En 1975 cinco países sudamericanos acordaron coordinar sus acciones
represivas para asesinar a militantes de izquierdas más allá de sus
fronteras
Un tribunal ha condenado a 15 militares y agentes de inteligencia a penas de entre 8 y 25 años de prisión por "asociación ilícita" y por su responsabilidad en la detención y desaparición de 105 víctimas
Los dictadores responsables de este plan de terrorismo de Estado –Pinochet, Videla, Banzer, Stroessner y Bordaberry– murieron antes de poder ser juzgados
La 'Interpol' anticomunista
No en vano muchos de los militares de
esta región habían recibido formación sobre estrategias 'alternativas'
para luchar contra el comunismo y el marxismo en departamentos
relacionados con la CIA. Los miembros de Cóndor tenían además un sistema
de comunicación encriptado, Condortel, cuyo centro operativo estaba en
una base norteamericana en el Canal de Panamá. Además, se sabe que
guardaban la información compartida entre los países en ordenadores, una
tecnología que estaba por entonces muy lejos de Sudamérica.
Un tribunal ha condenado a 15 militares y agentes de inteligencia a penas de entre 8 y 25 años de prisión por "asociación ilícita" y por su responsabilidad en la detención y desaparición de 105 víctimas
Los dictadores responsables de este plan de terrorismo de Estado –Pinochet, Videla, Banzer, Stroessner y Bordaberry– murieron antes de poder ser juzgados
15 represores fueron condenados por "asociación ilícita" por el Plan Cóndor y por su responsabilidad en la desaparición de un centenar de víctimas. EFE |
"Hay que aprender a resistir. Ni a irse ni a quedarse, a
resistir, aunque es seguro que habrá más penas y olvido", dice Juan
Gelman, parafraseando al tango, en su poema Mi Buenos Aires querido. El
inolvidable poeta no consiguió resistir lo suficiente –murió en 2014–
para estar en Buenos Aires este viernes mientras un juez dejaba caer con
voz firme la condena de 25 años de prisión para Juan Cordero
Piacentini, responsable del secuestro de su nuera y de su hijo Marcelo.
Aquello ocurrió en 1976. Tenían 19 y 20 años.
Pero
el sino de los Gelman había empezado antes, cuando el 28 de noviembre de
1975, representantes de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia
se sentaron a la mesa de la Primera Reunión de Inteligencia Nacional
para fundar el Plan Cóndor, una especie de Mercosur de la muerte, un
acuerdo internacional secreto para perseguir y eliminar a militantes
políticos, sociales, sindicales y estudiantiles. Más de 40 años después,
la Justicia argentina acaba de reconocer por primera vez la existencia
de esta asociación ilícita criminal y ha condenado, en un fallo
histórico, a algunos de sus miembros a entre 8 y 25 años de prisión.
"Es una sentencia que marca un hito, porque es la
primera vez que se juzga la estructura delictiva formada por los Estados
para reprimir y matar", explica Luz Palmás Zaldúa, abogada de una de
las querellas.
El fallo ha llegado tarde, en
cualquier caso, para que lo oyeran desde el banquillo los máximos
responsables del Plan Cóndor: el dictador chileno Augusto Pinochet, el
argentino Rafael Videla, el boliviano Hugo Banzer, el paraguayo Alfredo
Stroessner y el uruguayo Juan María Bordaberry. Todos ellos están
muertos. Solo uno de ellos fue condenado en vida, los demás jamás
tuvieron que responder por las atrocidades que cometieron.
Videla sí fue condenado por delitos de lesa humanidad, y pasó sus
últimos días en arresto domiciliario. La última vez que cruzó la puerta
de calle fue para declarar en este juicio, que ha necesitado 16 largos
años para llegar a una sentencia. El dictador reafirmó su
responsabilidad en todo lo ocurrido durante el autodenominado Proceso de
Reorganización Nacional, que en Argentina dejó decenas de miles de
desaparecidos. Falleció tres días después.
El exagente de la inteligencia Argentina Miguel Ángel Furci asiste a la lectura de la sentencia por el Plan Cóndor. EFE |
También llega tarde para algunos familiares de las 150
víctimas incluidas en el juicio que, como Gelman, no pudieron ver cómo
se hacía justicia con el dolor y la desaparición de sus seres queridos.
Sí escucharon la sentencia el uruguayo Cordero Piacentini y los 17
acusados argentinos –la mayoría mandos militares de nivel alto y medio–
entre los que estaba el último presidente de la dictadura, Reynaldo
Bignone, a quien le cayeron 25 años de prisión. En total, 15 represores
(dos fueron absueltos) han sido condenados "por el delito asociación
ilícita en el marco del denominado Plan Cóndor", además de, en muchos
casos, privación ilegítima de la libertad.
