sábado, 28 de septiembre de 2019
viernes, 27 de septiembre de 2019
Clima: del discurso a la práctica
Así esta MADRID: cientos de jóvenes ya en la calle |
La evidencia es ya empírica, ya lo notamos; récords consecutivos de temperatura en los 4 últimos años, fenómenos meteorológicos inéditos, aviones que no pueden despegar por el calor, centrales nucleares en alerta por un huracán, menor rendimiento en cultivos alimentarios, hielo desapareciendo antes de tiempo, etc. Los más jóvenes notan el vértigo y desbordan las calles por todo el mundo, y los científicos hablan de una contrarreloj en la que vamos en dirección contraria a la meta.
Todo esto hace que los medios hablen de ello casi a diario, algo impensable hace cinco años. Pero nadie nos ha enseñado en los últimos años los graves riesgos socioeconómicos que conllevan el cambio climático y la contaminación. Es urgente revertir esta situación con educación ambiental y campañas informativas a todos los niveles.
En los sectores productivos más sensibles ya llegamos tarde. Los trabajadores de la central térmica de As Pontes, o los de las cuencas mineras, deberían tener ya una alternativa de capacitación y empleo de calidad, por ejemplo, fabricando los paneles solares para el país con más radiación solar de Europa. También en la automoción, la construcción, el sector agroalimentario o energético.
Si aceleramos ahora se pueden evitar los peores escenarios, empezando por la transición energética, de la que, a su vez, depende parte de la descarbonización de otros sectores.
Para finales de este año, se espera que lleguemos al 18% de generación eléctrica proveniente de la eólica y solar en todo el mundo, y, aunque se ha cuadruplicado en la última década, no todo son renovables.
Las renovables sólo generan electricidad, por lo que los sectores productivos y de movilidad no electrificables tendrían que minimizarse, a la vez que ganamos eficiencia energética. Y no vale con deslocalizar las emisiones llevando los sectores productivos más “sucios” a otros países. Otros ejemplos de trampas climáticas serían las empresas que dicen ser netas en carbono por plantar árboles –lo más efectivo es lo que se deja de emitir hoy–, o los derechos de emisiones transferibles.
Se trata de crecer en economía baja en carbono y consumo energético, crecer en cuidados, para las personas y los ecosistemas, crecer en salud y bienestar, creando empleo de calidad. También en bienes de consumo diseñados para aprovechar materiales, más sostenibles y reutilizables o de largo uso (ecodiseño). En paralelo, diseñar otros referentes distintos al PIB, que cuantifiquen bienestar y salud, y que no impliquen un tipo de crecimiento infinito, ya imposible.
Desde el plano de la demanda, de unos hábitos de consumo y de vida que posibiliten este nuevo modelo productivo y energético, no siempre está todo a nuestro alcance; de momento, todos dependemos de una sociedad basada en los combustibles fósiles. Algo también muy arraigado en nuestra cultura, cuyo abordaje es más complicado que el de la dimensión técnica.
Miremos el caso agroalimentario, un sector vulnerable y a la vez causante del cambio climático y del que dependemos todos. Actualmente, se usan entre 7,3 y 10 calorías de combustibles fósiles para producir 1 caloría de comida bajo el modelo convencional; fertilizantes y plaguicidas, maquinaria, transporte, procesado, refrigeración y cocina –1/3 de esta energía se gasta en hogares–. Sumémosle que un tercio de la comida se tira.
El cambio en el patrón dietético más habitual en el mundo rico es imprescindible, pero no se trata de todo o nada; reducir el consumo de la carne roja y de la procesada; menos carne y de mejor calidad, no necesariamente hacerse vegano o vegetariano. Es preferible que millones coman menos carne y alimentos ultraprocesados, a que una minoría la deje por completo. No obstante, cuanta más gente se haga vegana o vegetariana, sin “compensar” su menor huella de carbono en otros hábitos, bienvenido sea, mejor para todos porque son las dietas de menor impacto.
Se ha estimado que habría que reducir el consumo de carne a uno o dos días a la semana, sin superar los 500 gr. entre carne blanca y roja –máximo 98 gr. de roja a la semana, según EAT, 300 gr., según OMS–. Algo culturalmente difícil para todos, pero no imposible. Por cierto, como aclara Aitor Sánchez, la carne de cerdo es roja.
Otro patrón dietético facilita además el cambio de modelo productivo; la ganadería extensiva, que compensa mucho mejor su impacto, tendría muy difícil atender la demanda actual de carne, por ejemplo. Y necesitamos más pastores, más extensiva para prevenir incendios, para mejorar acuíferos, fertilidad y fijar población al medio rural. Es imposible abordar eficazmente el cambio climático sin la dimensión alimentaria, que va más allá de medir el metano de los rumiantes –deforestación para los cultivos de sus piensos que viajan por todo el mundo–.
Para abordar la transición en nuestro sistema agroalimentario eficazmente, hay que atender tres pilares:
- Cultural, con políticas que faciliten los cambios de hábitos; opción de menús vegetarianos, campañas de concienciación, nutricionistas en sanidad pública, etc.
- Productivo, fomentando un modelo agroecológico, más diverso, que aproveche recursos, revierta la degradación de los suelos, cuide la biodiversidad y sea menos dependiente de combustibles fósiles.
- Económico, medidas fiscales diferenciando según el impacto; ayuda a tener otra percepción social y se ha demostrado, como en el caso del azúcar, que desincentivan el consumo en las poblaciones que más lo necesitan por salud. Fomentar un mejor acceso a los alimentos realmente ecológicos minimizando intermediarios –Sistemas Participativos de Garantías y nodos locales con aval de la Administración–. Evitar la venta a pérdida.
Por último, recordemos que no se cambian las cosas sin cambiar de hábitos, ni sólo cambiando de hábitos se cambian las cosas.
Sólo queda tiempo para adaptar el marco de lo considerado posible al de lo necesario, y no al revés. Esto, históricamente, trasciende al gobernante involucrando a la sociedad civil para sacudir el orden establecido, desplazando, en este caso, a la cultura y economía fosilista de la toma de decisiones, de forma justa para todos, sin que los trabajadores paguen la cuenta. ¿Llegaremos? El tiempo lo dirá, mientras, abramos grietas en esta nueva y bienvenida hegemonía para que no se quede todo en el clásico Business as usual y un lavado verde para estirar el modelo actual.
Fuente: https://www.infolibre.es/noticias/opinion/blogs/insostenible/2019/09/27/clima_del_discurso_practica_99231_2007.html?utm_source=twitter.com&utm_medium=smmshare&utm_campaign=noticias&rnot=1005026
Ian Urbina: "Si seguimos como hasta ahora, en dos décadas habrá en los océanos más plásticos que peces"
Ian Urbina, en uno de sus viajes para investigar los mares. |
Creo que el mar no ha cambiado mucho desde entonces:
sigue siendo una historia de aventura y de terror, pero antes también lo
era de terror. Aunque es cierto que hay una diferencia: si lees a
Melville, por ejemplo, hay mucho terror pero era un terror que procedía
de las fuerzas de la naturaleza, de la fuerza del mar, de las tormentas,
de las criaturas de los océanos así como la sensación de estar viajando
en algo así como una cápsula especial, aislados y alejados de tierra
firme, yendo hacia lo desconocido. Pero en líneas generales, el mar ha
cambiado poco: sigue siendo un escenario económico con mucho margen para
el abuso y la impunidad.
¿De dónde o por qué le surgió la idea de escribir sobre los océanos?
Antes de ser periodista, trabajé de
antropólogo. En medio de uno de mis trabajos, interrumpí lo que estaba
haciendo para montarme un barco en Singapur porque era un tema que me
fascinaba para tratar de ver y estudiar las condiciones de los
trabajadores de ese sector, pesadores, rastreadores, y toda la gente de
ese mundo que permanece invisible para el resto de quienes estamos en
tierra. Estamos hablando de que en el mar trabajan unos 55 millones de
personas en el mundo, y se encargan de transportar lo que consumimos,
porque el 90 por ciento es transportado por barco.
Los personajes de su libro son polizones, traficantes de esclavos, de drogas y de armas, cazadores furtivos, buques pesqueros mastodónticos que campan a sus anchas, que se desenvuelven en un territorio oscuro con una impunidad casi absoluta, entre otras cosas, por operar en aguas internacionales. Sin embargo, ¿se trata de un agujero negro inevitable del sistema económico global o puede haber soluciones factibles?
No creo que sea inevitable pero sí estoy de acuerdo en
que una buena parte del problema es que se trata de un mecanismo
utilitario porque otorga muchos beneficios a ciertos actores sobre todo
por la falta de leyes y de una gobernanza sobre los mares. Hay muy pocas
normas y las pocas que hay son confusas, se solapan… De este modo, se
puede pescar más barato cuando tomas peces de lugares donde
supuestamente no deberías o pescas lo que no deberías, o contratas a
personas para trabajar en esos buques de manera mucho más barata porque
allá fuera en el océano no hay inspecciones de trabajo. Es decir, no hay
manera de hacer que una lata de atún cueste un dólar si no es de este
modo, es absolutamente imposible. La única forma de hacerlo es ahorrando
costes y esos costes que se ahorran son a costa de hacer abusos, en el
medioambiente, sobre los derechos laborales y hasta de los humanos.
