Siendo testigo y cómplice de las prácticas más desagradables y fraudulentas para ampliar los beneficios económicos, ahora cuenta su experiencia en el libro “¡Como puedes comer eso!” que acaba de publicar Ediciones Península (Planeta).
La carne de caballo, el desencadenante
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Hace mucho tiempo que se engaña al consumidor. “Por ejemplo, en el caso de los ravioli de Leader Price que no contenían carne de cerdo, como anunciaban. Lo destapó el periódico francés Capital en 2001, pero nadie lo consideró un escándalo”, explica Brusset a Lavanguardia.com.
“Cuando vi el gran caso de la carne de caballo (vendida como carne de buey), me di cuenta de que algo había cambiado en la percepción de los consumidores. La cuestión ya no era que hubiera víctimas o no. La gente quería saber la verdad. Estaban preparados para escuchar lo que yo tenía que contar”.
Heces en las especias molidas
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El caso del azafrán en polvo es otro claro ejemplo, “algunos proveedores sin escrúpulos hacen locuras: no dudan en mezclar ingredientes como ladrillos machacados, colorantes prohibidos (…). Yo ya no consumo productos molidos ni triturados de tipo industrial”, afirma Brusset.
Orígenes dudosos
Azafran (Johner Images / Getty) |
“Así, Estados Unidos puede comprar la cantidad de azafrán que desee bajo bandera española, sin tener que comerciar con Irán, país contra el que decretó un embargo”, leemos en el libro. Hay decenas de casos como este.
Brusset admite, por ejemplo, que compraba barcos enteros de granos de mostaza India para fabricar miles de toneladas de mostaza vendida como “de Dijon” en Alemania u Holanda.
Las supuestas hierbas de la Provenza, según él, proceden mayoritariamente de Marruecos, Albania, Egipto o Túnez. “No se puede saber el origen de los productos porque el etiquetado se controla muy poco. Lo mejor es comprar marcas conocidas. Estas temen perder su reputación si hacen trampas”, nos explica.
Pimentón que no lo es
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“En Murcia hay empresas muy conocidas que producen pimentón a partir de residuos de extracción, es decir, pimentón cuyo aceite esencial (Oleorresina Capsicum) se ha extraído por medio de disolventes. Llegué a comprar centenares de toneladas de esa porquería, que envasábamos en bonitas latas de metal serigrafiadas”, cuenta.
Menos cantidad, al mismo precio
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Otra estrategia de la industria para ganar más dinero: vender menos cantidad de producto al mismo precio. Brusset cita el nombre una conocida marca de galletas rellenas de chocolate que, de la noche a la mañana, redujo un 10% el peso de sus paquetes.
“Esto es muy común. El peso estándar para un yogur, durante años, fue de 125 gramos por unidad. Ahora se encuentran muchos de 115 o incluso 100 gramos”, asegura. Si los envases son los mismos, claro, es fácil que al consumidor le pasen por alto estas cifras.
Rebozados congelados: todo vale
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“No es una buena idea consumir rebozados industriales: no ves el producto, no puedes evaluar su calidad, y tienen más grasas y más sal. Son más baratos, pero su relación calidad/precio no es buena”.
Más intoxicaciones de las que creemos
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En Francia, dice Brusset, cada año mueren entre 250 y 700 personas por intoxicaciones alimentarias.
“Estas cifras son oficiales y están disponibles. La OMS considera que hasta 23 millones de personas cada año en Europa sufren una enfermedad transmitida por la comida, y 5.000 de ellas mueren. Las infecciones por salmonela matan a más de 200 personas en Europa cada año”. Nunca hubiésemos dicho que esto sucede en el viejo continente.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/comer/al-dia/20170314/42850046150/christophe-brusset-practicas-fraudes-industria-alimentaria.html?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_content=comer&utm_campaign=lv&utm_campaign=botones_sociales&utm_source=twitter&utm_medium=social
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