Los
condenados oyeron la sentencia en una sala abarrotada, en la que
sobraban expectación y lágrimas contenidas, en la que algunas mujeres
lucían con orgullo en sus cabezas los pañuelos blancos que son a la vez
memoria y obstinación justiciera, en la que los colores de una bandera
uruguaya recordaban que la hermandad con Argentina no es solo la del
horror que ha quedado probado en el juicio. La mayoría de ellos lo hizo
con el rostro impávido, aún cuando el tribunal enumeraba con nombre y
apellido a cada una de sus víctimas, que en ciertos casos se contaban
por decenas.
Argentina se convierte así en el
único país que ha juzgado a los jefes militares que, a través de esta
asociación criminal, articularon un terrorismo de Estado sin fronteras
en el Cono Sur.
La 'Interpol' anticomunista
El plan llevaba años gestándose, pero el documento se rubricó –con el
conocimiento de Estados Unidos– en 1975. Todos los países firmantes
estaban gobernados por dictaduras o iban camino de estarlo, como
Argentina. Aunque ningún representante de Brasil refrendó ese documento
inaugural, ha quedado probada la cooperación de ese régimen en
actividades represivas contra opositores políticos de otros países.
Por ejemplo, en el caso de Norberto Habegger, que fue secuestrado en
Río de Janeiro posiblemente por agentes de la Policía Federal Argentina,
ayudados por las fuerzas armadas y de seguridad brasileñas. Su hijo
Camilo ha rodado un documental sobre su propia investigación sobre la
muerte de su padre, que se estrenará en unos meses.
Los países del Cóndor buscaban "compartir información sobre los
subversivos" y crear, de acuerdo con el acta fundacional, una suerte de
"Interpol" anticomunista. Esto lo sabemos porque Paraguay, por error o
por sensación de impunidad, registró con detalle su actividad criminal, y
guardó una copia del acuerdo que forma parte del llamado Archivo del
Terror. Gracias a esos documentos, a las investigaciones realizadas en
varios países y a los informes desclasificados por Estados Unidos a
pedido de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, además la organización pro derechos humanos CELS, se conocen detalles del plan.
Por ejemplo, que se articuló en tres fases: la primera
para identificar a "los objetivos", la segunda para eliminarlos, y una
tercera para realizar este tipo de operativos y asesinatos en países que
no formaban parte del Cóndor. No fue hasta entonces que Estados Unidos
mostró objeciones diplomáticas al accionar de las dictaduras
sudamericanas.
El mismo año en que aquella reunión secreta se gestaba
en Santiago de Chile, María Emilia Islas y Jorge Zaffaroni dejaban
Montevideo, donde la dictadura de Bordaberry acechaba a los militantes
de izquierdas, para intentar ponerse a salvo en Buenos Aires. La nueva
vida les duró poco. En 1976 ya había un gobierno militar en Argentina y
el Cóndor había sellado el destino de muchos como ellos, los que habían
escapado. Ya no había fronteras para la persecución. No había donde
esconderse.
El 27 de septiembre de 1976 un grupo de
tareas uruguayo secuestró al matrimonio y a su pequeña hija Mariana, de
18 meses. Los llevaron a uno de los centros clandestinos de detención
más importantes de Buenos Aires: Automotores Orletti. Nunca más se supo
de María Emilia ni de Jorge. En 1983 localizaron a Mariana, que había
vivido como hija del agente de Inteligencia Miguel Ángel Furci, y de su
esposa Adriana González.
Furci era el único civil
imputado en la causa por la privación ilegal de la libertad de 67
personas y los tormentos padecidos durante sus cautiverios en
Automotores Orletti, el ‘centro de operaciones internacional’ de la
represión argentina. El jurado lo ha condenado por esos delitos a 25
años de prisión.
En total, se han juzgado los casos
de 105 víctimas –45 uruguayos, 22 chilenos, 14 argentinos, 13 paraguayos
y 11 bolivianos–, además de las 67 víctimas sin relación directa con el
Plan Cóndor de Automotores Orletti.
Condenaron a exdictador argentino Bignone a 20 años de prisión por Plan Cóndor EFE |
Marcelo Gelman fue asesinado en 1976, poco después de
ser detenido. Trece años más tarde se hallaron sus huesos en una tumba
sin nombre en un cementerio bonaerense. Su esposa, María Claudia, sigue
desaparecida. En 2000, a fuerza de resistir, como mandaban sus versos,
el poeta Juan Gelman se reencontró con su nieta Macarena, que había sido
robada tras nacer en cautiverio. Ella, querellante en el juicio, esbozó
una pequeña sonrisa al oír la sentencia contra el verdugo de sus
padres.
Si Gelman hubiera conseguido resistir lo
suficiente como para acompañarla, quizá hubiera derramado una lágrima
por esa pena de cuatro décadas. Pero seguramente lo habría hecho
sabiendo también que los versos –ni siquiera los suyos– no son
infalibles, y que desde este día habrá, para el mundo, un poco menos de
olvido.
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