| Milicianos del NPU en el campo de entrenamiento de Alqosh. Ferran Barber | 
 Acaba de empezar el otoño de 2015 y hemos 
concertado una reunión en la ciudad de Alqosh (Kurdistán de Irak) con el
 responsable político de una de las milicias creadas por los cristianos 
iraquíes -étnicamente conocidos como 'caldeo-asirios'- para plantarle 
cara a los 'yihadis' del Estado Islámico.
La organización política que apadrina esta 
partida militar de irregulares (Movimiento Democrático Asirio o Zowaa) 
ha recurrido a un antiguo oficial cristiano del Ejército de Irak, Behnam
 Abbush, para convertir a un puñado de aldeanos sin ninguna formación castrense en auténticos soldados.
 Tras mucho insistir, hemos logrado finalmente que sea el propio general
 quien nos muestre el campamento donde adiestran a sus tropas.
En las fechas de nuestra cita se presumía, y 
con razón, que no iba a ser trabajo fácil transformar a esos muchachos 
en guerreros. A finales de septiembre de 2015, Zowaa carecía de armas y de dinero para entrenar y mantener a una unidad a la que la revista Newsweek acababa de atribuir en grandes titulares la friolera de cuatro mil hombres.
 Literalmente, la prestigiosa publicación aseguraba en mayo de 2015, 
citando al Catholic Herald, que 500 habían sido ya desplegados sobre 
varias poblaciones asirias; otros quinientos estaban siendo entrenados 
en ese momento, y tres mil más, se habían inscrito en las oficinas de 
reclutamiento y aguardaban para pasar a formar parte en breve de ese 
Ejército cristiano bautizado con el nombre de Nineveh Plain Protection 
Units (NPU).
| Newsweek sostenía en febrero de 2015 que los cristianos iraquíes disponían de una gran armada citando como fuente a otro diario, la noticia resultó ser mentira pero nadie rectificó jamás | 
 No era un asunto baladí. Que los cristianos 
iraquíes se hubieran organizado militarmente para plantar cara a los 
yihadistas causó tanta perplejidad en Occidente que miles de diarios se hicieron eco de ello por contagio.
 Para respaldar la veracidad de las afirmaciones y a falta de otras 
fuentes de autoridad que corroboraran sus datos, se citaban a menudo 
unos a otros, tal y como, en este caso hizo Newsweek, mencionando al 
Catholic Herald.
También el Independent, entre otros muchos 
diarios 'de renombre, cifraba en “varios miles” el número de 
caldeo-asirios que se habían unido a la gran armada cristiana para 
defender sus tierras del islamismo radical. Otros medios amarillos como 
Glenbeck se referían a la BBC para fundar su estimación de 100.000 
milicianos. Los reportajes acostumbraban a ilustrarse con algunas 
panorámicas de soldados alineados en columnas con el emblema de las NPU 
cosido bajo las charreteras.
| Miles de cristianos iraquíes habían creado una milicia según el diario Independent,algo que después se supo que era una falacia. | 
 Tal fue la repercusión de esta noticia, que su difusión en prensa predispuso de inmediato a varios miles de voluntarios de Occidente para acudir a Irak a pelear en defensa de la cristiandad.
 Nadie, en verdad, había realizado un llamamiento así desde Mesopotamia,
 pero las insinuaciones de los medios extendieron la falsa idea de 
cruzada sectaria.
Hasta que eso sucedió, sólo el Estado Islámico
 y un puñado de ultras islamófobos de Europa y Norteamérica sostenían 
que la guerra que se libraba contra el ISIS en la vertiente iraquí del 
conflicto era de carácter religioso, pasando por alto al menos un par de
 cuestiones importantes: que la inmensa mayoría de las víctimas eran 
musulmanas y que esas supuestas milicias cristianas iraquíes combatían, 
en todos los casos, bajo la bandera de fuerzas kurdas y árabes.
