en términos nacionales, creo
que hay que mirar mucho más de lo que se ha hecho cómo se ha enriquecido
Madrid, pero nunca se habla de eso...
¿Cómo se ha enriquecido Madrid?
¿En el sentido de quién lo ha pagado? Si contrastas las
cifras de la distribución de la riqueza nacional de 1977 y ahora verás
cosas bastante sorprendentes respecto a Madrid. Y, en cambio, creo que
las diferencias respecto a Catalunya no son la prueba de que Catalunya
esté chupando del resto del país, que es lo que se dice.
Yo me refería al discurso que hacen algunos desde Catalunya de que Andalucía y Extremadura “chupan” de Catalunya.
Ese es un discurso un poco repugnante. Si alguien dice “¿a
ti te parece bien que lo que pagas en impuestos vaya a reducir la
pobreza en Gales?”, a mí me parece perfecto, para eso existe el Estado.
En relación al referéndum, me llamó la atención
que, cuando el Brexit, dijo usted que era una cuestión demasiado técnica
como para someterla a referéndum, y que los refrendos habían sido el
instrumento utilizado por las dictaduras. En cambio, cuando le preguntaban por la cuestión catalana, decía que era más simple. ¿Qué diferencia hay?
Lo que quise decir es que el tema del Brexit era demasiado
complicado, por sus implicaciones no solamente económicas, sino también
relacionadas con cosas como la frontera entre las dos Irlandas o el
problema de qué hacer si uno o dos países del Reino Unido votara a favor
y otro en contra: ¿quién tendría derecho a interpretar el voto en
términos del grado de Brexit (hard o soft)? En cambio,
aparte de que haya una diferencia de legalidad entre ambos referendos,
averiguar qué parte de la población catalana quiere realmente que
Cataluña se independice de España me parece una cuestión más sencilla.
Me refiero a la idea de preguntar esto en referéndum.
Me parece en ambos casos una ridiculez. Hablemos primero
del Brexit. Primer error del imbécil de David Cameron: hacer un
referéndum sobre una cuestión tan importante sin un mínimo de
participación y conceder la victoria a los que lograran el 50% de los
votos emitidos más uno. Hay que hacerlo con mayoría cualificada. Al
final fue una votación bastante masiva, así que la participación se
habría logrado. ¿Por qué la gente votó a favor? Por un montón de
razones, no necesariamente de rechazo a la Unión Europea. Había quienes
odiaban a la UE, pero mucha gente que votó a favor del Brexit vive en
los sitios que más ayudas reciben de la UE, es absurdo. Pero hay mucho
resentimiento hacia la élite de Londres. No sé si eres consciente de los
odios de clase que hay aquí hacia los posh boys [los pijos] que
no saben ni el precio de una pinta de leche. Yo soy del norte, de clase
obrera, y los Boris Johnson y compañía tienen lo que en inglés llamamos
a sense of entitlement, que sería nacer pensando que todo es suyo, que pueden hacer lo que quieran. Esto viene de las public schools, que
no son escuelas públicas, sino colegios privados carísimos que inculcan
esa idea de que los niños que van ahí son especiales y tienen derechos
que no tiene el resto de la gente.
Como Eton.
Eton es la más famosa, sí. El gran error que nunca fue explicado por el gobierno es que mucha gente votó leave
contra la inmigración, pero no se percataron de que sólo el 20% de la
inmigración venía de la UE. Cuando dicen que saliendo de la UE vamos a
“retomar el control”, hay que preguntar: ¿por qué no habéis ejercido
este control sobre el 80% restante de inmigrantes? Si vamos a hacer la
comparación con lo de Catalunya: ¿cómo fue posible ignorar que el
gobierno español iba a decir “esto es ilegal”? El problema es que el
gobierno nunca estuvo por la labor de negociar, podría haber ofrecido
una consulta fijando un mínimo de participación y mayoría cualificada.
El otro error fue evidente: si tienes una participación del 43%, decir
que tienes mayoría a favor de la independencia es incorrecto.
Le quería preguntar por Podemos también.
No tengo una opinión útil sobre Podemos. Yo no sigo el día
a día. Yo vivo en los años 20, 30, la guerra civil. Yo soy historiador.
Para poder estudiar un evento, ¿cuántos años de margen se necesitan?
Igual es cuestión de días. Yo escribí un libro, We Saw Spain Die,
sobre los corresponsales extranjeros que cubrieron la Guerra Civil, y
fue una grata sorpresa volver a leer los muchísimos artículos de prensa
que recopilé de la época. Dije: “Coño, si yo llevo 40 años haciendo
investigación sobre esto y este cabrón de periodista lo decía ya al día
siguiente”. Estoy de acuerdo con la idea de que el buen periodismo es el
primer borrador de la historia. Aunque hoy en día, en el mundo de Trump
y de las fake news es otro tema…
De Podemos le quería preguntar: llegó con la idea
de asaltar los cielos, pero no ha conseguido arrebatarle la posición de
primer partido de la oposición al PSOE. ¿Le parece que puede tener
continuidad? Ya sé que no es futurólogo…
Efectivamente, ¡menudo problema tengo con interpretar el
pasado, como para empezar con el futuro! Volviendo al comienzo, cuando
hablamos de la corrupción, supongo que es una respuesta a eso, lo mismo
que Momentum en este país, creo que sería el equivalente: una
contestación, una respuesta a la idea de que los partidos tradicionales
no tienen ya las respuestas adecuadas para los problemas de la sociedad,
un síntoma de insatisfacción con el establishment político, pero no soy
experto ni muchísimo menos...
Volviendo a la memoria histórica: en diciembre el
PSOE presentó una propuesta de modificación de la ley, en la que se
habla de criminalizar la apología al Franquismo y propone que los jueces
“destruyan” los libros que tengan contenidos que enaltezcan el
franquismo. ¿No sería mejor que, en vez de destruirlos, se publicaran
con una nota con la sentencia judicial por la que se considera que ese
libro hace apología del franquismo?
Yo nunca he estado a favor de quemar libros. Pero hay
algunos libros que son negacionistas del Holocausto y es mejor que no se
publiquen. Hay libros de propaganda antisemita, de propaganda
racista…El problema es que una vez que empiezas con la censura, ¿dónde
acabas y quién tiene derecho a ejercerla? Y ese es siempre el problema
de la libertad de expresión. El lema tiene que ser una variante del “no
estoy de acuerdo con nada de lo que dices, pero reconozco tu derecho a
decirlo”.
En este sentido, en más de una ocasión ha dicho
que en España al que opina distinto se le ataca, que es un país
maniqueo, estás conmigo o contra mí. ¿Qué cree que explica esta
actitud?
En inglés tenemos una expresión: agree to differ. Creo que no tiene equivalente en castellano, lo cual me parece significativo. Pero realmente, no sé cuándo empezó…
Fuente: http://ctxt.es/es/20180228/Politica/18124/entrevista-paul-preston-corrupcion-censura-Cataluyna.htm#.WpexRkoiOiw.twitter
Fuente: http://ctxt.es/es/20180228/Politica/18124/entrevista-paul-preston-corrupcion-censura-Cataluyna.htm#.WpexRkoiOiw.twitter
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