Carlos II (detalle), por Juan Carreño de Miranda. El elevado grado de consanguinidad que se acumuló en este rey favoreció que tuviera varios genes mutados que le provocaron la esterilidad y las enfermedades responsables de su sobrenombre: El Hechizado. / Wikipedia |
En la sala de los retratos reales de Velázquez del Museo del Prado,
todos los rostros presentan un parecido asombroso. No fue capricho del
pintor, sino genética. Ningún miembro de la casa de Austria se libraba
del mentón adelantado, el labio inferior grueso y la nariz bulbosa.
Detalles que desvelan la historia de varias generaciones de casamientos
entre parientes cercanos.
Las meninas (Velázquez). Los personajes de la derecha tienen dos tipos de enanismo: acondroplasia y déficit de hormona del crecimiento. / Wikipedia |
“Los rasgos se van acentuando generación tras generación hasta llegar a Carlos II [último miembro de la dinastía], en el que son tan marcados que parece deforme y enfermo. Tantos casamientos entre primos hermanos y tíos con sobrinas hacen que su nivel de consanguinidad sea más elevado que si su padre y madre fueran hermanos”, explica.
Según Marfany, en el último rey de la casa de Austria se encontraron genes mutados que le provocaron varias enfermedades genéticas raras simultáneas, lo que le valió el título de ‘El hechizado’.
La consanguinidad de los Austria es solo una de las historias de ciencia que se esconden en los cuadros del Prado.
Infanta Margarita (Martínez del Mazo), con mentón adelantado y nariz bulbosa, típicos de los Austria. / Wikipedia |
En la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el curso pasado se organizó la asignatura de Bioquímica en torno a las pinturas del museo, coordinada por Alicia Megías.
“Aunque parezca mentira, la ciencia también tiene que ver con el Prado”, explica. Además de visitar el museo, a los alumnos se les presentó un cuadro sobre el que tenían que aplicar los conocimientos aprendidos en clase.
“Dar una conexión a la asignatura con la vida real hace que los estudiantes se interesen más”, asegura Megías.
Bufones y enanos
En Las Meninas, probablemente el cuadro más conocido del museo, hay dos personajes secundarios afectados por enanismo. Sus diferentes características físicas indican que no padecían la misma enfermedad. Nicolás Pertusato, el personaje situado más a la derecha, está bien proporcionado, lo que hace sospechar que tenía un déficit de hormona del crecimiento. A su lado, Mari Bárbola tiene las extremidades anormalmente cortas, mientras el tronco y la cabeza presentan un tamaño mayor, son características propias de la acondroplasia.
Emperadores y pintores enfermos
Las pinturas también pueden ocultar patologías del artista. Ante las figuras exageradamente estilizadas de los cuadros del Greco, como su Caballero de la mano en el pecho (1578-80), hay quien sugiere que quizá el pintor sufriera un defecto visual, aunque otros lo consideran una licencia artística
Presentación de don Juan de Austria al emperador Carlos V (Eduardo Rosales). El emperador, sentado, sufre de gota. El alto contenido en carne de su dieta le provocó la acumulación de ácido úrico en las articulaciones propia de la enfermedad. / Wikipedia |
“Esta obra sirve como ilustración de la enfermedad y como introducción para explicar cómo se metabolizan los hidratos de carbono, lípidos y proteínas que consumimos”, indica Megías.
Sacerdotes genetistasMarfany confiesa que cuando observa a los sacerdotes polinizando las plantas en algunos relieves persas, “casi sin querer pienso en cómo el ser humano se ha dedicado a hacer genética desde que fue capaz de entender los ciclos vitales”.
“Quizás le podríamos llamar deformación profesional, pero en lugar de pensar que una mirada tan particular empobrece, para mí supone descubrir aspectos que de otra forma podrían pasar desapercibidos”, añade la genetista.
Hilanderas de proteínasLas hilanderas (1657) sirven para explicar la estructura de las proteínas. “Este cuadro, así como los ropajes de los retratos de reyes, infantes y cortesanos, sirven de gancho para analizar la estructura y características de proteínas fibrosas –explica la profesora de la UCM–. Cuando el pintor es bueno, se aprecia muy bien el tipo de tejido del que están hechos”.
Los bodegones inspiraron a la profesora Megías para hablar del metabolismo, pero “no solo, sino también de lo que se comía en la época según clases sociales, y por qué había enfermedades relacionadas con una mala alimentación”, indica la investigadora.
Las hilanderas o la fábula de Aracne (Velázquez). / Wikipedia |
Los lienzos con representaciones de la armada real o batallas navales esconden la historia de millones de afectados por el escorbuto, una enfermedad causada por la falta de alimentos frescos en la dieta de los marineros.
Defensa de Cádiz contra los ingleses (Zurbarán). / Wikipedia |
“El museo puede servir para aprender muchas cosas, no solo arte”, asegura la investigadora. Son muchos los ángulos desde los que se pueden observar las obras y muchas las historias de ciencia escondidas tras sus escenas.
“Como científica, como genetista, miro la realidad a mi alrededor a través de mis ojos y mi conocimiento. Esto me acerca al artista o al sujeto del cuadro”, confiesa Marfany. “Pero también me pasa con otras cosas, como cuando bebo una cerveza y pienso en el sabor de la levadura. Y al revés, cuando trabajo en el laboratorio con levaduras, me huelen a cerveza o a pan. ¡Es que te las comerías!”.
Más información: http://www.agenciasinc.es/Reportajes/Una-visita-al-Museo-del-Prado-con-ojos-de-bioquimico
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