Avalancha de donaciones
Al mismo tiempo, las descripciones de las 
infamias y las atrocidades cometidas por el Estado Islámico tras la 
ocupación de Mosul y los Llanos de Nínive desencadenaron en España y en el resto de Occidente una avalancha de donaciones económicas,
 a menudo dirigidas a organizaciones militares y civiles de dudosas 
credenciales que decían defender a los cristianos de Mesopotamia frente a
 la amenaza yihadista.
Cuando, a principio del otoño de 2015, 
nuestro equipo llegó a Alqosh con la esperanza de grabar in situ a esos 
cientos de caldeo-asirios mencionados por el Newsweek y el Telegraph, el
 propio general Behnam se vio en la tesitura de desvelarnos un hecho 
sorprendente: ¡la gran armada cristiana de varios miles de hombres de la que hablaba en titulares Newsweek, el Independent y otros medios anglosajones no existía todavía!
El asunto podía resumirse de este modo: los milicianos cristianos que aparecían en las fotos pertenecían a un pequeño contingente entrenado a instancias de Zowaa en el Kurdistán. Fueron adiestrados por una empresa norteamericana con armas ligeras alquiladas a los peshmergas de Talabani y tras un breve periodo de formación, devolvieron los AK y otras antiguallas y volvieron a sus casas porque el Movimiento Democrático Asirio carecía de los recursos necesarios para pagarles la soldada.
Fueron las imágenes captadas durante ese 
breve periodo de adiestramiento las que se facilitaron a Newsweek y a 
otros medios con el fin de persuadirles de la existencia de un ejército 
cristiano que en verdad estaba todavía en gestación.
Si alguien insistía en tomar nuevas fotos de la “armada caldeo-asiria” se recurría a un puñado de viejos guardas del partido
 y se les alineaba frente a las oficinas que Zowaa posee en las 
cercanías de Alqosh. Eso explica, por ejemplo, que en algunos de los 
reportajes sobre la milicia realizados a finales de 2015 aparezcan, por 
sistema, los mismos hombres, embutidos en ajados uniformes y posando sin
 armas en actitud desenfadada.
Naturalmente, existía un motivo por el que 
el responsable político de la formación nacionalista asiria que promovió
 la creación de las NPU, Yonnadam Kanna, se dedicó a manipular a la 
información pública mundial y a hacerle creer en la existencia de un 
ejército cristiano.
Lo que intentaba de ese modo era alentar 
las donaciones en la diáspora a través de organizaciones como la 
American Mesopotamian Organization (AMO). Con el transcurso de los 
meses, las NPU fueron finalmente constituidas gracias al dinero obtenido con mentiras.
Llegada la ofensiva contra Irak, disponían 
de unos pocos cientos de hombres que sí tomaron parte en la reconquista 
de las poblaciones cristianas usurpadas por el ISIS. No obstante, su 
número nunca alcanzó ni de lejos el millar.
De algún modo, fue una profecía autocumplida que puso en entredicho la profesionalidad de algunos de los medios más populares del planeta.
No era la bandera de la cristiandad la que las NPU enarbolaba, sino la de Mesopotamia y sus reclamaciones nacionalistas caldeo-asirias, sistemáticamente orilladas por la Prensa de Occidente. Tal y como afirma uno de los voluntarios españoles que se unieron a los brigadistas del norte de Siria -el gallego Arges Artiaga- esa misma prensa que describía como “cristianas” a las milicias caldeo-asirias iraquíes, omitía también por sistema cualquier explícita alusión a la revolución de orientación anarquista que los kurdos de Rojava estaban tratando de mantener a flote mientras se defendían del Estado Islámico.
Por mala fe o por ignorancia, no pocos periodistas seguían refiriéndose a las milicias kurdas de las YPG
 como “la contraparte siria de los marxistas terroristas del PKK”. La 
revolución y los avances de los kurdos en la lucha contra el sectarismo o
 contra el patriarcado, ni mentarlos.