Leyendo el libro a uno se le vienen imágenes como de campos de concentración y trabajo sobre el mar, no sé si es una exageración…
Yo encontraría dos similitudes, sin duda. Por un lado,
está la concentración altísima de trabajadores en unas condiciones
lamentables que hay en esos busques pesqueros dedicados a la pesca
ilegal y que usan mano de obra ilegal. Una zona donde puede hallarse eso
es en el Atlántico, donde están las Islas Malvinas. Allí hay lo que se
llamó una ciudad de las luces [se veía así desde los satélites], y que
no eran sino una cantidad ingente de buques pesqueros capturando de
noche y sin ningún control toneladas y toneladas de calamares, que allí
se dan en una concentración enorme. Otro ejemplo son las islas
prisiones. Hay ejemplos de eso en Asia. Los grandes buques pesqueros
dejan a sus tripulantes cautivos en esas islas durante semanas para
luego ir a un puerto determinado, donde poder atracar y ser reparados.
Otro ejemplo desolador está en una isla indonesia llamada Benjina, donde
los trabajadores de barcos pesqueros eran encerrados en jaulas para
evitar que huyeran. Creo que son imágenes que se parecen mucho a las que
nos han llegado de los campos de trabajo de otros tiempos.
¿Quién está detrás de este sistema? ¿Hay compañías conocidas? ¿Podemos conocer sus nombres, saber quiénes son?
En realidad, lo que hace complejo a este asunto es
que detrás de él estamos todos, usted y yo como consumidores. Eso, por
un lado. Por otro, por supuesto, están las empresas, unas son conocidas y
otras no, y ese es un gran problema. Walmart, por ejemplo, está
implicada, en el sentido de que podría decir mañana mismo que no acepta
ningún atún más o ningún otro producto que provenga de un buque que no
haya cumplido con unas ciertas condiciones. Luego está el problema de
las empresas subsidiarias y las subsidiarias de las subsidiaras… De modo
que si digo Walmart, conoces a Walmart, pero si digo CP ya no te suena
tanto [CP es una compañía tailandesa de alimentación, una de las grandes
propietarias mundiales de buques pesqueros]. Y luego están los
gobiernos, que tienen que empezar a poner reglas en el mar y velar por
que se cumplan. El problema actualmente es que tienes un océano
prácticamente sin leyes, con un barco que puede emplear una bandera, que
pertenece a una compañía que puede ser otro país, con un capitán de
otra nacionalidad y la tripulación a su vez de otra o de varias, y
además ese barco va moviéndose por el mar. Un Estado que hiciera un
control de los derechos laborales y humanos en uno de esos barcos
enviaría una señal contundente, sin duda. Hasta ahora, los países se han
preocupado más por el terrorismo o por el narcotráfico, pero ¿acaso es
peor llevar cocaína en un barco que llevar esclavos?
Sobre la explotación del mar y su contaminación, ¿cuánto tiempo puede el mar soportar esta situación?
Yo diría que se encuentra en una situación de riesgo
extremo y que deberíamos hacer algo contundente en las próximas dos
décadas. Si no hacemos nada y seguimos como hasta ahora, en ese momento
habrá en los océanos más plásticos que peces. Uno lo piensa y es
sobrecogedor. Algo tiene que cambiar.
A lo largo de esta investigación de cinco años, ¿dónde diría que encontró la situación más espeluznante?
Mmm… [piensa] Creo que lo peor que he encontrado fue
lo que vi en las ciudades en la frontera entre Camboya y Tailandia…
había prostíbulos, karaokes, bares, donde niñas muy jóvenes eran
vendidas, era horrible. Otra situación terrible la encontré en un buque
chino en aguas internacionales frente a Gambia. Las condiciones en que
estaban los trabajadores allí eran terribles, con trabajadores apiñados
como en compartimentos que parecían cajas y donde se supone que tenían
que caber cinco o seis personas. Ver aquello realmente me sobrecogió.
Una última reflexión, esta vez sobre periodismo. Si uno publica un libro sobre una cuestión más local o más de ámbito nacional, la información tiene más opciones de generar un mayor impacto y hasta puede provocar alguna dimisión. Pero, ¿no es un reto investigar y dedicarse a asuntos de esta envergadura global? ¿Cómo puede desempeñar un medio de comunicación su papel de cuarto poder ante un escenario mundial?
En primer lugar, sin lugar a dudas, el periodismo es
un factor fundamental en la denuncia de estas situaciones, pero es
cierto que cualquier propuesta que exija tiempo, profundidad y dinero,
no es muy popular lamentablemente, por cuestiones económicas y también
por la rapidez de las noticias a que nos está acostumbrando internet.
Son tiempos difíciles pero el periodismo de investigación tiene que ser
una parte fundamental de ese cuarto poder que son los medios de
comunicación.
Los fusilaron al alba
Como las protestas fueron ecuménicas, Franco organizó una gran concentración en la plaza de Oriente y logró repetir con voz agonizante (moriría un mes más tarde) la obsesión de su dictadura: "Todas las protestas obedecen a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista". Por lo que sea, se olvidó de los judíos el pequeño general.
Recuerdo un Madrid consternado aquellos días. Hubo rabia y gritos, pero sobre todo mucha tristeza. Unos días antes, Luis Eduardo Aute compuso desde su rincón de Jorge Juan la canción Al alba, dedicada a los cinco condenados. Para burlar la censura, convirtió la protesta en un bello poema de amor que enseguida grabó Rosa León. En la actualidad, es uno de los temas infaltables en cualquiera de los conciertos de Aute. Los fusilamientos, al fin, no fueron al alba. En Hoyo, el macabro ritual comenzó a las 9.10 y se remató a las 10.05. La memoria histórica está a la vuelta de la esquina.
Fuente: https://elpais.com/diario/2009/09/27/madrid/1254050661_850215.html?ssm=TW_CM
jueves, 26 de septiembre de 2019
miércoles, 25 de septiembre de 2019
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No es un verbo sino un vértigo. No indica acción. No quiere decir ir al encuentro de alguien sino yacer porque alguien no viene.
Alejandra Pizarnik
El enfermo demente
Fray Gilbert Jofré amparando a un loco. Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923) |
El enfermo demente y el enfermo psiquiátrico fueron considerados durante siglos como personas poseídas por el demonio, y por ello internadas en asilos. Por este mismo motivo, pero también por la ignorancia médica y la falta de un tratamiento eficaz, los enfermos epilépticos, con crisis frecuentes, eran recluidos en los asilos.
La palabra asilo procede del griego asylon, y significa "sitio inviolable"; es el lugar o establecimiento benéfico, en que los menesterosos, posesos, o dementes, estaban recogidos, para así protegerlos de la sociedad, y proteger a ésta de sus posibles desmanes. Posteriormente se llamaron manicomios de mania "locura" y komeo,"yo cuido".
Al hablar de la demencia es obligado recordar a Joan Gilabert Jofré nacido en Valencia en 1363. Estudió en la Universidad de Lleida y después profesó en la Orden de la Merced. Fue el fundador del Hospital dels Folls (dels Innocents, Folls e Orats) en Valencia, el año 1409, que es considerado como el primer hospital psiquiátrico europeo, y en el que inició la aplicación de métodos curativos para estos pacientes. Pronto el trabajo de Joan Gilabert Jofré tuvo imitadores en otras ciudades españolas como Zaragoza (1425) o Valladolid (1489); estos hospitales eran conocidos como "Casa de locos". Jofré murió en El Puig en 1417.
Philippe Pinel (1745-1826) fue uno de los primero, después de Jofré, en proporcionar una asistencia más humanizada a los pacientes dementes. Su declaración a favor de los dementes trascendió por toda Europa:"La demencia no es una culpa que el hombre deba castigar, sino más bien una enfermedad que merece toda la consideración, y de la que nosotros, una humanidad enfermiza, somos responsables". Trabajó en París, donde su primera actuación fue la abolición de las cadenas de los alienados.
J.L.Martí i Vilalta.,
martes, 24 de septiembre de 2019
“Muerte a los árabes”
El grito de jóvenes judíos fue para el escritor Sayed Kashua la culminación de un fracaso colectivo y también personal
“Muerte a los árabes”, escucha Sayed Kashua gritar en las calles de Jerusalén,
y ese grito, cuenta el escritor, le rompe por dentro. No es la primera
vez que lo escucha, aunque con suerte igual es la última. Después de ese
día, Kashua decide dejar su país, Israel,
y emigrar con su familia a Estados Unidos. El grito de esos jóvenes
judíos —“muerte a los árabes”— es para Kashua la culminación de un
fracaso colectivo y también personal. “Llevo 25 años escribiendo en
hebreo y no ha cambiado nada. Veinticinco años aferrado a la esperanza,
creyendo que no es posible que la gente esté tan ciega”. Sin motivos
para el optimismo, durante 25 años este autor árabe-israelí ha creído
“que sería posible que un día los israelíes dejarían de negar la nakba,
la ocupación y el sufrimiento del pueblo palestino. Que un día los
palestinos estarían dispuestos a perdonar, que juntos podríamos
construir un lugar en el que valdría la pena vivir”.
