Tan sólo 31.000 votos han evitado el domingo 22 de
mayo la victoria de la ultraderecha en las presidenciales de Austria.
Una inquietante advertencia de que las formaciones de ideología xenófoba
y ultranacionalista no son ya sólo un peligro latente. Su cada vez
mayor presencia institucional en los parlamentos regionales y nacionales
de los 28 Estados miembros de la UE y en la Eurocámara en Bruselas es
ya una realidad.
A continuación analizamos el avance de formaciones ultranacionalistas y xenófobas en ocho países de la Unión Europea.
1. Austria:
Norbert Hofer, candidato del partido austriaco ultraderechista FPÖ, prometió
a mediados de abril que si ganaba las elecciones presidenciales y si
la economía no se reactivaba, disolvería el Gobierno. En Austria, el
presidente tiene este poder. Hofer no ha ganado…, pero casi. Obtuvo un
49,7% de apoyo en segunda vuelta. En la primera consiguió ser la fuerza
más votada con el 35,3% de los votos. Esto, frente a unos partidos
tradicionales que solían abarcar entre ambos cerca del 80% de los votos.
Nacionalista, populista y xenófobo, el FPÖ se fundó hace más de 60 años. Sus primeros logros electorales se dieron a mediados de los años ochenta, de la mano de Jörg Haider. En 1989 llegó a ser el partido más votado del Estado federado de Carintia.
Las elecciones legislativas de 1999 lo colocaron como
segunda fuerza del país con el 26,9% de los votos, los que le permitió
acceder al gobierno mediante una coalición. En la década de 2000 el
partido perdió mucha fuerza, principalmente por disputas y
contradicciones internas, algo que acabaría con la salida de Haider de
la formación. Pese a ello, el FPÖ comenzó su remontada electoral en
2008, cuando alcanza un 17,5% de los votos en las elecciones
legislativas.
En el Parlamento Europeo obtuvo su mejor resultado
hasta el momento en 1996 con un 27,53% de las papeletas. Tras ir
perdiendo votos en la siguiente década, a partir de 2004 comenzó su
remontada. En los últimos comicios europeos, los de de 2014, obtuvo un
apoyo del 19,70%.
2. Alemania:
En 2013, año de su nacimiento, AFD (Alternativa para
Alemania) conseguía un apoyo del 4,7% en las elecciones legislativas. Se
quedó fuera del Parlamento al estar fijado el mínimo para entrar en el
Bundestag en el 5%. En los siguientes comicios –en los que se elegía a
los representantes del Parlamento Europeo–, un año después, el
porcentaje aumentaba hasta el 7%. El euroescepticismo, gestado en plena
crisis griega, fue el principal argumento de la formación en sus
primeros meses de vida.
Pese a estos resultados, AFD se presentaba como un
partido prácticamente desahuciado hace casi un año debido a disputas
internas. El cambio llegó cuando decidió cambiar de enemigo. El euro dejó de ser objetivo de sus ataques y el foco se trasladó a los refugiados. A principios de 2016 las encuestas lo situaban como tercera fuerza en el país, y el diario BILD aseguraba que había conseguido reunir más de 3 millones de euros en donaciones. Tanto
la presidenta como la vicepresidenta de AFD llegaron a insinuar la
necesidad de usar armas de fuego contra los refugiados que entrasen de
forma ilegal en el país.
Junto con la plataforma Pegida (Patriotas Europeos
contra la Islamización de Occidente), AFD ha recuperado términos del
imaginario ultranacionalista como Lügenpresse –“prensa de las mentiras o
prensa mentirosa”–, o Überfremdung –“sobreextranjerización”–.
La creciente polarización y radicalización política se
confirmó en las elecciones regionales del pasado marzo. AFD alcanzó el
15% y el 12% de los votos en los Estados federales de Baden-Wurtemberg y
Renania-Palatinado. En Sajonia-Anhalt llegó al 24%, situándose como segunda fuerza más votada, por delante de los socialdemócratas.
