miércoles, 31 de julio de 2013

CONTRA LA DEMOCRACIA

En un rincón de mi estantería encontré un libro que me regaló un amigo, editor de Virus, hace 20 años. “Contra la paz, contra la democracia”, dos charlas que vino a dar Agustín García-Calvo a Barcelona, en 1991 y 1992. Se trata de un texto contundente y lúcido, muy preciso en sus posiciones y con esa capacidad de transmisión que caracteriza a su autor. Para Agustín hablar es hacer, y de este modo se adentra en el análisis del montaje del capitalismo a través del uso del lenguaje, un tema que le apasiona. En la primera nos habla de cómo la idea de ensalzar la paz, ha sido la manera, incluso la justificación, de perpetrar la guerra como fuente de un negocio inagotable. Una guerra inacabable, cotidiana, silenciosa.
En la segunda charla sobre la democracia expondrá sus argumentos para estar decididamente en contra. Agustín plantea que el nombre de la democracia es en realidad el de la demotecnocracia o tecnodemocracia y que ésta es la única forma verdadera de poder, que no hay otra. Por tanto la única forma de poder, la última, en la que estamos sumergidos íntegramente es en la demotecnocracia. Desmonta la ficción de la guerra fría que hacía aparecer dos partes, dos bloques diferentes, o la de las dictaduras, eso es mentira. Hoy, de lo único que se trata es de democracia.
Democracia acompañada de una serie de significantes amo que la han hecho fijarse, robustecerse, hacerse realidad del mundo. Y es precisamente a partir de cuestionar estos significantes que va tejiendo su oposición. El primero es FUTURO. Creer en el futuro es de Ellos. Plantea claramente que el futuro será de Ellos o el pueblo despertará, pero porque romperá con el futuro. Más bien ubica al pueblo en el presente. Es una apuesta. Explica que elige hablar de pueblo –a pesar de que en los noventa ya era un término un poco obsoleto- porque lo quiere oponer al de HOMBRE y al de PROYECTO, que son dos términos fortísimos de la democracia. Es la suya una elección intencional, una acción a partir del lenguaje. Dice: “en la meta no creo contra la meta sí hablo”. Las heridas causadas por el capitalismo nos alcanzan a todos por igual. No hay diferencia entre una prostituta, un drogadicto, un obrero o uno mismo. Yo soy el otro.
Señalará que la función fundamental de la democracia es administrar la muerte, y eso consiste en convertir el tiempo en contable, en dinero, en rédito. En esa proposición se percibe muy bien una operación de asesinato progresivo y silencioso del deseo. La vida está completamente administrada, dividida en tiempo de trabajo y de ocio que es exactamente lo mismo, porque todo está volcado al consumo. Entonces todo es Trabajo y es trabajo para nada, que no debe servir de nada y que sobretodo está hecho para exterminar al deseo. La democracia está al servicio de la creación de necesidades. Se trata entonces de una gran entelequia entorno a la nada que lo obtura todo, que no deja ningún lugar vacío. Pareciera que el vacío, por el contrario, se haya desplazado a la vivencia más íntima de la subjetividad. A la par, la democracia propone un fortalecimiento delirante del Yo. Un yo bien fuerte, fortificado y sobretodo personal. El narcisismo campa a sus anchas. Agustín dice: “El Hombre es el Individuo perfectamente constituido… Poblaciones íntegramente constituidas por un número determinado de Individuos Personales que se pueden contar… Estado y Capital aspiran a eso en las estadísticas dándole el sostén a la unidad e individualidad”. Todo esto tiene profundas resonancias con las ideologías higienistas de la auto-ayuda, las TCC, el DSM, etc.
Este punto considero que es fundamental, puesto que tendríamos que distinguir que la apuesta por la singularidad que hace el psicoanálisis planteada por Lacan está justamente en oposición radical a este ideal democrático. La singularidad se funda en el deseo, el deseo es profunda alienación, y consiste en hacer operativo ese vacío. En el texto él hace aparecer esa dimensión de la singularidad articulada a su idea de pueblo. El pueblo como distinta a la masa de individualidades personales, el pueblo como “eso en el que no soy el que soy”, acentuando de este modo la vivencia de la división subjetiva como un motor de búsqueda generador de un vacío que agujeree tanta propaganda democrática sobre el yo, la seguridad y la felicidad. Me resulta interesante ubicar la división subjetiva precisamente ahí, en el pueblo, puesto que podemos pensar que para él esa singularidad de cada cual está articulada a un compromiso social. Es haciéndonos cargo de nuestra división, amándola incluso, que podemos generar esa fuerza de pueblo, o al menos esa es la lectura que hago de sus palabras. Considero que su posición es también la del deseo para el psicoanálisis, puesto que hacerse cargo de él implica necesariamente un compromiso social. La ficción de la barrera entre el sujeto y lo social es la que muestra el nudo del sinthome, puesto que la singularidad más radical es el lazo social.
Agustín nos habla de la suya, de su singularidad, que rechaza el futuro, la felicidad social, la resignación y el cinismo. En su caso es el activismo de la contra. Por eso pienso que como él expone, la lucha por preservar el deseo como motor de la singularidad humana necesariamente se ubica contra la Democracia.
Os recomiendo esta lectura fresca, llena de ideas que en su día me vapulearon como lo hace a su público. Muestra también algo de los efectos sobre la subjetividad, como 20 años atrás, los jóvenes, que era yo misma, se preguntaban cosas, buscaban, estaban enfrentados a la misión de desmontar un escenario que aún promulgaba la paz y la felicidad social. Hoy el escenario es otro. La mentira está desvelada, el monstruo muestra sus tripas. La angustia campa descarnada a sus anchas, ausente de síntomas que la tramiten. Pero quizás su ejemplo, el de un hombre que jamás cedió ante su deseo, jamás renunció a pensar con valentía, dé algunas claves, algunos puntos de referencia, para seguir bailándole a la muerte y al empuje irrefrenable de la devastación humana. El psicoanálisis está en eso, este Foro es un ejemplo.

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