Escribir es
prever, decía Paul Valéry. Allá por 2005, Anthony Giddens se declaraba
un previsor azorado: “Temo un desplome de la economía europea y un
retorno del nacionalismo”, escribía. Giddens, reputado sociólogo
británico e inspirador intelectual de la tercera vía, apoyaba sin
remilgos por aquel entonces la reforma del Estado del bienestar para
combatir la dulce decadencia europea. Las reformas no llegaron; lo que
vino fue una crisis no tan dulce. Paralelamente, la socialdemocracia se
metió en un lío morrocotudo, pero —paradojas de la historia— esa crisis
ha traído de la mano una avalancha reformista, hasta el punto de que “el
alabado modelo social europeo corre peligro”, apunta. Giddens
reflexiona sobre un continente que se asoma a un largo estancamiento,
atacado por los populistas, espiado por sus aliados, inseguro de sí
mismo, más alemán que nunca. Y no evita los charcos: analiza las
pretensiones independentistas en su país y en España como “otra
consecuencia de la crisis” y no esconde sus críticas a un debate “en
general poco adulto, en el que falta reflexión y sobran emociones”.
“Siento decirles esto a escoceses y catalanes, pero es imprescindible
hacerse una pregunta sobre las pretensiones secesionistas: ¿Dónde se
detiene ese proceso?”
El mito
fundacional de Europa es “la semilla de una idea más amplia”, en
palabras del fallecido Tony Judt. Pero Giddens (Londres, 1938), en una
charla con este diario, detecta un movimiento pendular en sentido
contrario. Especialmente en Reino Unido: “Mi país demuestra una vez más
que es un caso aparte. A los problemas no responde con un referéndum,
sino con dos: el escocés y el europeo. Eso nos convierte en un peligro
para la estabilidad, ante la perspectiva de que Escocia salga de Reino
Unido y Reino Unido de Europa. Pase lo que pase, el país tiene que
repensar su identidad”.
“Lo más
preocupante”, a su juicio, “es que los británicos se enfrentan a
decisiones tan importantes sin un debate serio”. “Si una mayoría
reflexiona sobre estos temas y, con todos los datos sobre la mesa, los
británicos decidimos irnos de la UE, o los escoceses deciden separarse,
entonces no hay más que hablar: están en su derecho. Creo que Reino
Unido puede sobrevivir sin la UE, y Escocia sin Reino Unido. Pero
también creo que no hemos pensado lo suficiente en las consecuencias”.
Giddens no
ve paralelismos entre Escocia y Cataluña: “Es mucho más que eso: hay una
conexión directa. Primero, porque no hay más que ver los continuos
contactos entre los nacionalismos catalán y escocés. Y segundo, porque
España puede llegar a vetar el acceso de Escocia a la UE” (y viceversa,
Londres puede vetar la entrada de Cataluña). “Estoy firmemente a favor
de las naciones cosmopolitas, en las que la gente es capaz de vivir al
lado de alguien que piensa y siente de forma distinta”, se confiesa.
“Pero no haga mucho caso”, ironiza, “al fin y al cabo soy británico y un
europeísta entusiasta, algo aparentemente incompatible”.
La crisis ha
hecho aflorar dramáticamente los problemas que se venían incubando
desde hace tiempo. Los nacionalismos son solo uno de ellos. A sus 75
años y con 35 libros a sus espaldas, Giddens presentó el lunes en
Bruselas —de la mano del Lisbon Council— Un continente turbulento y poderoso,
un ensayo sobre Europa con una idea fuerza: en los próximos seis meses
se juega la batalla por la Unión, y la clave no está en los dos
kilómetros cuadrados escasos que ocupan las instituciones en Bruselas y
Estrasburgo: “El partido se juega en Berlín”.
“El euro ha
hecho a la UE mucho más interdependiente que antes. A la vez, esto se ha
hecho de una forma obtusa, explosiva y en muchos aspectos
irresponsable. Con las nuevas medidas de disciplina fiscal nos están
hablando de coordinación económica, pero no de integración: la UE ha ido
muy lejos, siempre bajo el mando de Alemania, pero sin la
imprescindible integración política, y con los consiguientes problemas
de legitimidad democrática. Es urgente un nuevo salto político. El nuevo
Gobierno alemán será crucial”.
“Merkel ha
hecho un buen trabajo manteniendo unido el euro, lo que no era nada
fácil. Se abre una nueva etapa: el liderazgo alemán no puede ser el
mismo que hasta ahora: la fractura Norte-Sur, acreedores-deudores, no
puede agravarse, porque es el caldo de cultivo que haría emerger los
populismos. Necesitamos una Alemania que reconozca que es vulnerable a
lo que pase en Europa”.
Hace 10
años, Alemania era el enfermo del continente. “¿No se da cuenta Berlín
de que, con la crisis europea, puede volver a enfermar?”. “La UE
necesita más cambios: el Sur hace reformas estructurales, pero deben
hacerse también en el Norte. La defensa del euro requiere además una
unión bancaria en condiciones y transferencia de poder fiscal al centro;
a cambio debe haber alguna forma de mutualización, de compartir
responsabilidades entre acreedores y deudores. Alemania debe despertar y
darse cuenta antes de que vuelva el peligro”.
Giddens,
además de padre de la tercera vía, es hijo de un trabajador del metro
londinense. ¿Podría hoy el hijo de un trabajador del metro de Sevilla
convertirse en lord Giddens? El entrevistado se remueve en la silla y
rechaza la pregunta: “Es inaceptable para un sociólogo, las
circunstancias históricas son muy diferentes”. ¿Qué responsabilidad
tiene la tercera vía en la crisis de la socialdemocracia? Ahí Giddens,
amable, simpático y con la frescura analítica de siempre, vuelve a
mostrarse incómodo, pero dispara: “La causa de la crisis es esa nueva
forma de capitalismo financiero que se incubó durante décadas. La
socialdemocracia pudo contribuir a la desregulación, pero ahora tiene la
responsabilidad de transformarse: debe recuperar el control de los
mercados. Y a escala europea hoy debe enfrentarse a otro cambio:
sustituir el Estado del bienestar por un Estado de inversión social. En
un continente con casi 30 millones de parados, hay que ver dónde se
puede crear empleo, y para ello se debe recuperar base industrial;
además, queda por hacer la reflexión de cuánta cohesión social podemos
pagar en términos de competitividad global, y plantearse cómo puede
cambiar la respuesta todo lo relacionado con la revolución tecnológica”.
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