"Una mujer que es una
'buena mujer', 'buena esposa' o 'buena madre', es una mujer que hace su
trabajo doméstico. Aquí, ese trabajo gratuito 'sirve' para probar el
valor de los individuos"
"El trabajo gratuito en el contexto de las nuevas tecnologías se hace en nombre de la pasión, del mismo modo que el trabajo doméstico las mujeres lo hacen en nombre del amor y que los voluntarios lo hacen en nombre de la ciudadanía"
"Cuando una actividad es “invisible” como trabajo significa también que se realiza al margen del derecho laboral, al margen de las instituciones del mundo laboral, ya sea la representación sindical, de los derechos sociales o de la protección social"
Voluntarios, implicados en causas del mundo asociativo, parados o
personas en situación de asistencia social. Todos ellos trabajan gratis o
han trabajado gratis si han sido entrevistados por Maud Simonet (París,
1972), socióloga y catedrática del Centro Nacional francés de
Investigaciones Científicas (CNRS) en la Universidad de París-Nanterre.
"El trabajo gratuito en el contexto de las nuevas tecnologías se hace en nombre de la pasión, del mismo modo que el trabajo doméstico las mujeres lo hacen en nombre del amor y que los voluntarios lo hacen en nombre de la ciudadanía"
"Cuando una actividad es “invisible” como trabajo significa también que se realiza al margen del derecho laboral, al margen de las instituciones del mundo laboral, ya sea la representación sindical, de los derechos sociales o de la protección social"
Maud Simonet, socióloga y catedrática del Centro Nacional francés de Investigaciones Científicas (CNRS) en la Universidad de París-Nanterre Textuel |
Simonet lleva 20 años trabajando sobre esta dimensión
poco conocida del mundo laboral. Esa dimensión que implica trabajo sin
remuneración, con pocos derechos o sin el reconocimiento de ninguno de
ellos. Así es el trabajo gratuito y así se llama, de hecho, la última
investigación de Simonet publicada en Francia. Travail gratuit: la nouvelle exploitation? (Ed. Textuel, 2018) o Trabajo gratuito: ¿la nueva explotación?, se titula su último libro.
Esta socióloga plantea que el trabajo gratuito sirve hoy
día para "dar una cara cívica al neoliberalismo". Entre otras cosas,
porque en esta lógica se ataca lo público "en nombre del compromiso
ciudadano, de los valores cívicos, de la buena voluntad de los
ciudadanos o bajo la excusa de la reinserción de quienes reciben ayudas
sociales", según explica Simonet en esta entrevista con eldiario.es.
¿Qué entiende usted por trabajo gratuito?
Yo
tomo la idea de trabajo gratuito del análisis feminista previo sobre el
trabajo doméstico, entendido como un trabajo gratuito asignado a las
mujeres en nombre del amor, la maternidad, la familia, etcétera. Yo
retomé este concepto para analizar muchas actividades que hoy se
realizan fuera del ámbito doméstico, ya sea en asociaciones, en
servicios públicos o a través de Internet y que hacen posible el
funcionamiento de asociaciones y servicios públicos pero también de
empresas. Esto, sin que haya un reconocimiento de que sean trabajo.
Hablamos de actividades que no cuentan con ningún tipo de protección social.
Exacto.
Son actividades que, como trabajo, son invisibles. No están reconocidas
como si fueran trabajo. Pueden no estar remuneradas o se realizan a
cambio de una indemnización'. Pero nunca se realizan a cambio de un
salario. Cuando una actividad es invisible' como trabajo significa
también que se realiza al margen del derecho laboral, al margen de las
instituciones del mundo laboral, ya sea la representación sindical, de
los derechos sociales o de la protección social.
Esas formas de trabajo, ¿siempre están al margen del sistema de protección laboral?
Estamos
ante nuevas formas del trabajo asociativo, como lo que se llama en
Francia 'voluntariado'. Son formas de trabajo voluntario que tienen una
duración temporal determinada, llevan asociada una pequeña indemnización
y, eventualmente, puede haber asociados algunos derechos sociales. Por
ejemplo, en Francia, cuando se es voluntario se cotiza para la
jubilación pero no se cotiza para el subsidio de desempleo.
Sus investigaciones demuestran que estas formas de empleo pueden acabar utilizándose en el sector público.
Así
es. Con John Krinsky [politólogo y profesor de la City College de Nueva
York] hemos trabajado durante años sobre la transformación del
mantenimiento de los parques de la ciudad de Nueva York. Ahí hemos
demostrado que, entre la mitad de los años 70 y el periodo actual, ha
habido una transformación del trabajo en ese servicio público. Disminuyó
el número de funcionarios que limpiaban los parques y hemos visto
multiplicarse el estatus de los trabajadores. Porque aparecieron en ese
sector trabajadores del sector asociativo, por ejemplo.
