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| Una invitada a la ceremonia de los Oscar posa en la alfombra roja del teatro Kodak. Vaibhav Ahuja | 
¿Qué significa todo esto? Pues que, como Delpy denuncia (y ha tenido que pedir disculpas por ello),  
efectivamente, ser mujer hoy en su industria (y en cualquier aspecto de
 la vida, añado yo) es un ejercicio de supervivencia tan grande como el 
de cualquier minoría y, sin embargo, como las mujeres vivimos atrapadas 
en ese extraño limbo de ser una falsa minoría (en realidad, somos la 
mitad de la humanidad), cuando reclamamos nuestros derechos o 
denunciamos las situaciones de injusticia a las que somos sometidas a 
menudo se nos malinterpreta, se nos obliga a disculparnos y hasta parece
 que molestamos porque llevamos más de medio siglo reivindicando la 
igualdad (un siglo entero si recordamos a las sufragistas de las que 
hablaba en una extraordinaria columna
 Rosa Montero) y al hombre que domina el mundo le suena a disco rayado: 
somos un coñazo. Si no, ¿por qué tanta saña contra estas dos actrices y 
ninguna contra Caine?
Para que ustedes entiendan de lo que hablo es necesario recuperar las frases originales de Delpy y de Rampling. La primera tuvo la ‘osadía’ de comentar durante un debate en Sundance:
 “Hace unos años dije algo sobre cómo la Academia (de cine) es muy 
‘white male’ y la prensa me hizo pedazos. Las mujeres no podemos hablar,
 a veces desearía ser afroamericana porque al menos a ellos nadie les 
machaca después de decir algo sobre su realidad como el hecho de que 
vivamos en un mundo xenófobo y no solo en lo que concierne a la Academia
  sino en el planeta entero. Pero es muy duro para una mujer hablar 
abiertamente. Creo que probablemente lo más difícil en Hollywood es ser 
mujer porque el feminismo es algo que se odia en Hollywood por encima de
 todas las cosas. No creo que haya nada peor que ser mujer en esta 
industria, al menos, en Estados Unidos. En Francia no es así”.
En unas horas la descuartizaban en las redes sociales, 
sobre todo, las mujeres negras porque, efectivamente, ser mujer y además
 negra debe ser aún peor que ser mujer a secas en Hollywood pero si uno 
lee detenidamente sus palabras no dijo nada denigrante contra la minoría
 afroamericana, ni tampoco dijo que ser negro fuera fácil sino 
simplemente hizo una constatación: ser mujer en Hollywood es muy duro.
Rampling fue algo menos fina: primero sugirió
 que el boicot de los miembros negros de la industria a la ceremonia de 
este año sonaba a “racismo hacia los blancos” y obviamente con esa frase
 cavó su propia tumba (como lo hizo Albert Rivera en las elecciones españolas
 tratando de comparar el maltrato a mujeres con el maltrato a hombres). 
Pero después dijo algo similar a lo que dijo Caine: “Nunca se puede 
saber pero quizás este año no había actores negros que merecieran estar 
entre los finalistas a los Oscar”. ¿Es una duda legítima? Podría serlo 
pero en medio de la polémica que hay montada sus palabras cayeron como 
una bomba. A Michael Caine, en cambio, se le ha perdonado con una 
palmadita en la espalda por ser ‘paternalista’ y ‘mayor’ (entre otras 
cosas, les pidió a los afroamericanos ‘paciencia’ y dijo que él tardó 
años en ganar un Oscar).
Aun así, ¿de verdad era necesario que Rampling y sobre todo
 Delpy se disculparan y dieran explicaciones? Ambas tienen agentes que 
probablemente les pusieron muy claras las normas a seguir en Hollywood, 
sobre todo a Rampling, que encima este año aspira a un Oscar a mejor 
actriz. Pero no deja de sorprenderme cómo todo lo relacionado con las 
mujeres acaba siendo escrutado al máximo en comparación con las 
reivindicaciones de cualquier otra minoría o con las opiniones de los 
hombres.
Es más, a menudo me pregunto por qué en Occidente cualquier
 manifestación relacionada con los derechos de algún colectivo 
minoritario (por ejemplo, a favor del matrimonio gay o en contra de la 
violencia racista) consigue hacer más ruido mediático que las que se 
organizan en protesta contra la violencia doméstica, el derecho al 
aborto o la igualdad salarial. Al fin y al cabo, el porcentaje de 
mujeres, alrededor del 50% de la población, es mucho mayor que el de 
población LGBT (entre el  1,2% y el 6,8%, según diferentes estadísticas)
 o el de población negra o latina en Estados Unidos (12% y 16%, 
respectivamente).
En 2015 murieron en España 64 mujeres a manos de sus 
parejas y se presentaron 266 denuncias diarias por maltrato, es decir, 
alrededor de 100.000 denuncias (aún no hay datos para todo 2015 pero en 
2014 fueron exactamente 126.742, según la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género).
Los casos registrados de delitos de odio fueron 1.285, 
según el Consejo General de la Abogacía, de los cuales 514 fueron 
debidos a la orientación sexual de la víctima, 475 fueron por ataques 
racistas, 199 contra personas discapacitadas, 63 por motivos religiosos y
 24 fueron delitos antisemitas. Todos ellos son espeluznantes pero es un
 hecho objetivo que su número es radicalmente más bajo que el de delitos
 perpetrados contra mujeres.
Fuente: http://ctxt.es/es/20160120/Firmas/3910/Oscar-actores-negros-mujeres-Cosm%C3%B3polis.htm
 
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