En un artículo reciente, un grupo de investigadores de la escuela de informática y computación de la Universidad de Indiana ha analizado la evolución del movimiento Occupy Wall Street (OWS) en la red social Twitter. Caracterizado por el eslogan «We are the 99%» («Somos el 99%»), dicha protesta nació en septiembre de 2011 en EE.UU. con el objetivo de denunciar los enormes niveles de desigualdad entre la minoría más rica del país (el 1 por ciento) y el resto de los ciudadanos.
En su estudio, Michael D. Conover y otros colaboradores analizaron la presencia en Twitter del movimiento OWS durante un período de 15 meses; desde tres meses antes del comienzo de las protestas, hasta un año después. Los investigadores se centraron en tres aspectos: el volumen de tráfico asociado de manera explícita al movimiento, los posibles cambios en los intereses políticos de los usuarios que participaron en su difusión, y el número de conexiones personales surgidas entre ellos. El estudio concluye que, un año después de su inicio, los parámetros analizados habían vuelto a valores casi idénticos a los de los meses anteriores a las protestas.
Usuarios y etiquetas
La red social Twitter permite a sus usuarios publicar mensajes cortos de hasta 140 caracteres («tuits»). Los miembros de la red pueden establecer relaciones mutuas a través dos procedimientos básicos: o bien mediante conexiones directas entre cuentas personales, o bien por conexiones indirectas mediadas por intereses comunes. Por un lado, un individuo puede decidir «seguir» todos los mensajes publicados por otro usuario, republicar en su cuenta los comentarios de terceros, o mencionar explícitamente a otras personas en sus tuits. Por otro, cada usuario puede añadir a sus mensajes una «etiqueta» de libre elección (como #occupywallstreet, por ejemplo), lo cual permite a cualquier individuo seguir todos los mensajes relacionados con el tema en cuestión, con independencia de quién los haya redactado.
Conover y sus colaboradores partieron de un análisis de todos los tuits publicados con las etiquetas #occupy* (donde * simboliza cualquier cadena de caracteres) y #ows durante los 15 meses en los que se centró el estudio. Dicho criterio les proporcionó un corpus de más de 1,8 millones de mensajes redactados por unos 450.000 usuarios diferentes. Si bien durante los primeros dos meses posteriores al inicio del movimiento el número de mensajes con esas etiquetas fue del orden de unos 10.000 tuits cada 12 horas, un año después el tráfico había descendido varios órdenes de magnitud.
A pesar de esa disminución en el número de referencias explícitas a OWS, los autores se preguntaron si la eclosión del movimiento habría producido algún cambio en los intereses políticos de quienes participaron en su difusión. A tal fin, extrajeron una muestra aleatoria de 25.000 usuarios del corpus inicial y analizaron todos los tuits publicados en dichas cuentas durante el mismo período. En total, el nuevo corpus sumaba unos 7,8 millones de tuits.
Los autores se fijaron en qué proporción de tuits contenían etiquetas relacionadas con dos grandes temas: política interna estadounidense (mensajes con etiquetas como #teaparty, #obama, etcétera) y movimientos sociales en el extranjero (etiquetas como #arabspring o #greece, por ejemplo). Al final del período considerado, la fracción de mensajes publicados con dichas etiquetas apenas había variado con respecto a los meses previos al inicio de las protestas (véase la figura).
Por último, los investigadores intentaron estimar el número de conexiones surgidas entre los usuarios que participaron en la difusión del movimiento. Para ello calcularon el número de menciones directas entre unos y otros, así como la cantidad de mensajes republicados, con independencia de su contenido. Aunque el número de conexiones aumentó de manera notable durante los primeros meses del movimiento, a ello siguió un declive gradual hasta alcanzar, un año después, valores muy próximos a los meses previos al comienzo de las protestas. Los autores concluyen que, en la red social Twitter, el movimiento OWS parece haber surgido a partir de un grupo de usuarios entre quienes ya existían conexiones previas, los cuales ya manifestaban un interés considerable hacia cuestiones políticas. Sin embargo, el movimiento no parece haber modificado a largo plazo ninguno de estos dos aspectos.
El artículo finaliza con dos reflexiones. Por un lado, los investigadores reconocen que sus resultados no pueden interpretarse como un fracaso general del movimiento Occupy Wall Street, ya que siempre puede argumentarse que la iniciativa logró llevar al debate público numerosas cuestiones relacionadas con las desigualdades económicas en EE.UU. Sin embargo, parece razonable pensar que sus participantes aspirasen a una presencia más sostenida en Twitter. En líneas generales, eso no parece haber ocurrido.
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