3. Polonia:
Las elecciones legislativas del 25 de octubre de 2015
supusieron un cambio de gobierno en Polonia. Plataforma Cívica –que
había gobernado el país desde 2007 con una marcada agenda europeísta–
daba paso al partido Ley y Justicia (PiS), que ganó los comicios con un
apoyo del 37,6% y la mayoría absoluta en las dos cámaras del país.
Nacionalista
y contrario a la llegada de refugiados, el partido ya se había hecho
con la jefatura del Estado en las elecciones de mayo de 2015. Beata
Szydlo, actual primera ministra del país, esgrimió poco antes de las
elecciones el argumento del peligro terrorista si se aceptaban las
cuotas de refugiados impulsadas por la UE.
Tras hacerse con el Gobierno, el PiS certificaba
de forma casi inmediata su alejamiento del centro de la Unión Europea y
su acercamiento al ejecutivo húngaro de Viktor Orbán.
Medidas como el nombramiento de jueces afines en el
Tribunal Constitucional
–criticadas por pervertir el Estado de Derecho y
la separación de poderes– o el control agresivo de los medios de
comunicación públicos despertaban las voces de alarma en Europa. Pero lo
cierto es que, desde su nacimiento en 2001, el apoyo a Libertad y
Justicia ha sido muy amplio en Polonia. De hecho, ya gobernó entre 2005 y
2007, en una corta pero polémica legislatura. Esta vez, sin embargo, la
mayoría absoluta –aplicada rápidamente para llevar a cabo profundas
reformas legislativas–, un
lenguaje revolucionario centrado en los valores patrióticos y
tradicionales y un euroescepticismo claramente enfocado en rechazo de
refugiados ponen en entredicho el Estado de Derecho en el país.
Su representación en Bruselas no ha parado de crecer
desde 2004. En 2014 sus listas al Parlamento Europeo obtuvieron el
apoyo del 31,80% de los votantes polacos.
4. Grecia:
Amanecer Dorado es probablemente el más extremo de los
ultraderechismos institucionalizados de Europa. De hecho, el partido
tiene como base ideológica, desde su fundación en 1985, el nazismo.
Su entrada definitiva en 2012 –tras dos intentos
fallidos en 1994 y 1996– en las instituciones coincidió con el inicio de
la crisis griega. También con el auge de su actividad violenta. Entre
2011 y 2013, el observatorio Racist Violence Recording Network registró
más de 350 ataques racistas en el país. En 2013, miembros de Amanecer
Dorado asesinaron a Pavlos Fyssas, un rapero y militante de izquierda
griego.
Profundamente xenófobo, Amanecer Dorado no ha podido
capitalizar en votos la llegada de miles de refugiados a las islas
griegas a lo largo de 2015. Aunque su voto creció porcentualmente entre
los comicios de enero y septiembre, descendió en apoyos totales. Aun
así, cerca de 400.000 personas optaron por esta formación en las últimas
elecciones generales, lo que le permitió tener 18 diputados en el
Parlamento.
En 2014, fueron más de medio millón los votos que recibieron en las elecciones europeas.
5. Francia:
El Frente Nacional cuenta con una larga trayectoria en
la política francesa. Fundado en 1972, obtuvo su primer gran éxito
electoral en 1986, cuando consiguió 36 escaños en el Parlamento, favorecido por un cambio en la forma de escrutinio.
Su fundador, Jean-Marie Le Pen, logró en 2002 colarse
en la segunda vuelta de las presidenciales frente a Jacques Chirac. El
excombatiente en la guerra de Argelia había obtenido un 16,86% de los
votos, siete décimas más que el socialista Lionel Jospin, en la primera
ronda. La unión de socialistas y conservadores permitió finalmente a
Chirac imponerse con el 82,21% de los votos.
En 2011, la hija de Jean-Marie, Marine Le Pen,
estableció una estrategia política de moderación y desdemonización que
ha llevado al partido a importantes cotas de apoyo en las distintas
elecciones celebradas en Francia. El Frente Nacional alcanzó el 17,90%
de los votos en la primera vuelta de las presidenciales de 2012.