Nunca se informó peor
A la postre, todos estos hechos corroboraron lo que algunos medios como el Boston Globe venían denunciando desde hacía varios años: “Nunca tantos periódicos informaron tan mal acerca de un conflicto”. Nunca tantos medios se rindieron a los paradigmas emanados por el “Ministerio de la Verdad” de Washington y a las distintas verdades fragmentarias que trataban de imponer las partes contendientes.
Lo que en verdad causaba la perplejidad del Boston no es que en los conflictos de Siria e Irak se librara una guerra propagandística paralela, sino el hecho probado de que los medios de comunicación más reputados del planeta -y entre ellos, los españoles- hicieran suyas las mentiras descaradas diseminadas por todos los actores del conflicto: desde los más modestos, como el mencionado nacionalista cristiano Yonnadam Kanna, a los más poderosos, como los gobiernos ruso y norteamericano.
En este nuevo tablero de juego de las rutinas productivas periodísticas, y a falta de profesionales veteranos trabajando sobre el terreno, parecía situarse a la misma altura un rumor anónimo de un foro de Internet que una declaración institucional de las Naciones Unidas o un informe fabricado a la medida por cualquiera de las ONG que los gobiernos se inventaron para extender su propaganda.
En verdad, lo ocurrido con las milicias es sólo un botón de muestra del modo en que, tal y como sostenía Stephen Kinzer, reportero del Boston Globe, la realidad ha sido suplantada en los diarios por mentiras insidiosas, verdades fabricadas malintencionadamente, negligencias y relatos fragmentarios y descontextualizados de uno de los conflictos más complejos del último siglo.
A remolque de las versiones oficiales emanadas desde Washington, parte de la Prensa occidental comenzó a dividir los contendientes de acuerdo al maniqueísmo de la Casablanca, entre buenos y malos, en función de cómo se alineaban con los intereses de la Administración de Obama.
Absolutamente rendido a los paradigmas de los norteamericanos, un periodista de la agencia EFE hablaba, literalmente, en un titular, de “yihadistas moderados”, un oximoron disparatado que terminó calando por repetición. Incluso los islamistas del antes llamado Frente Al Nusra -filial siria de Al Qaeda- fueron durante algún tiempo mencionados como 'moderados'.¿Cómo terminaron de rodillas los grandes portadores de la verdad universal? ¿Cómo terminaron, por ejemplo, haciendo suyas las interpretaciones del origen del conflicto de Siria habilmente extendidas por la Administración de Washington?
| Miliciano sirio de Dwekh Nawsha cuida del altar de la iglesia de Bakufa. Fernan Barber | 
 “El modo en que los medios norteamericanos 
han cubierto la guerra de Siria será recordado como uno de los episodios
 más vergonzosos de la historia de la Prensa americana”, sostenía el 
periodista Stephen Kinzer, en referencia a las crónicas de Alepo.
A renglón seguido, el reportero del Boston 
Globe añadía: “Bajo una dura presión financiera, las revistas, los 
periódicos y las cadenas de televisión han reducido drásticamente el 
número de corresponsales que cubren los conflictos sobre el terreno y 
muchas de las informaciones internacionales proceden ahora de 
periodistas con base en Washington”, cuyas fuentes principales son la 
Casablanca, el Departamento de Estado, el Pentágono y los think-tank más
 poderosos.
En semejantes circunstancias, las verdades de los medios de gran difusión se habían convertido, a su juicio, en un holograma proyectado desde las distintas matrix de los centros de poder políticos del mundo.
Cierto es que frente a esta nueva 
encarnación perversa del Gran Hermano, ha comenzado a alzarse una cierta
 resistencia. Existe un buen número de pequeños medios independientes y 
de reporteros -entre ellos españoles- que han tratado de arrojar alguna 
luz sobre lo que está ocurriendo allá, pero sus voces acostumbran a 
extraviarse en la algarabía de Internet o terminan aplastadas por las 
cacofonías consensuadas por las grandes cabeceras de Occidente, rendidas
 a los pies de los nodos de poder.