Hablamos
de gente que trabaja para asociaciones que se van a ocupar del
mantenimiento de los parques, a través de acuerdos con la ciudad. Esas
asociaciones emplean su propia mano de obra, pero son empleados sin
derechos sindicales ni la misma protección que los empleados municipales
pese a que llevan a cabo el mismo trabajo. Además, en el sector de los
parques de Nueva York hemos visto aparecer diferentes tipos de
voluntarios y hasta personas que reciben ayudas sociales obligadas a dar
horas de trabajo a la ciudad para seguir recibiendo esas ayudas.
¿Se establece así una suerte de mercado laboral paralelo?
En
nuestra investigación hemos visto la aparición, en el mismo sector, de
trabajadores remunerados y no remunerados, trabajadores con derechos y
sin derechos, de trabajadores que desarrollan un empleo que han elegido y
otros que se ven forzados a trabajar. Todo esto, sin embargo, dentro de
un sector público y sin necesidad de privatización. Lo que ocurre es
que hay una parte del trabajo que se hace gratis. Hablamos de la gratisficación.
No es una bonita palabra. Pero hay una parte del trabajo que se hace
gratis porque la labor la realizan voluntarios o personas que reciben
ayudas.
En cualquier caso, hablamos de gente a la que
no se le paga por hacer su trabajo. A la ciudad le cuesta muy poco
mantener estos trabajadores, pues los costes los asumen otros. Por un
lado, hay una fundación que se ocupa de las asociaciones vinculadas a la
actividad en los parques y el estado federal y el estado en particular
se ocupa fundamentalmente de las ayudas sociales. Las autoridades de la
ciudad nos han reconocido que, en su día, no perdieron la gestión de los
parques en beneficio de empresas privadas porque tenían algo que no
tenían las empresas: trabajo gratuito.
Habla usted del caso de Nueva York. Pero esas ideas de la gratisficación también tienen una influencia en Europa. ¿No es así?
Hace
unos días el primer ministro francés [Édouard Philippe] dejaba caer esa
idea de que a las personas que reciben una ayuda social había que
pedirles una contrapartida en términos de trabajo.
Nueva
York parece ocupar, en su investigación, un lugar de laboratorio
sociológico. Aunque usted ya dice que hay en Francia reflejos similares.
¿Ha visto el fenómeno del trabajo gratuito en otros puntos de Europa?
Este fenómeno, en otros puntos de Europa, ha sido señalado, por ejemplo, en Italia por Andrea Muehlebach. En su libro The Moral Neoliberal
(Ed. University of Chicago Press, 2012) demostraba que, en Italia, se
aplicaban políticas por las cuales el Estado ponía a trabajar a través
del voluntariado a parte de la población. Muehlebach señalaba cómo a
través de ese trabajo gratuito se demostraba'' que uno era un buen
ciudadano pese a estar en paro o recibiendo ayudas del estado. Se
presenta ese trabajo gratuito como una forma de reparar la ciudadanía.
En
el Reino Unido, todo el trabajo de investigación que se ha hecho sobre
la 'Big Society' demuestra que hay un claro discurso que invita a los
ciudadanos a implicarse también en los servicios públicos y que, en
definitiva, ataca los servicios públicos. En Francia ya existen formas
de trabajo gratuito. Ya se utiliza esa idea de que los 'buenos jóvenes'
son aquellos que prefieren hacer un tiempo de lo que aquí se llama
servicio cívico en lugar de estar en el paro.
¿Qué
relación guarda este fenómeno con las luchas feministas que defienden
el trabajo doméstico como un trabajo que debería de ser reconocido?
Esta
idea del 'buen joven' es comparable a la idea de la buena mujer'. Una
mujer que es una 'buena mujer', 'buena esposa' o 'buena madre', es una
mujer que hace su trabajo doméstico. Aquí, ese trabajo gratuito 'sirve'
para probar el valor de los individuos.
La extensión de ese trabajo gratuito, ¿se hace en detrimento del funcionariado?
Absolutamente.
Lo que desaparece es el funcionario. A saber, la desaparición del
trabajador del sector público protegido por la función pública, por el
sindicalismo, los derechos sociales y demás. No es que los voluntarios
sustituyan uno por uno a los funcionarios. Pero hay una sustitución en
el desempeño de tareas. En la medida en la que hay tareas desempeñadas
por voluntarios hay una desprofesionalización.
¿En qué medida representa el 'trabajo gratuito' una nueva evolución del neoliberalismo?
Aquí
la neoliberalización de los servicios públicos se hace con el trabajo
gratuito en nombre del compromiso ciudadano, de los valores cívicos, de
la buena voluntad de los ciudadanos o bajo la excusa de la reinserción
de quienes reciben ayudas sociales. A esto yo lo llamo una cara cívica
del neoliberalismo, un fenómeno que no ha sido estudiado lo suficiente y
que resulta complicado de ver, porque se apoya sobre valores y se
desarrolla en nombre del compromiso, de la comunidad y de la inserción
social.