La eclosión definitiva llegó en las europeas de 2014 y
en los comicios regionales de diciembre de 2015, donde el FN fue el
partido más votado.
La lista ultraderechista obtenía un apoyo del 24,86% en las elecciones al Parlamento comunitario. Lograba así 24 escaños.
En la primera vuelta de las regionales de 2015, el FN resultó vencedor en seis de las trece regiones metropolitanas.
Dos de sus candidatas –Marine Le Pen y su sobrina Marion Maréchal Le
Pen– superaron el 40% del apoyo. Además, otros cuatro candidatos del FN
llegaron a ser los más votados en el resto del país. Finalmente, en la
segunda vuelta de los comicios, el partido alcanzó un porcentaje de voto
del 27% y no consiguió hacerse con el poder en ningún gobierno
regional.
6. Hungría:
En septiembre de 2015 el Parlamento húngaro aprobaba
distintas medidas legales que preveían penas de hasta tres años de
cárcel para aquellos que cruzasen su frontera de forma irregular, y de
hasta cinco años si dañaban las vallas que se encuentran en ella.
Una muestra de la deriva autoritaria y ultraderechista
tomada por el país. Detrás de ella, Viktor Orbán, primer ministro de
Hungría desde 2010 y líder del partido Fidesz-Unión Cívica. Orbán ha llegado a proponer la restauración de la pena de muerte y la instalación de ‘campos de trabajo’ para refugiados.
En 2014, Fidesz volvió a ganar las elecciones
legislativas con un 45,04% de los votos. Además, Jobbik, una formación
con raíces ideológicas nazis, se situó como tercera fuerza con un apoyo
del 20,30%. Ese mismo año, las elecciones europeas dejaban a ambos partidos en la misma posición: primera y tercera fuerza, respectivamente.
En los últimos años ha habido denuncias de
antisemitismo, homofobia y discriminación religiosa en el país. Guy
Verhofstadt, líder liberal en el Parlamento Europeo, ya pidió en 2013 que
la Comisión Europea activase el artículo 7 del Tratado de la Unión para
determinar si existe en Hungría “un claro riesgo de seria ruptura de
los valores democráticos europeos”.
Fidesz cuenta con 12 diputados en el Parlamento de la
UE, un número suficiente para explicar la posición pasiva del Partido
Popular Europeo ante el comportamiento del Gobierno de Orbán, miembro
del mismo grupo parlamentario.
7. Reino Unido:
Orden en el país y demonización de los inmigrantes. Estas eran las ideas principales con las que Nigel Farage, líder del partido ultraderechista y euroescéptico UKIP, llegaba a las elecciones generales de Reino Unido en mayo de 2015.
El antecedente más cercano, los comicios europeos de 2014 que
reportaron a la formación xenófoba 23 diputados –más que ningún otro
partido británico– y un 26,6% en el porcentaje de voto.
Finalmente, en las elecciones del 7 de mayo de 2015, UKIP lograba un solo escaño en el Parlamento. No
fue por falta de apoyo: 3,8 millones de votos y un porcentaje del 12,6%
no se tradujeron en representación institucional debido al sistema
electoral mayoritario.
8. Suecia:
Otro de los ejemplos del ascenso de la ultraderecha en
Europa se encuentra en Suecia. Demócratas de Suecia (SD), partido
fundado en 1988 y con raíces supremacistas, ha cosechado un importante
crecimiento en las distintas elecciones celebradas en el país en los
últimos 15 años.
En 2010, el SD lograba por primera vez representación
en el Parlamento sueco, con 20 parlamentarios y un 5,7% de los votos. En
las siguientes elecciones legislativas, cuatro años más tarde,
duplicaría ampliamente los resultados con cerca de 50 representantes,
una séptima parte de la cámara.
Su crecimiento en las elecciones europeas también ha
sido exponencial. En 2014 obtuvo casi un 10% de los votos y dos
europarlamentarios en 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario