Un paseante entre los 2.711 bloques de hormigón de homenaje a las víctimas del Holocausto en Berlín Pixabay |
Algunos investigadores estudian cómo este tipo de memorias traumáticas se transmiten de unas generaciones a otras. Trabajos como el de Marianne Hirsch muestran que las víctimas transmiten estos recuerdos a sus hijos, pero a partir de la segunda o tercera generación esta memoria se diluye.
En el mantenimiento de esta memoria colectiva intervienen las
experiencias personales y la cercanía con los hechos, además de las
producciones culturales. Algunos estudios han mostrado que los más
jóvenes y los más mayores difieren en la manera en que recuerdan los conflictos bélicos actuales e históricos y que en general las personas recuerdan mejor los acontecimientos históricos y colectivos experimentados durante la adolescencia o la edad adulta temprana.
Midiendo el olvido
Medir
algo tan difuso como el olvido colectivo y el papel que juegan los
aspectos personales, geográficos y sociales en la conservación de los
recuerdos es muy complejo. El investigador del MIT Cristian Candia ha desarrollado algunas herramientas para tratar de contabilizar este decaimiento de la atención y la memoria colectivas
y cuántas generaciones tardamos en olvidar personajes y acontecimientos
históricos. En un trabajo publicado en 2018, él y su equipo
desarrollaron un modelo matemático basado en el análisis de miles de datos online para determinar cuánto tiempo se tarda en olvidar un fenómeno cultural o una figura pública relevante. Su conclusión fue que transcurridos 20 o 30 años, la memoria comunicativa de casi cualquier fenómeno se desvanece.
“En nuestro trabajo mostramos que coexisten dos mecanismos que modulan la atención colectiva, la memoria comunicativa (lo que nos contamos unos a otros) y la memoria cultural (la que queda en los registros)”, explica a Vozpópuli. “Y vimos que cuanta más atención se logre conseguir lo antes posible, esas piezas de contenido vivirán en nuestras memorias por más tiempo, lo que llamamos apego preferencial”.
Aunque en su modelo se centraba en el recuerdo de fenómenos de la cultura popular y figuras históricas, desde Aristóteles hasta los Beatles, Candia cree que también se puede aplicar a la memoria del Holocausto.
“Han pasado 75 años de la liberación de Auschwitz, y en mi opinión,
muchos de los jóvenes solo se han visto expuesto a este contenido a
través de mecanismos vinculados a la memoria cultural, es decir, acceso a
registros o monumentos”, explica. “Si bien existen actos
conmemorativos, estos tienen un impacto bien pequeño en enfocar la
atención colectiva. Por lo tanto, no es extraño para mí que el 40% de los jóvenes alemanes no sepan nada del Holocausto,
cada vez existen nuevas piezas de información que compiten por nuestra
atención, y es muy difícil salir de la tendencia al olvido”. En otras
palabras, la tendencia es siempre de decaimiento de la atención,
por lo que no le extrañaría, asegura, “que en 10 años más ya no sea el
40% de los jóvenes quienes no saben nada sobre el tema, sino el doble”.
Un fenómeno pop
El trabajo de Candia
muestra que la memoria cultural, las producciones dirigidas al gran
público en torno al tema, tienen un papel muy relevante en la
persistencia de los recuerdos en la sociedad. Y esto también pasó en
Alemania. “Contra lo que podría pensarse, después de la Segunda Guerra
Mundial los alemanes entraron en una fase de olvido sobre lo que
ocurrió”, explica a Vozpópuli el filósofo Manuel-Reyes Mate. “Alemania sigue construyendo la historia de espaldas a su pasado hasta que algo tan banal como una serie de televisión americana llamada “El Holocausto”, una serie muy mala pero que, emitida en la televisión alemana en un buen horario, provocó un cataclismo, que desembocó en la aparición de una cultura de la memoria en Alemania sin precedentes”.
Homenaje a las víctimas del Holocausto a orillas del Danubio, en Budapest Pixabay |
La escritora y psicóloga israelí Ayelet Gundar-Goshen se planteaba esta misma cuestión hace unas semanas en las páginas de Time.
“Las representaciones del cultura popular del Holocausto pueden dar una
versión sesgada de la historia”, escribe. La reciente película “Jojo Rabbit”, que cuenta la historia de un niño alemán que salva a una niña alemana con la ayuda de un oficial nazi, el libro “El niño del pijama a rayas” o la historia de "Solo en Berlín”,
son otros ejemplos. “Si eres un adolescente que se alimenta de la
cultura pop, te parecería que hubo más alemanes que se opusieron a la
guerra que los que participaron en ella”, argumenta.
Un instalación de homenaje a las víctimas de los campos de concentración nazis Pixabay |
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