miércoles, 26 de febrero de 2020

MSC: De lo que no se habla en el Mobile World Congress

El Mobile Social Congress sigue adelante pese a la cancelación del MWC. La autora analiza la importancia de abordar un cambio urgente en el sector de la electrónica.

El MSC analiza los vertederos de residuos electrónicos como el de la imagen



Un año más, en su quinta edición, el Mobile Social Congress (MSC) tiene lugar en Barcelona. Un congreso paralelo al Mobile World Congress donde se dan a conocer los impactos sociales y medioambientales del sector de la electrónica, demandando a fabricantes y organismos políticos un cambio urgente en el sector con el objetivo de conseguir una electrónica ética y sostenible.

A pesar de la cancelación del Mobile World Congress de este año, el MSC sigue en pie. Defendemos la importancia de mantenerlo ya que es imprescindible seguir dando a conocer estos impactos y alternativas para conseguir soluciones. Y es que realmente pensamos que todo esto debería de preocuparle al Mobile World Congress más allá del coronavirus, pues hay muchas más personas afectadas por estos impactos del sector de la electrónica, aunque no sea algo contagioso. Sólo en la República Democrática del Congo se habla de más de seis millones de muertes desde 1998 en el conflicto que se vive en torno a la extracción de los llamados minerales de conflicto para la fabricación de dispositivos electrónicos.

Desde el MSC tratamos los impactos de todas las fases del ciclo de vida de los productos electrónicos. Empezando por la extracción de los minerales, siguiendo por la fabricación, uso, y por último fin de vida.

Los minerales son extraídos en países ricos en recursos naturales, muchos de ellos países en vías de desarrollo como la República Democrática del Congo. Estos recursos son explotados y las personas que trabajan en las minas, incluidos niños, lo hacen en unas condiciones de trabajo duras y peligrosas. Suelen ser minas militarizadas por el continuo conflicto que se vive en torno a esta extracción. Y esto está acompañado de violaciones, deforestación, residuos tóxicos y reducción del hábitat de animales como gorilas en peligro de extinción.

La fabricación se da principalmente en el sudeste asiático. En fábricas donde a menudo no se respetan los derechos humanos, produciendo aceleradamente en unas condiciones difíciles de soportar que han llegado incluso a acabar en suicidios. Además, son comunes las enfermedades por la manipulación de tóxicos, así como los vertidos de desechos hacia los ríos y entornos de las fábricas.
El impacto de la fase posterior de uso no es cuanto menos despreciable. Somos dependientes continuos de nuestros dispositivos electrónicos. Nos exponemos al control y manipulación de nuestros datos y de nuestra privacidad. Impactos sociales y sobre nuestra salud, pero también en el medio ambiente derivados de la energía consumida tanto localmente como remotamente a través de servidores que usamos con nuestros clics.

Por último está la fase de fin de vida del producto. Continuamente nos quejamos de que nuestros dispositivos cada vez duran menos. Generalmente los diseños de los fabricantes no suelen estar pensados para durar lo máximo posible, que debiera ser el objetivo. De hecho las reparaciones en muchos casos son más costosas económicamente que su renovación, y está demostrado que hay fabricantes que controlan la obsolescencia de sus productos.

Derivado de lo anterior, se calcula que se generan al año aproximadamente 50 millones de toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en el mundo, de los cuales unos 10 millones de toneladas proceden de Europa. Además, sólo se reciclan adecuadamente un 20% aproximadamente.
Gran parte de estos residuos son exportados a países en vías de desarrollo, o sea que podemos decir que extraemos los recursos de estos países y luego se los devolvemos en forma de desechos.
Auténticos vertederos gigantes como Agbogbloshie en Ghana, donde las personas, muchas de ellas niños, extraen los metales pesados poniendo en riesgo su salud por el alto nivel de toxicidad de estos productos. Los desechos electrónicos además se acumulan en el medio ambiente, teniendo un grave impacto en el entorno y en la salud de las personas y animales que conviven en las zonas.

Está claro que es urgente replantear el sistema para conseguir una electrónica ética y sostenible a lo largo de todas las fases del ciclo de vida de estos productos. Y para ello, jugamos un papel importante tanto personas consumidoras como fabricantes y organismos políticos. Por ello, la sensibilización, entre ellas la del MSC, es el primer paso para seguir demandando una solución.

Fuente: https://www.climatica.lamarea.com/msc-lucha-electronica-etica-sigue-adelante/

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