Uno de esos periodistas veteranos y solventes que a menudo realiza su labor en condiciones cuasi heroícas es el vasco Karlos Zurutuza,
 colaborador habitual de reputados medios extranjeros como Al Jazeera o 
IPS y profundo conocedor de las realidades de países como Siria, Libia o
 Irak.
| El reportero vasco Karlos Zurutuza | 
 Para niños de papá
En opinión de Zurutuza, la propagación de la mentira y del periodismo de los hechos fragmentarios es una clara consecuencia  de los cambios estructurales que la irrupción de Internet ha introducido en la profesión a calzador.
“Los medios cada vez tiran menos de 
periodistas de plantilla. Las corresponsalías están desapareciendo y en 
su lugar, se han reemplazado por free-lance, a menudo muy jóvenes y poco
 experimentados, dispuestos incluso en ocasiones a trabajar sin percibir
 dinero, a cambio de la inyeccion de vanidad que proporciona acreditar 
que han estado en un conflicto. Uno se pregunta a veces si esto no 
acabará convirtiéndose en una práctica amateur para niños de papá de la 
'generación del Facebook'”, asegura Zurutuza.
El reportero vasco cree que la primera consecuencia de la implantación de estas nuevas rutinas productivas es la precarización de las condiciones de trabajo
 y la segunda, la devaluación de la calidad del periodismo. “Poner un 
pie en Irak o en Libia, o arrimarse a algún conflicto, no aporta per se 
nada, si el reportero no acredita un conocimiento profesional profundo 
del contexto que retrata y que narra”, asegura.
“Y claro está, quienes en verdad poseen la experiencia precisa cada vez se hallan menos dispuestos a ejercer la profesión en las condiciones que nos brindan.
 Los independientes están cobrando menos ahora que hace 10 años. Yo 
mismo, sin ir más lejos, he hecho frente a situaciones tremendas. A 
menudo miro hacia delante y no me veo con cincuenta  malvendiendo mis 
historias y de enganchada en enganchada por asuntos de tarifas. Eso sí, 
si pagan porquerías, lo normal es que obtengan porquerías”.
Nunca antes dos conflictos como Siria o 
Irak habían puesto más de manifiesto cómo la llegada de Internet y eso 
que algunos llaman el suicidio de la “prensa gratuita” ha terminado por echar abajo la capacidad de los medios para poner en entredicho las verdades oficiales. Ni siquiera los santones de la Prensa han escapado de la quema.
Hace también dos años, la agencia Getty 
Press publicó un reportaje gráfico sobre otra conocida milicia asiria 
-las NPF- invitando a algunos de sus hombres -entre otros, a su 
comandante Safaa Jamro- a posar entre los edificios de la ciudad de 
Teleskoff.  Las instantáneas insinuaban una tensión bélica que ni de 
lejos existía en esa zona, donde hacía más de doce meses que no se 
registraba un intercambio serio de disparos. Según explicó a nuestro 
equipo en noviembre de 2015 uno de los voluntarios norteamericanos que 
aparece en el citado reportaje, Justin Garfield, nos confesó que fue 
llevado hasta el frente por el mismo periodista e invitado a posar sobre
 unos sacos terreros para adornar la historia.
Por los cuarteles de la milicia cristiana 
del NPF de Teleskoff -un lugar jocosamente bautizado como Disneywar por 
los reporteros de guerra veteranos- habían desfilado a finales del 
pasado año más de trescientos cincuenta periodistas.
Durante más de un año, el único trabajo relevante de los soldados asirios de las NPF desplegados en Teleskoff consistía en organizar un 'tour” para estos reporteros de Occidente ansiosos por volver a sus países con las preceptivas postales bélicas.
