jueves, 24 de agosto de 2017

Evolución cultural


Recogida de la miel. Cueva de la araña. Valencia
 No somos, sin embargo, tan decadentes que pudiéra-
mos vivir hoy en una caverna o un wigwam o cubrirnos
con pieles; ciertamente es mejor aceptar las ventajas,
por las que tanto hemos pagado, que la invención y la
industria de la humanidad nos ofrecen.

Henry David Thoreau, Walden
...
   No toda la evolución se produce por medio de la selección natural. Una fuerza más rápida y poderosa en la actualidad es la evolución cultural, que ha alterado muchas interacciones cruciales entre los genes y el medio alterando el medio, no los genes. Todos los órganos del cuerpo de una persona, desde los músculos y los huesos hasta el cerebro, los riñones o la piel, son el resultado del modo en que sus genes se vieron afectados por señales procedentes del medio (fuerzas, moléculas, temperaturas) durante el periodo de desarrollo, y en todo momento sus funciones siguen estando influidas por varios aspectos del medio de ese momento. Aunque los genes humanos han cambiado poco durante los últimos miles de años, los cambios culturales han transformado nuestro entorno de una forma drástica, lo que a menudo ha tenido como resultado una forma de cambio evolutivo muy distinta de la selección natural, y posiblemente más importante que esta. Por ejemplo las toxinas del tabaco, ciertos plásticos y otros productos industriales pueden causar cáncer, a menudo años después de la exposición inicial. Si una persona crece comiendo alimentos blandos y muy procesados, su rostro será más pequeño que si crece masticando alimentos duros y fibrosos. Quien pasa sus primeros años en un clima cálido desarrolla más glándulas sudoríparas funcionales que quien se haya criado en un clima frío. Estos y otros cambios no son genéticamente heredables, pero son culturalmente heredables. Del mismo modo que les pasamos el apellido a nuestros hijos, también les pasamos condiciones ambientales: las toxinas a las que se ven expuestos, los alimentos que comen o las temperaturas que experimentan. Al tiempo que la evolución cultural se acelera, los cambios ambientales que afectan al modo en que nuestro cuerpo crece y funciona también se aceleran.
   La forma en que la evolución cultural cambia las interacciones entre los genes que heredamos y el medio en que vivimos tiene consecuencias importantes. Durante los últimos cientos de generaciones, el cuerpo humano ha cambiado en varios aspectos a causa del cambio cultural. Maduramos más rápido, nuestros dientes se han hecho más pequeños, los huesos más finos, los pies a menudo más planos y muchos tenemos más caries. Hay buenas razones para pensar que hoy la gente duerme menos, experimenta niveles más altos de estrés, ansiedad y depresión, y tiene más probabilidad de sufrir miopía. Además en nuestros días el cuerpo tiene que enfrentarse a numerosas enfermedades infecciosas que en otro tiempo eran raras o no existían. Cada uno de estos cambios en el cuerpo humano tiene alguna base genética, pero lo que ha cambiado no son tanto los genes que desempeñan un papel en estas enfermedades como los medios con los que interaccionan esos genes.
   Consideremos el caso de la diabetes de tipo 2, una enfermedad metabólica que solía ser rara pero que hoy se está tornando común en todo el planeta. Algunas personas son genéticamente más susceptibles a la diabetes de tipo 2, lo que ayuda a explicar que la enfermedad se esté haciendo más prevalente en lugares como China o India que en Europa o América. Sin embargo, la diabetes de tipo 2 no se está extendiendo más rápido en Asia que en América a causa de genes nuevos que ahora se estén expandiendo por oriente, sino porque los nuevos y modernos estilos de vida occidentales están barriendo el planeta e interaccionando con genes antiguos que anteriormente no tenían efectos negativos.
   Dicho de otro modo, no toda la evolución tiene lugar por selección natural, y las interacciones entre los genes y el medio han ido cambiando con rapidez, a veces de forma radical, fundamentalmente a causa de cambios en el entorno de nuestro cuerpo provocados por la rápida evolución cultural. Una persona puede tener genes que lo predisponen a los pies planos, la miopía o la diabetes de tipo 2, pero sus antepasados lejanos de los que heredó esos mismo genes probablemente no sufrían esos problemas. Por consiguiente, es mucho lo que podemos ganar usando la lente de la evolución para estudiar las cambiantes interacciones entre genes  y entorno que se han producido desde el final del Paleolítico.


LA HISTORIA DEL CUERPO HUMANO
EVOLUCÓN, SALUD Y ENFERMEDAD
Daniel E. Lieberman

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