De esos 25 años, más de 10 los dedicó a escribir en hebreo una columna semanal para el periódico israelí Haaretz. En sus textos trataba aspectos cotidianos de la vida en Israel desde el punto de vista árabe. La editorial Galaxia Gutenberg ha publicado una selección de estas columnas (2006-2014) bajo el título Llega un nuevo día: Notas de una vida palestino-israelí. Las columnas se leen como un diario íntimo en el que cada entrada constituye un relato de esa vida. Con el avance de los años vemos cómo Kashua se convierte en su propio personaje, un tipo maniático, machista, egocéntrico, que abusa del alcohol, irresponsable. Aun así, o porque se muestra de forma tan vulnerable y poco halagadora, resulta conmovedor. Cada uno de los relatos muestra la realidad a través del humor negro y la ironía, o de detalles cotidianos que nos hacen ver hasta qué punto la violencia está normalizada, salpica y permea cada vida.
En ‘La bicicleta’, por ejemplo, Kashua quiere paliar los efectos de su consumo de alcohol y decide hacer ejercicio. El primer día da un largo paseo que cuenta con humor, ridiculizando su torpeza. Pero, entre sudores y agonías, aparece un control de policía que ha detenido a un niño y le está interrogando por el origen de su bicicleta. El niño responde en árabe que se la ha regalado su padre, pero los soldados sólo hablan hebreo. La situación es tensa. Kashua los observa de lejos, sin intervenir, hasta que uno de los policías le mira y pregunta: “¿Hay alguien aquí que sepa árabe?”. Kashua niega con la cabeza, sale corriendo y no para hasta llegar a casa. ¿Saturación, indiferencia, incapacidad de reacción, cobardía?
Kashua se sitúa en el centro del conflicto, nos muestra la degradación que genera la violencia, pero ese ¿cómplice indiferente? también puede ser víctima. En ‘Pasaportes extranjeros’ Kashua dice: “Con los años, cada vez parezco más árabe”. ¿Qué significa esto? En el aeropuerto de Jerusalén significa que, tras un chequeo, le pongan una pulsera naranja en el cierre de su maleta. Nadie más en el aeropuerto la lleva: “Sabía que me miraban, sabía que estaba marcado, y una fuerte sensación de humillación me atrapaba cada vez que alguien miraba la pulsera naranja”. En otras columnas habla de los árboles que planta el Gobierno israelí para que no se vean los muros, en otras de que sus hijos tienen miedo a hablar árabe en su barrio judío, en otras de cómo los árabes le reprochan que escriba en hebreo, en otras… Hasta que llega ese “muerte a los árabes” y Kashua decide poner punto final a la esperanza.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/09/20/ideas/1568987883_747679.html?ssm=TW_CC
De esos 25 años, más de 10 los dedicó a escribir en hebreo una columna semanal para el periódico israelí Haaretz. En sus textos trataba aspectos cotidianos de la vida en Israel desde el punto de vista árabe. La editorial Galaxia Gutenberg ha publicado una selección de estas columnas (2006-2014) bajo el título Llega un nuevo día: Notas de una vida palestino-israelí. Las columnas se leen como un diario íntimo en el que cada entrada constituye un relato de esa vida. Con el avance de los años vemos cómo Kashua se convierte en su propio personaje, un tipo maniático, machista, egocéntrico, que abusa del alcohol, irresponsable. Aun así, o porque se muestra de forma tan vulnerable y poco halagadora, resulta conmovedor. Cada uno de los relatos muestra la realidad a través del humor negro y la ironía, o de detalles cotidianos que nos hacen ver hasta qué punto la violencia está normalizada, salpica y permea cada vida.
En ‘La bicicleta’, por ejemplo, Kashua quiere paliar los efectos de su consumo de alcohol y decide hacer ejercicio. El primer día da un largo paseo que cuenta con humor, ridiculizando su torpeza. Pero, entre sudores y agonías, aparece un control de policía que ha detenido a un niño y le está interrogando por el origen de su bicicleta. El niño responde en árabe que se la ha regalado su padre, pero los soldados sólo hablan hebreo. La situación es tensa. Kashua los observa de lejos, sin intervenir, hasta que uno de los policías le mira y pregunta: “¿Hay alguien aquí que sepa árabe?”. Kashua niega con la cabeza, sale corriendo y no para hasta llegar a casa. ¿Saturación, indiferencia, incapacidad de reacción, cobardía?
Kashua se sitúa en el centro del conflicto, nos muestra la degradación que genera la violencia, pero ese ¿cómplice indiferente? también puede ser víctima. En ‘Pasaportes extranjeros’ Kashua dice: “Con los años, cada vez parezco más árabe”. ¿Qué significa esto? En el aeropuerto de Jerusalén significa que, tras un chequeo, le pongan una pulsera naranja en el cierre de su maleta. Nadie más en el aeropuerto la lleva: “Sabía que me miraban, sabía que estaba marcado, y una fuerte sensación de humillación me atrapaba cada vez que alguien miraba la pulsera naranja”. En otras columnas habla de los árboles que planta el Gobierno israelí para que no se vean los muros, en otras de que sus hijos tienen miedo a hablar árabe en su barrio judío, en otras de cómo los árabes le reprochan que escriba en hebreo, en otras… Hasta que llega ese “muerte a los árabes” y Kashua decide poner punto final a la esperanza.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/09/20/ideas/1568987883_747679.html?ssm=TW_CC
Multinacionales y compromisos ecologistas, el lavado de cara casi perfecto
En el contexto de la cumbre contra el cambio climático de la ONU, cerca
de 90 empresas se alinean con el Acuerdo de París de 2015 y prometen
reducir a cero sus emisiones en 2050. ¿Hasta que punto podemos creernos
esta suerte de compromis
En este contexto de emergencia, entre las
protestas y la búsqueda de estrategias climáticas, aparecen las voces de
las grandes multinacionales. Tanto es así que, este domingo, 87 grandes
empresas y entidades bancarias se arrancaban un compromiso para ligar
sus actividades económicas a los compromisos materializados en 2015 en
el Acuerdo de París.
El compromiso de las empresas, aparentemente, es serio. De aquí a 2050,
empresas como el Banco Santander, el BBVA, Nestlé, Ikea o Danone
reducirán a cero sus emisiones y alinearan sus negocios “con lo que los científicos dicen que es necesario para limitar los peores impactos del cambio climático”.
Dejar de crece
Que casi noventa multinacionales se liguen a los principios básicos del Tratado de París de reducir las emisiones de manera radical puede resultar contradictorio. Sobre todo si se tiene en cuenta que el crecimiento económico de estos gigantes se sustenta en gran medida en la extracción de recursos naturales (además de la huella de carbono que hay detrás del transporte global de sus productos).
Fuente: https://www.publico.es/sociedad/multinacionales-compromisos-ecologistas-lavado-cara-perfecto.html?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=publico
Un sobre de Nescafé y restos de basura en una playa de Filipinas. REUTERS/Eloisa Lopez |
Las calles se han convertido en un hervidero de protestas. El planeta, agotado, dice basta a través de los labios de cientos de miles de jóvenes que se manifiestan en las grandes ciudades del planeta.
Mientras tanto, mientras las calles se desbordan, las clases políticas
se entremezclan en la sede de la ONU en Nueva York para tratar de poner
en consenso una estrategia de mitigación que consiga atajar la crisis climática. Allí, en el costado este de la Gran Manzana, los ministros del ramo se reúnen de manera previa a la futura cumbre climática de Chile del mes de diciembre, posiblemente la última gran oportunidad para establecer objetivos y plazos concretos que combatan el cambio climático.
"Todas las empresas tienen la responsabilidad de hacer
frente a los desafíos globales actuales", comentaba Ana Botín,
presidenta del Banco Santander en El País. Pero, ¿podemos creernos esta suerte de convenio?
No. Así lo ven ecologistas y expertos que tachan este tipo de acuerdos como un greenwashing
o un mero lavado de cara corporativo. “Las grandes empresas llevan
haciendo esto desde hace mucho tiempo. Hacen falta mecanismos que
obliguen a las multinacionales y a los bancos a cumplir con unos
determinados estándares que no atenten contra los derechos humanos y
contra el medio ambiente”, opina Yago Martínez, portavoz de Ecologistas en Acción.
El problema, explica el activista, tiene que ver con las
características de estos tratados firmados por las multinacionales, que,
más allá de las palabras y las rubricas, no son vinculantes y no
ofrecen ningún tipo de garantías para con su cumplimiento.
“Los acuerdos voluntarios no vinculantes a los que se
ha comprometido la Industria carecen de ninguna herramienta de
seguimiento y reporte. Para saber si, por ejemplo, Nestlé o el Banco
Santander están cumpliendo los objetivos tendríamos que poder evaluar
los impactos de sus actuaciones de alguna manera”, añade Miguel Ángel
Soto, responsable de campañas en Greenpeace. La realidad es que
los compromisos como el anunciado a bombo y platillo este domingo,
apenas ofrecen mecanismos de control para conocer en qué punto están sus
promesas medioambientales.
Buen ejemplo de ello es el caso de Unilever, una
empresa británico-holandesa con una producción diversificada que
incumplió su promesa de limpiar sus cadenas de suministro de cualquier
producto procedente de la deforestación. “Todas las grandes empresas
consumidoras de materias primas como soja, palma o cacao se
comprometieron hace diez años a limpiar sus cadenas de suministro en un
plazo de una década. Ahora, después de estar ardiendo el Amazonas, diez años después, estas empresas reconocen que no han cumplido sus promesas”, comenta Soto, citando a Néstle o Burger King, cuyas inversiones en empresas cárnicas están manchadas por el fuego de la selva.