En definitiva, son valores que reconocemos
como positivos y que no se suelen asociar automáticamente al
neoliberalismo. Pero, sobre el terreno, en el lugar de trabajo, hay una
neoliberalización, porque hay disminución del número de funcionarios,
una precarización de la función pública y la aparición de una gran
diversidad de estatus laborales sin protección laboral.
En suma, estamos ante una precarización del empleo público y una pauperización del servicio público.
Así
es. Así se puede acabar consiguiendo, como ha demostrado el propio
Krinsky, un ejército de trabajadores gratuitos para desarrollar
políticas públicas.
¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en este fenómeno del trabajo gratuito?
Los
sociólogos que se han ocupado del trabajo en los nuevos medios de
comunicación, desde el principio, han estado interrogándose sobre este
fenómeno de la gratuidad del trabajo. Desde los años 2000 se habla en
este contexto de Free Labor, un término muy
ambiguo, que significa, a la vez, 'trabajo gratis' y 'trabajo
voluntario'. Claramente, aquí se plantea también la cuestión de si hay
explotación o no. Es muy curioso que muy rápido se haya planteado ese
interrogante en este contexto y menos directamente en el del mundo
asociativo, del voluntariado y del compromiso ciudadano.
El
trabajo gratuito en el contexto de las nuevas tecnologías se hace en
nombre de la 'pasión', del mismo modo que el trabajo doméstico las
mujeres lo hacen en nombre del 'amor' y que los voluntarios lo hacen en
nombre de la 'ciudadanía'. Pero ese trabajo en Internet plantea las
cuestiones que planteaban ya las luchas feministas desde hace 40 años o
más.
Movimientos políticos como La
República en Marcha, liderado por Emmanuel Macron, o la campaña que
llevó al liderazgo del Partido Laborista a Jeremy Corbyn estuvieron
marcados por el trabajo de voluntarios que se implicaron muchísimo en
Internet con sus líderes. ¿Hay una relación entre ese trabajo y el
trabajo gratuito que usted investiga?
En esos
movimientos hay una dimensión de trabajo por militancia, pero también
la hay de construcción de una carrera profesional. Lo que resulta
innegable es que actualmente hay una institucionalización extremadamente
fuerte del trabajo gratuito en el funcionamiento del mercado laboral.
Puede ser a través de las prácticas o del servicio cívico en Francia. Se
les dice a los jóvenes que ese trabajo gratis puede llevar a un empleo.
En Estados Unidos a esto se le llama Hope Labor.
O sea, trabajar gratis con la esperanza de conseguir el trabajo de
'tus' sueños en el futuro. Este tema guarda relación con el conflicto en
2011 de los blogueros del Huffington Post en el
momento de la venta a AOL por parte de Arianna Huffington a cambio de
315 millones de dólares (unos 230 millones de euros).
¿En qué sentido?
En
aquella época, ese medio tenían un pequeño centenar de periodistas en
plantilla y 9.000 blogueros voluntarios. Éstos se movilizaron, hicieron
huelga, un boicot y una acción judicial en Nueva York. Defendían que el
valor añadido del medio lo habían creado también ellos, por eso querían
recuperar parte de ese valor. Perdieron.
Ese trabajo
gratuito tenía para ellos un doble sentido. Por un lado, escribir ahí
era una forma de militancia y de estar comprometido con la crítica a los
Estados Unidos de visión republicana. Y, también, para muchos de ellos
que venían del mundo del periodismo, de las letras o de la literatura,
escribir ahí era algo bueno y prometedor para su carrera profesional.
Da
la impresión de que el 'trabajo gratuito', como tal, aún tiene que ser
reconocido como lo que es: trabajo. Sus investigaciones apuntan a esa
dirección. ¿Cómo cree usted que uno puede protegerse ante este fenómeno?
Las
soluciones son difíciles de encontrar. Yo siempre trato de mirar qué
conflictos hay o ha habido que tratan de rechazar esa asignación del
trabajo gratuito. Actualmente hay un movimiento social en Québec
(Canadá). Allí, hay becarios que están haciendo huelgas. Hubo paros en
noviembre y los hay anunciados para esta primavera. Es un movimiento
donde se señala particularmente que los trabajos como becarios no
remunerados son fundamentalmente trabajos desempeñados por mujeres, ya
sea en educación, sanidad o el sector social.
Hay
jóvenes movilizadas y han unido su causa a la de las feministas, que
desde siempre han denunciado el trabajo no remunerado e invisibilizado
pero que es indispensable para el funcionamiento del capitalismo. El
movimiento de estas becarias es un movimiento que busca el
reconocimiento del trabajo de las mujeres en los sectores afectados.
Reivindican ser consideradas como trabajadoras. Reivindican una
remuneración y no una ayuda ni una indemnización.
No hay comentarios:
Publicar un comentario