La visita guiada incluía una parada en los 
cuarteles de otra milicia asiria conocida como Dwekh Nawsha. Los 
voluntarios que servían en ella no estaban tan siquiera autorizados a 
poner un pie en el frente y sus atribuciones militares eran nulas, pero 
hasta hace poco, era la única guardia paramilitar del Kurdistán que 
aceptaba a extranjeros, lo que terminó por convertirla en una de las más
 solicitadas por los medios de Occidente.
En efecto, hasta la ofensiva de Mosul del 
pasado otoño, no hubo un sólo diario 'prestigioso' del planeta que no 
tratara de identificar a uno o varios compatriotas, para, a renglón 
seguido, retratarlos en posiciones de combate o plantando cara al ISIS 
en algún rincón del Kurdistán de Irak.
Las simpatías que estos voluntarios de 
Occidente suscitaron en sus respectivos países fueron tales que pocos 
medios de comunicación se sustrajeron a la tentación de referirse a 
ellos en un tono laudatorio.
“Media docena de los héroes que luchan en 
Irak contra el Estado Islámico son anglosajones”, aseguraba en grandes 
titulares el Express, en junio de 2015, como quien saca pecho en una 
suerte de paraolimpiadas para soldados de fortuna.
A todos los efectos se insinuaba que el peso de la lucha recaía parcialmente en un puñado de hombres blancos a
 los que se había confiado la responsabilidad de preparar a los ineptos 
kurdos y árabes y preservar la cristiandad de Oriente Medio.
Los héroes nacionales
España, por supuesto, no fue menos. Y desde
 que la Prensa detectó en Irak la presencia de varios españoles los 
perfiles apologéticos de los “héroes nacionales” comenzaron a menudear 
en radios y en publicaciones. Con los dedos de la mano pueden contarse 
los medios que analizaron la conveniencia de esa presencia extranjera, y
 menos todavía, los que se molestaron en comprobar el hecho cierto de 
que la mayoría de esos “héroes” no habían visitado nunca un frente 
activo y menos todavía, intercambiado fuego real hasta finales del 
pasado año.
Los que se unieron a la milicia de Dwekh
 Nawsha ni siquiera estaban oficialmente autorizados a acercarse a la 
primera línea del frente, situada a algo más de tres kilómetros de 
su cuartel de Bakufa, pese a que muchos se pavoneaban e insinuaban lo 
contrario en las páginas creadas en las redes sociales.
En medio de toda esta vorágine, algunos medios españoles presentaron como un héroe a un ex convicto vinculado a La Falange y grupos nazis al que Público identificó,
 del mismo modo que la Prensa anglosajona glosó generosamente la 
presencia del británico Jim Atherton, a quienes muchos medios ensalzaron
 como un modelo humano de altruismo, sin detenerse siquiera a indagar en
 su pasado skinhead o en las verdaderas pulsiones islamófobas que lo 
alentaban.
Otros voluntarios europeos que se enrolaron en Dwekh Nawsha tenían un pasado ultra en el que el grueso de los medios no excarvaron, ocupados como estaban en ponerle rostro humano y nacional a ese conflicto.
“Y mientras la mayoría de los periodistas 
de Occidente se quedaban en la retaguardia o invertían su energía en 
encontrar a compatriotas, la responsabilidad de cubrir los 
acontecimientos del frente recaía a menudo en los reporteros kurdos o 
unos pocos corresponsales de prestigio”, nos dice una conocida 
presentadora de un canal de televisión con base en Dahok.
“Si echa un vistazo al listado de los 
profesionales muertos o heridos en el frente kurdo durante los dos 
últimos años verá que casi todos, si no todos, son nativos. Claro que 
tampoco nos sorprende que muchos de los europeos hayan decidido no 
correr riesgos porque nos consta que la mayoría de free-lance trabajan 
en condiciones económicas y con medios notablemente peores que los 
nuestros”.
