Wagner ha lanzado junto a la exreligiosa Rocío Figueroa la iniciativa Voices of Faith, que pretende visibilizar las agresiones a las mujeres por parte de la jerarquía eclesiástica
El Papa acaba de admitir que existen estos abusos a mujeres, aunque de momento no ha develado cómo va a luchar contra ellos, lamenta Wagner
Doris Wagner, exmonja alemana que ha denunciado abusos |
Wagner, junto a Rocío Figueroa, han lanzado la iniciativa
Voices of Faith, que busca romper el manto de silencio respecto a los
abusos y violaciones de sacerdotes y obispos a religiosas en todo el
mundo, una lacra reconocida por el Papa Francisco a la vuelta de su reciente viaje a Emiratos Árabes Unidos.
¿Qué le han parecido las palabras del Papa reconociendo la existencia de abusos a religiosas por parte del clero?
Me
parece que el reconocimiento debería haber llegado mucho antes. Sin
embargo, es un alivio que haya ocurrido, y espero que, a partir de
ahora, muchas más religiosas que hayan sufrido abuso sexual se den
cuenta de que no están solas, y se atrevan a hablar. También desearía
que, después de admitir esta realidad, el Papa Francisco tome las
medidas apropiadas, porque hasta ahora no ha anunciado de qué manera va a
lidiar la Iglesia con este escándalo.
¿Cuál es la dimensión real de este escándalo?
Me
faltan las palabras para expresar el horror que siento al hablar del
abuso sexual de las monjas. Son mujeres, muchas de ellas jóvenes,
idealistas, que hacen voto de castidad porque quieren dedicar sus vidas a
Cristo y a su Iglesia, pero que se ven atrapadas en una realidad en la
que son explotadas sexualmente por hombres a los que tienen que llamar
"padre". Ha habido casos de sacerdotes que embarazaron a las religiosas y
luego las obligaron a abortar. Incluso Maura O'Donohue nos informó de
un caso de una monja que murió durante el aborto, y que el mismo
sacerdote que había abusado de ella obligó a que el niño abortado
presidiera su misa de Réquiem. Esto es horrible.
¿Cuántas religiosas han podido sufrir abusos en el mundo?
Existe
un estudio realizado sobre el tema, que sugiere que el 40% de las
religiosas del mundo han sufrido abuso sexual, un 10% antes de unirse a
la vida religiosa y el 30% después. Es una cifra enorme, y espero que se
investigue sobre ella.
¿Cuál fue su experiencia?
Entré
en la vida religiosa en 2003, a los 19 años. Desde el principio me
maltrataron espiritualmente: no se me permitió elegir a mi confesor ni a
mi director espiritual. No podía hablar libremente con otros miembros
de la comunidad, leer libros... En 2008, el superior masculino de la
casa en la que vivía en ese momento (Roma) entró en mi habitación y me
desnudó. Aunque le dije que no tenía permiso para hacer esto me tocó y,
finalmente, me penetró. Esta experiencia me destrozó. Tardé dos años en
contarlo a mis superiores, pero ellos decidieron no actuar. Finalmente,
en 2011, pude dejar la comunidad y denunciar el caso ante el Vaticano.
Su
confesor, Hermann Geissler, también abusó de usted y acaba de renunciar
a su cargo en Doctrina de la Fe. ¿Qué sintió al saber la noticia? ¿Es
suficiente?
Me sorprendió cuando supe que
había renunciado. Primero, porque no esperaba que sucediera, ya que pasó
hace años. En segundo lugar, la declaración del Vaticano fue realmente
asombrosa, porque no aclaraba por qué había renunciado, qué acusaciones
negaba y contra quién, y a quién amenazaba con emprender acciones
legales. Me pregunto: ¿Hay denuncias de otras víctimas? ¿Se ha vuelto a
abrir mi caso? Y si es así, ¿por qué no me han informado?
¿Qué le exigen las religiosas a la Iglesia para erradicar esta lacra?
El
abuso tiene dos causas principales: poder e impunidad, que hay que
atajar en todos los niveles de la Iglesia. Las mujeres deben ser
reconocidas como iguales a los hombres, tener acceso a los órganos de
poder y toma de decisión en la Iglesia. La idealización de la
servidumbre femenina tiene que terminar.
Mientras las
monjas se vean obligadas a vivir de acuerdo con un ideal de abnegación y
sumisión, y vivan en completa dependencia espiritual y financiera,
serán vulnerables. Toda persona que aproveche su poder eclesial para
abusar de otros debe ser perseguida y sancionada, sin importar qué
estatus, nombre o función tenga en la Iglesia.
El movimiento #metoo... ¿también ha llegado a la Iglesia?
Aún no estoy segura. Ojalá que sí lo hiciera.
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