lunes, 27 de marzo de 2017

El atentado independentista que causó el mayor accidente aéreo de la Historia: Los Rodeos

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 El 27 de marzo de 1977, el aeropuerto tinerfeño de Los Rodeos fue escenario de la peor catástrofe aérea de la Historia, con un saldo de 583 personas muertas. La concatenación de una serie de catastróficas desdichas (malas condiciones atmosféricas, interferencias en las comunicaciones o la ansiedad de uno de los pilotos) acabaron provocando un choque entre dos enormes aparatos Boeing 747. Sin embargo, se suele pasar de puntillas sobre la más insidiosa e incómoda causa: el atentado con bomba contra una floristería perpetrado por un grupo terrorista canario que desató un letal efecto mariposa.

España era en 1976 una nación convulsa que daba sus primeros y titubeantes pasos hacia la libertad, pero siempre al borde de una violenta regresión democrática. En aquel ambiente crispado, caldo de cultivo para grupos guerrilleros de diverso pelaje, nacieron las Fuerzas Armadas Guanches (FAG), el brazo armado del grupo independentista MPAIAC (Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario) fundado por el abogado tinerfeño Antonio Cubillo (1930-2012) .

 Las FAG llevaron a cabo entre 1976 y 1977 una serie de atentados terroristas, usando principalmente dinamita obtenida de minas, que se saldaron en principio con una única víctima mortal en 1978: Rafael Valdenebros Sotelo, un artificiero de la Policía Nacional al que le estalló la bomba que intentaba desactivar en una sucursal del bancaria en La Laguna (Tenerife).

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 Atentado en la floristería
Decimos en principio ya que hace dos años, el Tribunal Supremo avaló que la catástrofe aérea de Los Rodeos fue causada por un atentado de las Fuerzas Armadas Guanches. El 27 de marzo de 1977, en el Aeropuerto de Gando (Las Palmas de Gran Canaria ), la explosión de una bomba colocada en el interior de un maletín que había sido abandonado junto a una inocente floristería, desató el pánico.
“Aquello fue algo terrible; la humareda envolvió de inmediato toda la planta primera en la que había sido colocada la bomba e impedía la visibilidad. La gente estaba como loca. Unos corrían de un lado para otro mientras que otros rodaban por el suelo. Se produjeron también ataques de histerismo y la confusión fue total.” El País
Hubo siete heridos, entre ellos la dependienta de la floristería y el propio jefe del aeropuerto. Por si aquello fuera poco, entre todo el estropicio una llamada anónima avisaba de la colocación de un segundo explosivo. Las autoridades decidieron cerrar el aeropuerto de Gran Canaria por unas horas y dispusieron que los vuelos que se dirigían hacia allí fuesen desviados al de Los Rodeos, en Tenerife. La mariposa del caos habían empezado a aletear… y se preparaba una terrible tormenta.

Una consecuencia catastrófica
Según la mismísima Wikipedia, el aeropuerto de Los Rodeos tenía una sola pista de despegue, no estaba dotado con radar de tierra, algunas luces de la pista estaban estropeadas y sus controladores no estaban acostumbrados a tantos aviones como los que llegaron tras el atentado en Gran Canaria. Era domingo y solo había dos de ellos de turno.

Hacia este escenario ominoso se dirigieron dos Jumbos-747. Uno de la desaparecida compañía norteamericana Pan Am y otro de la holandesa KLM. Entre ambos, 644 seres humanos a bordo. Como detallaría La Vanguardia en 2012, una serie de fatales coincidencias parecieron confabularse contra ellos.

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 Por un lado, el colapso en Los Rodeos exigió de los dos aparatos que se dirigiesen a la posición de despegue por la pista principal. En cabeza el de la KLM y por detrás, a unos cientos de metros, el de la Pan Am, que se veía obligado a abandonarla para continuar por la pista auxiliar.

La niebla de las montañas circundantes empeoró la visibilidad de los pilotos y los controladores de la torre. Repetimos: no había radar de tierra.

El comandante holandés, Velthuyzen van Zauten , tenía prisa por llegar a las Palmas. Le quedaba poco tiempo para superar el límite máximo de sus horas de vuelo y si lo sobrepasaba, se vería obligado a suspender el vuelo a la capital grancanaria. KLM tendría que cubrir los gastos de alojamiento y manutención de los turistas holandeses, inquietos por tostarse al sol de las islas.

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Publicidad de KLM de la época, con Velthuyzen van Zauten en primer plano.

Las conexiones de radio con la torre de control fallaron más que una escopeta de feria. Las conversaciones se solaparon y una interferencia durante momentos decisivos en la maniobra de despegue del KLM llevaron al accidente. Un controlador, al pedir el piloto holandés el permiso para iniciar la carrera de despegue, le dijo: “OK, espere para despegar, le llamaré”. El de los Países Bajos solo acertó a oír el “OK”, por lo que aceleró hacia el infierno. Tampoco oyeron en el avión de la KLM los mensajes desde el aparato de Pan Am comunicando que estaban todavía en la pista.

Los norteamericanos, por su parte, también andaban algo perdidos. Se les había indicado desde la torre que dejasen la pista principal por la tercera, pero el piloto entendió que se referían a la tercera en servicio (la primera estaba inutilizada).

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 El Jumbo de la KLM intentó levantar el vuelo en cuanto tuvo contacto visual con el de la Pan Am. Era demasiado tarde. Un ala colisionó contra el avión estadounidense.

 El aparato de KLM cayó sobre la pista unos cientos de metros más adelante. Acababa de repostar y cargaba 55.000 litros de combustible que lo convirtieron en cuestión se segundos en una gigantesca pira funeraria. Fallecieron sus 248 ocupantes. Por otro lado, un agujero en el fuselaje del aeroplano norteamericano permitió que escaparan con vida de su interior 70 pasajeros. El resto del pasaje murió en el incendio.

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 Antonio Cubillo, recogía El País, reivindicó el atentado de Gando desde su cuartel general en Argel.
“Canarias se encuentra en estado de guerra desde el primero de noviembre. Hemos advertido a todos los turistas que no vengan a las islas mientras no se alcance la independencia y se normalice la situación”.
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 ¿Y qué pasó con… Antonio Cubillo?
El 5 de abril de 1978, Cubillo fue víctima del terrorismo de estado en un atentado frustrado en la capital de Argelia, cuando fue apuñalado por dos mercenarios. Usó muletas el resto de su vida. En el años 2003, la Audiencia Nacional aprobó indemnizarle con 150.203,03 €. Murió en 2012.

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 La chica de las flores
Las secuelas de la bomba de Gando impidieron volver a caminar a Marcelina Sánchez Amador, ocasionándole recurrentes ingresos hospitalarios e intervenciones quirúrgicas. La Opinión de Tenerife informó el pasado año que casi cuatro décadas después del atentado, el Ministerio del Interior la reconocía como víctima del terrorismo y la indemnizaba con 100.000€. Ella no pudo disfrutarlos. Había muerto en julio de 1993, a los 41 años.

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 Fuente: http://blogs.publico.es/strambotic/2016/09/accidente_rodeos/

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