Esta periodista de origen turcómano no 
exagera. Hasta cincuenta euros por pieza pagaban algunos medios 
digitales, según llegó a denunciar el periodista español Antonio 
Pampliega, antes de su secuestro. Algunos jóenes free-lance incluso 
regalaban su trabajo.
“Yo aproveché mi estancia en el sureste de 
Anatolia, en Gaziantep, gracias a un proyecto de voluntariado para hacer
 unos cuantos reportajes sobre asuntos jugosos que salieron a mi paso, 
pero nunca logré dar con un medio que me pagara por ellos”, nos dice una
 joven periodista malagueña, Olalla Negrete.
“Es verdad que la recesión ha puesto patas arriba nuestra profesión,
 pero también lo es que las empresas se han aprovechado descaradamente 
de esta situación para obtener mano de obra gratuita. Que no se olviden 
nunca de que somos la futura generación de periodistas y de que se nos 
ha privado incluso del derecho a formarnos y a evolucionar”.
No es difícil trazar la relación entre la 
[mala] calidad de los contenidos producidos desde el frente y las 
precarias condiciones de inseguridad y “cuasi esclavitud” en las que los
 periodistas desarrollan su trabajo. Las agencias, los refritos y los 
llamados “corta-pegas” han reemplazado a las “fuentes solventes”. Y los 
pocos free-lance que trabajan aún sobre el terreno están forzados a 
menudo a “hinchar el perro” o a apostar por historias “de interés”, 
capaces de competir en una jungla dominada por la víscera y por el 
degradado formato comunicacional del “meme-tweet”. La mayor parte de los
 medios han asumido que el contexto no proporciona clicks.
Y si lees, contribuye
Vistas las circunstancias, el director del semanario CTXT, Miguel Mora, cree que la figura del corresponsal, tal y como la habíamos conocido, está en vías de extinción, mientras
 el mercado va camino de convertir a una generación entera de reporteros
 en mártires de la inteligencia, franqueando el paso de ese modo a las 
mentiras oficiales y a las informaciones fragmentarias concebidas para 
atizar la víscera y aumentar los “me gusta”. ¿A quién le importan las 
razones que motivaron la creación de esas milicias cuando hay un 
legionario pegando tiros en el frente?
“La precarización -nos dice Mora- comenzó 
ya hace diez años cuando las redacciones decidieron reemplazar a 
veteranos redactores senior por jóvenes sin experiencia que, de facto, 
trabajaban como  empaquetadores de contenidos.
El cambio coincidió en el tiempo con la estafa de la recesión,
 consecuencia de un capitalismo sádico y virulento que terminó 
impregnándolo todo. Teníamos, por una parte, a directivos recibiendo 
sueldos astronómicos mientras se ponía en marcha una oleada brutal de 
despidos y se recortaba al mismo tiempo la masa salarial del resto de 
trabajadores.
Yo mismo tenía un contrato de corresponsal 
que me cancelaron unilateralmente. Toda esta situación provocó la 
irrupción en el mercado de nuevos medios digitales como CTXT, creados 
por los propios periodistas”.  Preservar la calidad del periodismo y 
proteger los medios y los profesionales que todavía están dispuestos a 
hacer frente a los grandes nodos institucionales de manipulación de la 
opinión pública exige, en opinión de Mora, el compromiso de los lectores
 con estos nuevos diarios que se han negado a doblegarse a los poderes 
que tutelan a buena parte de los medios “mainstream”.
“No hay que olvidar -añade- que la Prensa 
de la derecha no tienen ningún problema en hacer publicidad oculta de 
los anunciantes IBEX. Como suele decir un buen amigo, sólo están en paro
 los periodistas de la izquierda porque los conservadores han sido 
generosamente financiados por el poder establecido”.
Fuente: http://www.publico.es/internacional/mayores-diarios-mundo-inventan-historias.html
 
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