En cierta medida, estos compromisos vacíos tienen que
ver con unas simples “estrategias publicitarias para cooptar
consumidores procedentes de los movimientos sociales”, opinan desde
Ecologistas en Acción. Es una práctica que se hace común en todos los
sectores. Se podría decir que las marcas tejen sus redes y les da igual
en qué mar pescar con tal de hacerlo. Tanto es así, que echando un
vistazo al pasado, tras el 15M, algunas compañías de telefonía trataron de presentarse como empresas regidas por valores asamblearios donde la horizontalidad marcaba el ritmo de las ganancias.
“La juventud está en las calles súper concienciada y
las marcas no pueden quedar expuestas a la ira de los jóvenes, que son
los futuros consumidores. Por eso las empresas firman donde sea”, valora
Soto.
Dejar de crece
Que casi noventa multinacionales se liguen a los principios básicos del Tratado de París de reducir las emisiones de manera radical puede resultar contradictorio. Sobre todo si se tiene en cuenta que el crecimiento económico de estos gigantes se sustenta en gran medida en la extracción de recursos naturales (además de la huella de carbono que hay detrás del transporte global de sus productos).
“La clave es preguntarle a las empresas cómo piensan
llevar a cabo esa supuesta descarbonización. Si no te dicen el plan
exacto que piensan seguir, si simplemente confían que siguiendo las
sinergias habituales y hablando de tecnologías de reemplazo lo van a
conseguir, están equivocados”, expone Antonio Turiel, científico titular
en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC. “Sin poner un plan sobre
la mesa, en el fondo son palabras huecas”.
"Estas empresas dependen del crecimiento continuo y de las emisiones de gases de efecto invernadero. ¿Qué actividad van a tener si reducen las emisiones?",
se pregunta Martínez, que considera que el historial de las grandes
corporaciones para con el medio ambiente y los derechos humanos es
demasiado grande como para dar por bueno unos compromisos que no se
sustentan en ningún tipo de base legal.
"Tiene que haber planes nacionales de reducciones de emisiones y de adaptación al cambio climático que se traduzca en medidas. Esto no lo van a hacer ni las entidades bancarias, ni el presidente del Real Madrid",
ironiza Soto. El papel de los gobiernos y las instituciones
gubernamentales, opinan desde Greenpeace y desde Ecologistas en Acción,
debería estar más definido y obligar a las empresas con legislación
vinculante a cumplir con sus compromisos.
Unos compromisos que hasta ahora son insuficientes y
que, según Turiel, fían todo el éxito de la lucha contra el cambio
climático a "un cambio tecnológico" que se presenta pobre e incierto. La
salida de este embrollo, quizá, se encuentra apagando los motores del
sistema y planteando una alternativa productiva diferente que no esté
asociada al crecimiento económico indiscriminado. Así lo evidencia el
último informe de la Oficina Europea del Medio Ambiente, que apuesta por un decrecimiento económico orquestado en los países más ricos. Aún con ello, el debate sigue abierto.
Fuente: https://www.publico.es/sociedad/multinacionales-compromisos-ecologistas-lavado-cara-perfecto.html?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=publico
lunes, 23 de septiembre de 2019
440 pares de zapatos por las mujeres asesinadas
Según la plataforma Kadın Cinayetlerini Durduracağız Platformu, en
Turquía fueron asesinadas 440 mujeres a manos de sus parejas durante el
año 2018. Por ello, el artista Vahit Tuna ha creado una obra para
reivindicar que la violencia machista debe erradicarse. La obra reúne 440 pares de zapatos colocados en las fachadas de dos edificios en el barrio de Kabataş de Estambul en el distrito de Beyoğlu, según reportan medios de turcos.
“Lo que hace este proyecto es que crea conciencia sobre los asesinatos de mujeres y también materializa este tema como una escultura o monumento. Este trabajo permanecerá aquí durante seis meses", señaló el artista.
En España, durante esta última semana han sido asesinadas cuatro mujeres. Los dos últimos casos se han conocido este fin de semana, uno en Viladecans y otro en Colònia de Sant Jordi.
Fuente: @maicapp 17 hhace 17 horas En Estambul colgaron 440 pares de zapatos en las paredes de la ciudad, es el número de mujeres asesinadas por sus maridos este año en Turquía.
“Lo que hace este proyecto es que crea conciencia sobre los asesinatos de mujeres y también materializa este tema como una escultura o monumento. Este trabajo permanecerá aquí durante seis meses", señaló el artista.
En España, durante esta última semana han sido asesinadas cuatro mujeres. Los dos últimos casos se han conocido este fin de semana, uno en Viladecans y otro en Colònia de Sant Jordi.
440 pares de zapatos de mujer cuelgan en un edificio de Estambul. Es el
número de mujeres asesinadas por sus maridos en Turquía durante un año. |
@maicapp
En Estambul colgaron 440 pares de zapatos en las paredes de la ciudad, es el número de mujeres asesinadas por sus maridos este año en Turquía.
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Un hilo de besos
Vía https://twitter.com/Marodriguez1971/status/1175866547174330370
"Pensar que Israel logrará la estabilidad y la paz aplastando a millones de Palestinos es una locura"
Yehuda Shaul es cofundador de Breaking The Silence, organización formada por antiguos militares israelíes que critican la ocupación
"El sentimiento de una persona promedio en Tel Aviv es que la ocupación no es un problema. No pagan un precio por ello", señala Shaul, "están dormidos"
"La idea de que Israel logrará la estabilidad y la paz aplastando a millones de Palestinos es una locura. Nunca ha funcionado en la historia y no hay razones para pensar que esta vez sí"
Las elecciones refuerzan la ocupación
Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/Israel-ocupacion-Trump-depender-Europa_0_943855736.html
"El sentimiento de una persona promedio en Tel Aviv es que la ocupación no es un problema. No pagan un precio por ello", señala Shaul, "están dormidos"
"La idea de que Israel logrará la estabilidad y la paz aplastando a millones de Palestinos es una locura. Nunca ha funcionado en la historia y no hay razones para pensar que esta vez sí"
Yehuda Shaul |
Yehuda Shaul habla tranquilo, con tono grave y en su perfecto inglés, desde una cafetería en Madrid. "El
sentimiento de una persona promedio en Tel Aviv es que la ocupación no
es un problema. No pagan un precio diplomático, político, mediático,
apenas de seguridad…", señala este activista israelí. "Están dormidos", denuncia.
Quizá porque muy pocos saben a qué se dedican sus soldados cuando nadie les ve. Contra esa duermevela creó Shaul la ONG Breaking the Silence,
dedicada a recopilar los abusos del Ejército en boca de sus propios
soldados: asaltos a viviendas y arrestos aleatorios en barrios
palestinos, castigos e intimidaciones a ancianos y niños…
Shaul creó la ONG poco después de terminar el servicio
militar obligatorio de tres años en las Fuerzas de Defensa Israelíes en
la ciudad ocupada de Hebrón en 2004, coincidiendo con el pico de
violencia de la Segunda Intifada. Criado en la derecha israelí y con
varios familiares colonos, fue al instituto en la Cisjordania ocupada y
no fue hasta que dejó los fusiles y las ropas de camuflaje, cuando
aquello que había estado haciendo durante tres años le hizo reflexionar.
Buscó refugio en sus "camaradas", y fue a través de
conversaciones en los cuarteles cómo algunos de los soldados y
exmilitares israelíes de una de las Fuerzas Armadas más temidas del
mundo comenzaron a romper su silencio y a reconocer sus dudas sobre si
lo que habían hecho estaba bien o no.
Empezaron su
activismo con una exposición. Fotos del día a día en el Ejército.
Tanques, civiles palestinos golpeados o arrestados con los ojos
vendados, niños desde el visor de un francotirador… El objetivo era
contar qué pasaba en las zonas ocupadas y qué estaban haciendo aquellos
que se habían acostumbrado a la violencia. "La gente que venía estaba en
shock, mientras que para nosotros aquello era como estar en casa",
recuerda. Años después publicaron 'El libro negro de la ocupación', que
recogía más de un centenar de testimonios sobre la intimidación y el día
a día en Gaza y Cisjordania.
Y así pasaron quince años. Y, con ellos, el viraje al
conservadurismo de la mano del partido del primer ministro conservador
Benjamin Netanyahu, el Likud. De aquella exposición fotográfica que
presentaron en el Parlamento israelí han pasado a tener su propia ley en
contra, la 'Ley Breaking The Silence',
que prohíbe dar charlas en los colegios a las voces disonantes. El
objetivo, según Shaul, es callar la disidencia y matar el pensamiento
crítico para que así el paso a un apartheid legal se haga de la forma
más natural y "menos abrupta" posible.
Las elecciones refuerzan la ocupación
Los resultados de las recientes elecciones confirman
el apoyo y la continuación de la ocupación. El actual primer ministro
conservador, Benjamin Netanyahu, que se jugaba su impunidad jurídica y
la radicalización de su proyecto político ha empatado con el otro
favorito, Benny Gantz, exjefe del Estado Mayor General de las Fuerzas
Armadas y también defensor de la ocupación. "La idea de que Israel
logrará la estabilidad y la paz aplastando a millones de Palestinos es
una locura. Nunca ha funcionado en la historia y no hay razones para
pensar que esta vez sí", señala el activista.
