“¿Es correcto utilizar el burka y hacer que mole para los niños, o que las niñas puedan pensar que les da poder en vez de quitárselo?”, se pregunta la novelista Bina Shah en su blog.
La preocupación de algunas feministas y educadores es si el uso de la prenda en la serie refuerza en lugar de subvertir ese símbolo de segregación y opresión que es habitual entre las comunidades pastunes más conservadoras, tanto en Afganistán como en Pakistán. El vestido adquirió notoriedad cuando los talibanes llegaron al poder en Kabul y lo hicieron obligatorio para todas las afganas. De igual modo, los talibanes paquistaníes tratan de imponerlo en las regiones que dominan.
“No es un signo de opresión”, aseguró Haroon Rashid a varios medios. El cantante, uno de los ídolos pop en el país, que ha ideado la serie, en absoluto comulga con los islamistas. Explica que Jiya utiliza el burka para ocultar su identidad al igual que otros superhéroes. De hecho, cuando no ejerce de heroína, la maestra ni siquiera se cubre con un pañuelo y su estilizado burka negro está muy lejos de los amplios sayones que constituyen su referencia. La intención era que el disfraz diera un toque local a la historia.
Tal vez el debate resulte un poco excesivo. Como ha señalado una pieza del Huffington Post, La vengadora del ‘burka’ al menos no cae en la ñoñería habitual de los dibujos de Disney de perder el tiempo frente al espejo para enamorar a un príncipe azul.
Rashid, que estudió empresariales en EE UU, pensó inicialmente crear un juego para el iPhone, pero tras reunir a una veintena de diseñadores gráficos y músicos en su estudio de Islamabad, optaron por unos dibujos animados para televisión. Él personalmente ha compuesto la melodía de la serie, pero a lo largo de sus 13 capítulos se incluyen también canciones originales de otros populares intérpretes del sureste asiático.
La historia transcurre “en el tranquilo lugar de Halwapur”, un pueblo imaginario en las montañas del norte de Pakistán. Allí, según el tráiler de la serie, “vivían tres niños y una cabra” felices hasta que… aparecieron Baba Bandook, cuya imagen recuerda a la de un talibán, y sus compinches. Los malvados intentarán cerrar la escuela local y perpetrar otras fechorías. El argumento suena familiar en un país en varias de cuyas regiones los talibanes han intentado imponer su ley, cerrado escuelas de niñas y amedrentado a la población.
Sin embargo, en la ficción, van a encontrarse con la tenaz resistencia de una misteriosa mujer. Como Wonder Woman o Super Girl, la heroína esconde su identidad bajo un traje negro, en este caso ese polémico burka, que le permite volar, entre otros poderes.
El alter ego de Jiya, quien aprendió artes marciales con su padre adoptivo, dispone además de innumerables recursos, como ese lápiz volador que abre el candado con el que los malos habían cerrado la escuela. La escena parece un guiño a Malala, la activista de 16 años a la que los talibanes quisieron asesinar el año pasado, aunque los productores dicen que el guion se elaboró antes del atentado.
De momento, entre los usuarios de las redes sociales La vengadora del ‘burka’ ha recibido críticas positivas. La mayoría de quienes la han comentado, sobre todo en Twitter, se han mostrado favorables e impresionados por la calidad y el mensaje de la serie.
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