La
repetición electoral, según Shaul, ha puesto sobre la mesa dos
cuestiones fundamentales, explica mientras se bebe una Coca Cola. La
primera es el anuncio prometido por Netanyahu como guiño a los colonos y
sectores más ortodoxos de anexionar los territorios ocupados de Gaza y
Cisjordania. Imponer la soberanía, aplicar la ley israelí y… "formalizar
un régimen de apartheid".
El segundo aspecto,
denuncia Shaul, es la destrucción de los pilares de lo que él considera
los valores fundacionales e instituciones liberales de Israel: "Una
educación y unos medios de comunicación críticos, una sociedad civil
vibrante, un poder Judicial independiente..."
Fotografía de un civil desde el visor de un francotirador. Yehuda Shaul |
Sumada a
esta delicada coyuntura interna, el activista añade un contexto
internacional "trumpiano" y el llamado Acuerdo del Siglo o Plan Trump
—Shaul hace un juego de palabras y lo llama 'Sham Trump' (el Engaño de
Trump)—, cuyos detalles todavía se mantienen en secreto. "Lo que están
intentando hacer es terminar con el paradigma de los dos Estados, la ley
internacional, las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas y, en el mejor de los casos, legitimar la ocupación permanente.
En el peor, la anexión sin igualdad de derechos", denuncia.
"Todo
va a depender de cómo responda Europa", afirma. "Si vuestros líderes no
comprenden que Europa tiene que defender con contundencia el derecho y
lo acordado en los tratados internacionales", no solo sentará precedente
para disputas similares futuras, sino que "Israel perderá la
oportunidad de, en un futuro lejano y progresista, dar marcha atrás y
rectificar" .
El papel de los agentes internacionales
es determinante porque la sociedad israelí, continúa Shaul, no tiene
capacidad para oponerse al apartheid, término que utiliza casi como
sinónimo de ocupación. "La mayoría de los israelíes y palestinos han
nacido en esto, esta es la única realidad que conocemos, una en la que
nosotros les controlamos", sentencia.
Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/Israel-ocupacion-Trump-depender-Europa_0_943855736.html
Estados Unidos, el miedo endémico
Trump ha ampliado sus enemigos, de migrantes indocumentados a residentes
legales y ciudadanos con rasgos físicos u origen no blancos. Su
supervivencia depende de la actualización continua del ‘otro’
Hace algunos años, la pensadora y ensayista Susan Sontag
afirmó que Estados Unidos estaba aquejado de un mal casi endémico,
omnipresente y del que se sacaba una rentabilidad política considerable:
el miedo. Las declaraciones, hechas en el contexto de la guerra de
Irak, sobrepasaban la amenaza de un ataque terrorista o un enemigo
internacional; más bien, de sus palabras se infería un desasosiego
constante, el pánico a ser violentado o asaltado en cualquier momento,
lo que podría quizá explicar la obsesión de este país con las armas, el
racismo intrínseco a sus leyes y prácticas cotidianas o el silencio, o
la banalidad, que a menudo inunda las conversaciones diarias por temor
–quizá– a ofender a otros.
En un país líder en población encarcelada y con una presencia policial masiva, este cuerpo de seguridad del Estado, cuyas bondades suelen inculcarse a los colectivos blancos y pudientes, se ceba a menudo con los más oscuros y son innumerables los casos de brutalidad policial que han terminado en la total impunidad de los agresores. Sin embargo, esa misma policía se encargó hace poco de expulsar a una profesora universitaria blanca de su hogar cuando esta acudió a ellos para que la ayudaran a controlar a su hija de diez años. La niña, quien sufre problemas psiquiátricos que a veces se manifiestan en ataques de ira, residía con su madre en territorio considerado parte del campus. Tras evaluar el caso, la policía determinó que ambas tendrían que mudarse según los protocolos de seguridad de la universidad. El miedo, esta vez de la institución, les jugó una mala pasada: lo que comenzó por una llamada de socorro terminó en un desahucio.
El ejemplo anterior ilustra un hecho difícil de evaluar, cuya descripción se torna hasta superflua cuando, en principio, no existe una amenaza real. La moraleja, si hay alguna, indicaría que hasta las situaciones más banales guardan la potencialidad de convertirse en tragedia. En Estados Unidos, país que ostenta las cifras de ansiedad más altas del globo, el miedo es tangible pero no se ve, se respira: a una factura médica impagable, a una demanda por no haber limpiado la nieve en tu parte correspondiente de la acera, a que un fanático te vuele los sesos con un rifle adquirido de manera perfectamente legal. No obstante, se puede hablar de una gradación del miedo según el nivel de vulnerabilidad que te corresponda en la estratificada sociedad yanqui, marcado sobremanera por el color de la piel –la niña, lo digo ahora, era negra. Entre el grupo de los más vulnerables, el miedo muta en otra cosa: materialidad exponencial del terror, visceral agonía que afecta, también de forma exacerbada y sin piedad, a los inmigrantes.
Cuando una multa de tráfico puede transformarse, debido a los misterios burocráticos de un régimen disfrazado de electoralismo, en deportación inmediata, por poner un ejemplo, los niveles de alerta se disparan hasta el punto de que la mera existencia en un clima de continuo peligro se vuelve en sí peligrosa, incluso desde el punto de vista inmunológico. Vivir así fuerza a los individuos a adoptar dos posturas, que a veces conviven: la reclusión numantina en uno mismo, que invoca la falaz sensación de protección aunque las fronteras sean perfectamente penetrables; o un activismo que invita a la vocalización del peligro exponiendo la propia debilidad con el fin de encontrar apoyos. Entre uno y otro polo van oscilando vidas ajenas a la criminalidad que se les imputa y cuya única acción disidente ha sido la de haber cruzado una linde nacional, tener la piel más oscura de lo que los estándares casi eugenésicos de Estados Unidos demandan, hablar un idioma distinto al inglés; en definitiva, exhibir una ‘diferencia’ que desafía los raquíticos estándares de lo aceptable. Junto a las masas de desarrapados que, cada vez más, componen este país –los enfermos condenados a vagar sin seguro médico, el 50% que vive por debajo o cerca del umbral de la pobreza, los negros–, los inmigrantes representan la mayor escoria humana a ojos de una presidencia que se ha empeñado en reducir sus derechos a escombros, sobre todo los de aquéllos que no constituyen el círculo selecto de Silicon Valley ni son la primera dama, sino que conforman el tejido productivo sobre el que literalmente se asienta el aparato beligerante en su contra.
Dice Hannah Arendt que, en un Estado totalitario, no hay “sospechosos” porque este se erige una vez que los oponentes han sido destruidos. En su lugar, se esgrimen enemigos últimos de carácter ideológico designados sin que exista ningún delito que recriminarles. Además, la caracterización del enemigo no es definitoria, sino que se actualiza continuamente porque en ella radica la supervivencia del régimen mismo. En la escalada de persecución a los inmigrantes durante la actual ‘Era Trump’, estamos asistiendo a esa renovación del enemigo que cristaliza en continuos decretazos cuyo fin es privar de derechos fundamentales a quienes menos tienen. Si la cruzada principal se ensañó con los inmigrantes indocumentados, tanto dentro como fuera del territorio nacional –los solicitantes de asilo, por ejemplo–, sus ramificaciones ahora atañen a los ‘con papeles’: residentes legales y ciudadanos americanos cuyos rasgos físicos u origen los emparentan con el objeto del odio.
En los últimos meses hemos sido testigos de la criminalización de la presencia ilegal en Estados Unidos, que antes era una falta administrativa; de la separación de familias y el internamiento de niños en centros de concentración; de la muerte de siete menores en estos y el tratamiento denigrante de los vivos, confinados en jaulas, sin atención médica y, en muchos casos, negándoles una higiene y alimentación acordes con la dignidad humana. Más allá, Trump ha anunciado medidas para detener de manera indefinida a estos menores y a sus familias, así como su intención de denegar la residencia a inmigrantes documentados que requieran algún tipo de prestación social –ya de por sí escasas– tales como cupones de comida. Por último, ha hablado de revocar el derecho a la ciudadanía de los nacidos en Estados Unidos, garantizado por la decimocuarta enmienda, y hasta se ha llegado a detener a estadounidenses de cuyo pasaporte legítimo se sospechaba. Si esta progresión sigue su rumbo, como está previsto, al menos, hasta que se celebren las elecciones de noviembre, habremos alcanzado un nivel de injusticia sistemática que a todas luces impedirá a esa masa silenciosa de ciudadanos ‘aptos’ llamar a su patria democracia, si es que pueden hacerlo ahora. Quizá estén, ellos también, encadenados al miedo; quizá no hayan aprendido que, cuando no quede más enemigo que su pasividad ante el espejo, irán a por ellos.
Fuente: https://ctxt.es/es/20190918/Firmas/28429/Azahara-Palomeque-tribuna-EEUU-racismo-xenofoboia-Trump-migrantes-derechos-sociales-derechos-civiles.htm#.XYYi181XwqI.twitter
Miembros de South Central Farm manifestándose a favor de los derechos civiles de migrantes
y descendientes de estos en Los Ángeles (California), 1 de mayo de 2006. Jonathan McIntosh |
En un país líder en población encarcelada y con una presencia policial masiva, este cuerpo de seguridad del Estado, cuyas bondades suelen inculcarse a los colectivos blancos y pudientes, se ceba a menudo con los más oscuros y son innumerables los casos de brutalidad policial que han terminado en la total impunidad de los agresores. Sin embargo, esa misma policía se encargó hace poco de expulsar a una profesora universitaria blanca de su hogar cuando esta acudió a ellos para que la ayudaran a controlar a su hija de diez años. La niña, quien sufre problemas psiquiátricos que a veces se manifiestan en ataques de ira, residía con su madre en territorio considerado parte del campus. Tras evaluar el caso, la policía determinó que ambas tendrían que mudarse según los protocolos de seguridad de la universidad. El miedo, esta vez de la institución, les jugó una mala pasada: lo que comenzó por una llamada de socorro terminó en un desahucio.
El ejemplo anterior ilustra un hecho difícil de evaluar, cuya descripción se torna hasta superflua cuando, en principio, no existe una amenaza real. La moraleja, si hay alguna, indicaría que hasta las situaciones más banales guardan la potencialidad de convertirse en tragedia. En Estados Unidos, país que ostenta las cifras de ansiedad más altas del globo, el miedo es tangible pero no se ve, se respira: a una factura médica impagable, a una demanda por no haber limpiado la nieve en tu parte correspondiente de la acera, a que un fanático te vuele los sesos con un rifle adquirido de manera perfectamente legal. No obstante, se puede hablar de una gradación del miedo según el nivel de vulnerabilidad que te corresponda en la estratificada sociedad yanqui, marcado sobremanera por el color de la piel –la niña, lo digo ahora, era negra. Entre el grupo de los más vulnerables, el miedo muta en otra cosa: materialidad exponencial del terror, visceral agonía que afecta, también de forma exacerbada y sin piedad, a los inmigrantes.
Cuando una multa de tráfico puede transformarse, debido a los misterios burocráticos de un régimen disfrazado de electoralismo, en deportación inmediata, por poner un ejemplo, los niveles de alerta se disparan hasta el punto de que la mera existencia en un clima de continuo peligro se vuelve en sí peligrosa, incluso desde el punto de vista inmunológico. Vivir así fuerza a los individuos a adoptar dos posturas, que a veces conviven: la reclusión numantina en uno mismo, que invoca la falaz sensación de protección aunque las fronteras sean perfectamente penetrables; o un activismo que invita a la vocalización del peligro exponiendo la propia debilidad con el fin de encontrar apoyos. Entre uno y otro polo van oscilando vidas ajenas a la criminalidad que se les imputa y cuya única acción disidente ha sido la de haber cruzado una linde nacional, tener la piel más oscura de lo que los estándares casi eugenésicos de Estados Unidos demandan, hablar un idioma distinto al inglés; en definitiva, exhibir una ‘diferencia’ que desafía los raquíticos estándares de lo aceptable. Junto a las masas de desarrapados que, cada vez más, componen este país –los enfermos condenados a vagar sin seguro médico, el 50% que vive por debajo o cerca del umbral de la pobreza, los negros–, los inmigrantes representan la mayor escoria humana a ojos de una presidencia que se ha empeñado en reducir sus derechos a escombros, sobre todo los de aquéllos que no constituyen el círculo selecto de Silicon Valley ni son la primera dama, sino que conforman el tejido productivo sobre el que literalmente se asienta el aparato beligerante en su contra.
Dice Hannah Arendt que, en un Estado totalitario, no hay “sospechosos” porque este se erige una vez que los oponentes han sido destruidos. En su lugar, se esgrimen enemigos últimos de carácter ideológico designados sin que exista ningún delito que recriminarles. Además, la caracterización del enemigo no es definitoria, sino que se actualiza continuamente porque en ella radica la supervivencia del régimen mismo. En la escalada de persecución a los inmigrantes durante la actual ‘Era Trump’, estamos asistiendo a esa renovación del enemigo que cristaliza en continuos decretazos cuyo fin es privar de derechos fundamentales a quienes menos tienen. Si la cruzada principal se ensañó con los inmigrantes indocumentados, tanto dentro como fuera del territorio nacional –los solicitantes de asilo, por ejemplo–, sus ramificaciones ahora atañen a los ‘con papeles’: residentes legales y ciudadanos americanos cuyos rasgos físicos u origen los emparentan con el objeto del odio.
En los últimos meses hemos sido testigos de la criminalización de la presencia ilegal en Estados Unidos, que antes era una falta administrativa; de la separación de familias y el internamiento de niños en centros de concentración; de la muerte de siete menores en estos y el tratamiento denigrante de los vivos, confinados en jaulas, sin atención médica y, en muchos casos, negándoles una higiene y alimentación acordes con la dignidad humana. Más allá, Trump ha anunciado medidas para detener de manera indefinida a estos menores y a sus familias, así como su intención de denegar la residencia a inmigrantes documentados que requieran algún tipo de prestación social –ya de por sí escasas– tales como cupones de comida. Por último, ha hablado de revocar el derecho a la ciudadanía de los nacidos en Estados Unidos, garantizado por la decimocuarta enmienda, y hasta se ha llegado a detener a estadounidenses de cuyo pasaporte legítimo se sospechaba. Si esta progresión sigue su rumbo, como está previsto, al menos, hasta que se celebren las elecciones de noviembre, habremos alcanzado un nivel de injusticia sistemática que a todas luces impedirá a esa masa silenciosa de ciudadanos ‘aptos’ llamar a su patria democracia, si es que pueden hacerlo ahora. Quizá estén, ellos también, encadenados al miedo; quizá no hayan aprendido que, cuando no quede más enemigo que su pasividad ante el espejo, irán a por ellos.
Fuente: https://ctxt.es/es/20190918/Firmas/28429/Azahara-Palomeque-tribuna-EEUU-racismo-xenofoboia-Trump-migrantes-derechos-sociales-derechos-civiles.htm#.XYYi181XwqI.twitter
sábado, 21 de septiembre de 2019
Olvidar un olvido
" Y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy"
Luis Cernuda
La enfermedad de Alzheimer
El alzhéimer se caracteriza por alteraciones de la memoria reciente; es el resultado de la pérdida de sinapsis, es decir, el punto de encuentro donde las neuronas se comunican entre sí. El cerebro es capaz de hacer rebrotar las sinapsis durante las primeras fases de la enfermedad, pero, durante las últimas, las neuronas mueren definitivamente. El cerebro no puede reavivar las neuronas, por lo que la muerte celular produce un daño permanente El tratamiento contra el alzhéimer es más efectivo durante los primeros estadios, antes de que mueran demasiadas células, por lo que los neurólogos están intentando desarrollar neuroimágenes funcionales y otros métodos para identificar la enfermedad lo antes posible.
Los científicos han comenzado a desentrañar el cúmulo de circunstancias que se ocultan tras la enfermedad de Alzheimer. También han aprendido muchas cosas sobre la biología molecular de esta dolencia. Cada nuevo detalle que se añade a ese caudal de conocimientos constituye otra posibilidad de descubrir un nuevo medicamento, otra posibilidad de detener el avance e esta devastadora enfermedad.
El descubrimiento de este mal data de 1906, cuando Alois Alzheimer, un psiquiatra alemán, descubrió el caso de una mujer de cincuenta y un años, que había empezado a tener repentinos e irracionales celos de su marido. Poco después, la paciente desarrolló fallos de memoria y una pérdida progresiva de las habilidades cognitivas. Con el tiempo, la memoria se deterioró hasta tal punto que ya no era capaz de orientarse, ni siquiera dentro de su propia casa. Escondía objetos. Empezó a creer que la gente quería matarla. La ingresaron en una clínica psiquiátrica y murió cinco años después de la aparición de los síntomas.
Alzheimer le hizo la autopsia y observó tres alteraciones de la corteza cerebral que desde entonces se consideran características de la enfermedad. En primero lugar, el cerebro estaba encongido y atrofiado. En segundo lugar, el exterior de las células nerviosas contenía depósitos de una materia densa que formaba lo que ahora denominamos placas amiloides. En tercer lugar, dentro de las neuronas había una acumulación de proteínas, compuesta de fibrillas entrelazadas, que ahora reciben el nombre de ovillos neurofibrilares. Dada la importancia de ese descubrimiento, al trastorno se le dio el nombre del apellido de Alois Alzheimer.
Al principio se pensó que las placas amiloides y los ovillos neurofibrilares, que son el distintivo de la enfermedad, eran productos secundarios de la enfermedad, pero ahora sabemos que son algunos de sus principales causantes. Uno de los aspectos más asombrosos es que se forman entre diez y quince años "antes" de que la memoria de la persona empiece a cambiar. Si esas estructuras pudieran detectarse en el momento de su aparición, tal vez sería posible evitar el daño cerebral y frenar en seco el avance del alzhéimer.
Las placas se forman inicialmente en áreas específicas y restringidas del cerebro. Una de ellas, es la la implicada en la atención, el autocontrol y la resolución de problemas. Las placas y los ovillos presentes en esas áreas explican el deterioro cognitivo y la pérdida de memoria. Al principio, el cerebro es capaz de equilibrar tan bien las cosas que ni siquiera un miembro de la familia sabe distinguir entre alguien que sufre ese daño incipiente y alguien que no. Con el paso del tiempo, sin embargo, a medida que se van dañando cada vez más conexiones y las neuronas empiezan a morirse , algunas regiones, se desintegran y el cerebro comienza a perder funciones elementales, como por ejemplo el almacenamiento de recuerdos. Entonces los síntomas relacionados con la pérdida de memoria se hacen evidentes.
¿Por qué se forman las placas y los ovillos? Los científicos han descubierto que el péptido b-amiloide es el causante de la formación de las placas. Ese péptido forma parte de una proteína mucho más grande, APP, por sus siglas en inglés, que se aloja , al parecer en la membrana celular de las dendritas, esto es, en las prolongaciones ramificadas de las neuronas. Dos enzimas separadas atraviesan la proteína precursora, cada una en un lugar diferente, liberando el péptido b-amiloide. Una vez fuera de la membrana celular, el péptido flota en el espacio que rodea la neurona.
Resulta que tanto la producción como la liberación del péptido b-amiloide son acciones normales para todos nosotros. En el caso de las personas que padecen alzhéimer, la producción de esa proteína se acelera, o su eliminación del área que rodea la célula se desacelera Ambas acciones pueden dar como resultado acumulaciones anormales de péptidos. Y, lo que es más, esos péptidos son viscosos: se adhieren unos a otros y a la larga forman las placas amiloides.
Otra proteína involucrada es la tau, que se ubica dentro de las neuronas. Una proteína para funcionar, debe tener una forma tridimensional, que adopta recurriendo a un plegamiento específico. Un defecto molecular, que hace que la proteína tau se pliegue mal, forma grumos tóxicos que a su vez dan lugar a ovillos neurofibrilares.
La combinación de esos dos conglomerados -las placas en el exterior de la célula nerviosa y los ovillos en su interior- produce la muerte de las neuronas y es la causante del avance del alzhéimer.
LA NUEVA BIOLOGÍA DE LA MENTE
Eric R. Kandel
viernes, 20 de septiembre de 2019
Millones de personas se suman a las 'huelgas climáticas'
Las protestas, convocadas desde este viernes hasta el 27 de septiembre, coincidirán con la cumbre climática de la ONU
Millones de personas en todo el mundo participarán desde este viernes en las huelgas climáticas que se
han convocado a lo largo de todo el planeta los días 20 y 27 de
septiembre y en las actividades de los días intermedios, que coincidirán
con la celebración en Nueva York (Estados Unidos) de la Cumbre Climática convocada por la ONU para impulsar la ambición en las negociaciones de la próxima Conferencia del Clima que se celebrará a final de año en Chile.
Las movilizaciones van camino de convertirse en la mayor movilización climática de la historia y Fridays for Future ya
cuenta con una lista de más de 5.225 eventos en 156 países que tendrán
lugar del 20 al 27 de septiembre, y cada día se añaden más. Además de
los jóvenes, los adultos se unirán a los jóvenes y, de hecho, la
plataforma 350.org estima que más de 73 sindicatos; 820
organizaciones; 2.500 empresas ya han manifestado su apoyo a las
huelgas y, hasta 6.323 paginas de internet realizarán una huelga climática digital.
En la marcha de Nueva York participará la joven sueca que ha
inspirado el movimiento Fridays For Future, Greta Thunberg, que viajó
desde Europa a América en el velero cero emisiones Malizia, propiedad
del príncipe de Mónaco, Pierre Casiraghi. Precisamente la de Nueva York
podría ser una de las marchas climáticas más multitudinarias.
Las movilizaciones en España
En España, la huelga, apoyada por Alianza por el Clima tiene el apoyo de más de 300 organizaciones y Fridays For Future ha convocado 179 huelgas en todo el país. La activista de FFF Madrid María Laín, que participará en la cumbre de jóvenes que se celebrará en Nueva York este sábado, ha destacado que la Cumbre Climática para Jóvenes será "un momento histórico" en el que cientos de jóvenes de todo el mundo se reunirán para buscar soluciones a la crisis climática y exigir a los políticos que actúen.
"Los jóvenes sabemos que España será uno de los países europeos
más afectados por esta crisis y por eso nos hemos manifestado a lo largo
de todo el año. La huelga mundial del 27 de septiembre será
el punto culminante de nuestras protestas, y me gustaría que tanto
jóvenes como mayores se unieran a nuestra causa. Seas quien seas la
crisis climática te afecta, y tú eres parte de la solución", ha
reclamado.
En concreto, desde la organización Juventud por el Clima han señalado que durante toda la semana habrá distintas acciones en todo el país desde talleres, pancartas, punto informativos, entre otras actividades. A los jóvenes se han sumado también Madres por el Clima cuyo objetivo es concienciar sobre la crisis climática y seguir ejerciendo presión para que se tomen medidas contundentes para proteger al planeta.
Apoyo de la Sindical InternacionalDe hecho, el alcalde de la ciudad ha dado permiso a 1,1 millones de estudiantes de escuelas públicas para que falten a clases y asistan a las huelgas, donde Thunberg será una de los oradoras junto con muchos otros activistas juveniles. Los huelguistas se reunirán en diferentes ciudades estadounidenses, donde en total se han organizado unos 600 eventos a lo largo de la semana.
Asimismo, durante la Cumbre de Acción Climática de la ONU el 23 de septiembre, los activistas en Washington D.C. planean paralizar la ciudad mediante el bloqueo de infraestructuras claves.
A nivel mundial, la Confederación Sindical Internacional apoya las huelgas al igual que su brazo europeo. Por ejemplo, el Congreso de Sindicatos del Reino Unido ha pedido a sus 5 millones de miembros que apoyen las huelgas y el sindicato irlandés Fórsa ha pedido a sus 80.000 miembros que se sumen. Mientras, en Italia, el mayor sindicato, la CGIL que cuenta con más de cinco millones de miembros, celebrará asambleas en los lugares de trabajo el próximo 27 de septiembre y la federación sindical sudafricana con 800.000 miembros se unirá a la huelga.
Por otro lado, más de 600 profesionales de la medicina han
firmado una justificación de ausencia médica para excusar a los
estudiantes de la clase, debido a los efectos adversos del cambio
climático en la salud. En la sede central de Amazon en Seattle, más de
900 empleados se marcharán este viernes por la falta de acción climática
de sus empleadores y los trabajadores de Google y Microsoft también se
unirán a las huelgas.
Fuente: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20190920/huelgas-climaticas-movilizaciones-mundiales-emergencia-clima-7642795?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=cm
@F4F_Freiburg
30.000 Menschen. In einer Stadt mit 230.000 Einwohnern. Freiburg macht heute deutlich: Wir haben genug vom
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@ManuelLaemmle
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@HCWr1ght
Youth
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A view through the crowds... #ClimateStrike protestors gathered at Merrion Square, Dublin #FridaysForFuture pic.twitter.com/vKIfJGra4B— Philip Bromwell (@philipbromwell) 20 de septiembre de 2019
En España, la huelga, apoyada por Alianza por el Clima tiene el apoyo de más de 300 organizaciones y Fridays For Future ha convocado 179 huelgas en todo el país. La activista de FFF Madrid María Laín, que participará en la cumbre de jóvenes que se celebrará en Nueva York este sábado, ha destacado que la Cumbre Climática para Jóvenes será "un momento histórico" en el que cientos de jóvenes de todo el mundo se reunirán para buscar soluciones a la crisis climática y exigir a los políticos que actúen.
@b9AcE
The
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En concreto, desde la organización Juventud por el Clima han señalado que durante toda la semana habrá distintas acciones en todo el país desde talleres, pancartas, punto informativos, entre otras actividades. A los jóvenes se han sumado también Madres por el Clima cuyo objetivo es concienciar sobre la crisis climática y seguir ejerciendo presión para que se tomen medidas contundentes para proteger al planeta.
@adavies4
Thousands now marching through the centre of Bristol
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Apoyo de la Sindical InternacionalDe hecho, el alcalde de la ciudad ha dado permiso a 1,1 millones de estudiantes de escuelas públicas para que falten a clases y asistan a las huelgas, donde Thunberg será una de los oradoras junto con muchos otros activistas juveniles. Los huelguistas se reunirán en diferentes ciudades estadounidenses, donde en total se han organizado unos 600 eventos a lo largo de la semana.
Asimismo, durante la Cumbre de Acción Climática de la ONU el 23 de septiembre, los activistas en Washington D.C. planean paralizar la ciudad mediante el bloqueo de infraestructuras claves.
A nivel mundial, la Confederación Sindical Internacional apoya las huelgas al igual que su brazo europeo. Por ejemplo, el Congreso de Sindicatos del Reino Unido ha pedido a sus 5 millones de miembros que apoyen las huelgas y el sindicato irlandés Fórsa ha pedido a sus 80.000 miembros que se sumen. Mientras, en Italia, el mayor sindicato, la CGIL que cuenta con más de cinco millones de miembros, celebrará asambleas en los lugares de trabajo el próximo 27 de septiembre y la federación sindical sudafricana con 800.000 miembros se unirá a la huelga.
@GretaThunberg
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Fuente: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20190920/huelgas-climaticas-movilizaciones-mundiales-emergencia-clima-7642795?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=cm
Trump quita a la insumisa California su capacidad para legislar por su cuenta contra el cambio climático
Pero cuidado, ¿Qué es este pequeño estado a orillas del Pacífico? Efectivamente, el rodillo anti-clima había allanado casi todas las calzadas romanas salvo por unos pocos irreductibles californianos, que se empeñaban en conservar su esencia más concienciada medioambientalmente. Los rebeldes californianos no se rendían ante las tropas del César, y de hecho se regían por sus propias leyes vigentes dentro de su aldea estatal. Hasta que allá en la capital del imperio el César decidió pasar a la acción y conquistar legislativamente al irreductible estado rebelde.
EEUU asiste consternado a un quirófano político realmente delirante, en el que incluso algunos ciudadanos participan en blandir bisturís
Debemos empezar diciendo que en este análisis no pretendemos entrar en el eternizante debate sobre el cambio climático. Y no es que sea porque no nos atrevamos desde estas líneas con el tema: de hecho, ya hemos escrito largo y tendido varias veces sobre ello. La razón es simplemente que lo considero un hecho tan mayormente probado, que el debate en sí mismo ya no me despierta apenas interés. Pero por no defraudar a los todavía sedientos de debate y dialéctica en este campo, les dejo una excelente pieza periodística al respecto que la reputada publicación The Economist publicó ayer mismo, y que resolverá prácticamente todas las dudas climático-económicas que a día de hoy les puedan quedar (todavía).
Más allá de la pequeña licencia de haber tratado de hacer una introducción con un poco de sentido del humor, en realidad este tema es todo un drama digno de un serial televisivo. En el río tan revuelto que han conseguido que sea la política de EEUU, han pasado ya de lo turbio a lo realmente agitado, más propio de las aguas bravas.
Lamentablemente, hoy ya no estamos hablando de muros a largo plazo, ni de que se haya puesto fin a la transparencia que suponía que cada nuevo presidente entrante aportase su declaración de impuestos, ni tan siquiera de que desde una presidencia se pretenda dictar totalitariamente en todo lo que se hace en el país, llevándose por delante incluso a reputadas instituciones independientes como la FED.
No, ahora la cada vez más autoritaria línea de mando de la Casa Blanca ya ha rebasado todo esto (y de sobra). La última noticia que nos trae la convulsa realidad política de aquel país es que Trump, no sólo ha abogado abierta y públicamente por los intereses de las petroleras, no sólo ha denostado y hostigado a esa comunidad científica que ya predijo el cambio climático, no sólo ha afirmado que sacará a su país de aquel prometedor tratado de París que aún llegaba a tiempo (al menos más probablemente que ahora, y con todas las graves consecuencias en la lucha contra el cambio climático), no sólo tiene una relación estrecha y muy confidencial con mandatarios de potencias vitalmente dependientes del petróleo. Por cierto, algunas de esas relaciones se mantienen sospechosa y mayormente a puerta cerrada, e incluso prohibiendo por contrato a la traductora siquiera revelar absolutamente nada de lo que oiga de puertas para adentro.
Ahora Trump está ya entrando en un nuevo y peligroso terreno, y ha empezado a revertir el derecho federal existente, trasgrediendo décadas de legislación establecida. Literalmente, Trump ha quitado a California la potestad de imponer estatalmente su propia legislación estatal para combatir por su cuenta el cambio climático. Los californianos están consternados, y el descontento general y el sentimiento anti-Trump cotiza todavía más al alza que antes en aquel populoso estado. Poco debe importar realmente nada de esto en el Despacho Oval. ¿Cuál será pues el verdadero objetivo que justifica embarcarse en una cruzada que puede tener incluso un alto coste político (aunque sea de oportunidad pudiendo ganarse a un electorado adverso)?
Este dardo legislativo de Trump concretamente no es tan visceral, y parecería estar estratégicamente dirigido
Pero Trump tenía un serio problema con California y su legislación estatal pro-clima. El problema no era sólo ya la legislación local de aquel estado, lo realmente amenazador para los poderes fácticos era cómo el sector del automóvil había hecho de los estándares californianos un estándar a nivel nacional (los fabricantes no producen diferentes vehículos para cada estándar estatal), además de que buena parte del tejido empresarial estadounidense en general también se había auto-organizado por sí mismo ante la inacción (o más bien ataque) de la Casa Blanca, y se estaban alumbrando numerosas iniciativas, políticas, y protocolos en la lucha contra el tristemente omnipresente cambio climático.
Por si este acto de insumisión estatal no fuera poco para el autoritario Trump, ya no sólo era cómo las empresas a nivel federal se estaban dejando guiar por la legislación del que además es el estado más populoso de Estados Unidos. Es que a los poderes fácticos se les iban los intereses de la mano, pues el hecho es que la legislación californiana se estaba extendiendo como un reguero de pólvora por otros estados que ya llegaban en torno a la docena, concienciados también con el cambio climático, y que se hacían así eco político y empresarial del un cada vez más ensordecedor clamor popular al respecto. Aunque claro, de nada sirve que el clamor sea efectivamente ensordecedor cuando de sordos intencionados va el asunto, pero a juzgar por la violencia de los últimos golpes, los sordos empiezan a andar ya algo desesperados.
El objetivo de Trump no parecen ser en esta ocasión sus propias políticas ni sus rotundos e incuestionables convencimientos personales, ni tan siquiera parece ser ahora mantener contento a su electorado, para el que el cambio climático es un asunto cada vez más importante y en el que demandan soluciones, especialmente los más jóvenes. Ahora ya estamos viendo cómo por algún otro motivo se inmiscuye sin mayor necesidad política en la política estatal de estados que ya no le votaban mayoritariamente como es el caso de California, a riesgo de convertirse en un ser político todavía más impopular allí y en otros lugares, al haber cogido y eliminado de un plumazo la capacidad que tenía el estado de California hasta el momento para aprobar su propia legislación en cuanto al cambio climático. Así, Trump ha revertido una capacidad legislativa de hace más de una década que concedió a California una dispensa legal a la hora de aplicar el Clean Air Act de 1970, permitiéndole establecer sus propios estándares más restrictivos al margen de los federales. Tras ello, el estado ya no podrá imponer sus propios límites de emisiones, que eran sensiblemente más restrictivos que los del conjunto federal.
Trump justificó su decisión por Twitter, argumentando que va a conseguir que los automóviles sean mucho más baratos y sustancialmente más seguros, como si la decisión no tuviese nada que ver con su conflicto político general con este estado. Pero lo cierto es que la propia industria ya manifestó a Trump que no era deseable una vuelta atrás así en la legislación, y de hecho, como muestra de su oposición, las principales automovilísticas firmaron al margen de la administración federal un acuerdo con California por el que se comprometían a asumir una legislación más restrictiva si la federal sufría una marcha atrás.
En el fondo, todo argumento se puede retorcer, y también toda ley. Es una práctica ya tristemente habitual que asistamos a ver cómo los estilos de mando autoritarios, que empiezan a imperar peligrosamente en las democracias occidentales, explotan los resortes legales de todo tipo, y llevan los límites políticos, legislativos y empresariales hasta el extremo (pero el extremo extremo), o incluso más allá (sin despeinarse tan siquiera). Con el tema de California, Trump parece estar optando por un inmisericorde y despiadado "si no puedes con tu enemigo, elimínalo a él". Más legislativamente bélico no puede ser el asunto: lo es casi al mismo nivel que hemos visto en la comercial guerra del diésel con la que se ha torpedeado la economía europea.
Pero lo realmente dramático de todo este asunto es que, con el que parece demostrar que considera su enemigo, además Trump estaría canalizando unas maniobras anti-clima que, en última instancia, van a eliminar el futuro de todo el planeta en su conjunto. Porque los que antes decían que los científicos mentían y que no iba a haber ningún cambio climático, ahora se desdicen y admiten que sí que lo hay, pero que es que no es por los gases efecto-invernadero. Dentro de poco dirán que sí que hay cambio climático, y que sí que hay una parte achacable a los gases efecto invernadero (que, al menos en EEUU, es la principal fuente), pero que la culpa en realidad es del metano de las ventosidades del ganado vacuno. Cualquier cosa por rocambolesca que pueda ser con tal de no admitir un grave error propio.
Y mientras mantenemos airados debates, y algunos se desdicen y mutan de argumentos, el resto vamos contemplando con impotencia cómo poco a poco van subiendo cada año las temperaturas de los termómetros, pregutándonos hasta dónde llegará el mercurio (y en el futuro el agua), y esperando que la nueva mutación de opinión sea la definitiva, y nos permita ponernos juntos manos a la obra para por fin trabajar todos a una en revertir (si estamos a tiempo) un problema global en responsabilidad y en damnificados.
Así que, toda rectificación debe ser bienvenida, porque no hay peor error que persistir en los errores incluso cuando la realidad les va demostrando que estaban equivocados. Los baños de realidad es lo que tienen: sólo te quitan todo lo pardo cuando ya estás sumergido hasta las orejas. Por el bien de todos, esperemos que en esta ocasión se trate sólo de una mera ducha de realidad.
Fuente: https://www.elblogsalmon.com/entorno/trump-quita-a-insumisa-california-su-capacidad-para-legislar-su-cuenta-cambio-climatico
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