martes, 26 de diciembre de 2017

Un farmacéutico metido a botánico

Citrus grandis (L.)
La historia de Juan José Ruperto de Cuéllar y Villanueva (Aranjuez, 1739-Ilocos, en Filipinas 1801), farmacéutico y botánico español que desde 1786 a 1789 dirigió la Real Compañía de Filipinas en Manila.

En 1760 compra una farmacia en Madrid e ingresa en el Real Colegio de Farmacéuticos, donde desempeña diversos cargos, hasta que en 1781 acaba vendiendo la farmacia por motivos financieros y entre 1783 y 1784 recibe clases de botánica para farmacéuticos en el Real Jardín Botánico, consiguiendo el título de botánico.

El 10 de marzo de 1785 Carlos III firmó la Real Cédula por la que se creaba la Real Compañía de Filipinas; una sociedad político-mercantil, con sede en Filipinas, que debería potenciar el estudio y la explotación de los recursos naturales propios de estos territorios. Si bien, ¿con qué recursos naturales contaba este archipiélago? o ¿cuáles podrían ser comercializados? Para responder a éstas y otras preguntas similares, la Compañía solicitó del ministro de Indias, José de Gálvez, la necesidad de contar con el personal técnico adecuado que le permitiera valorar las posibilidades de explotación de los recursos naturales con los que contaba el archipiélago filipino, con más de 7.100 islas.

Gálvez trasladó la petición a Casimiro Gómez Ortega, primer catedrático del Real Jardín Botánico, y éste propuso para realizar tales actividades a Juan de Cuéllar, nombrado por Carlos III, en noviembre de 1785, "...botánico sin sueldo, pero con
la calidad de que los gastos que se le ofrecieren en la formación de los dibujos, disecación de plantas, y expediciones que hiciere para recoger y observar los objetos de historia natural, se le han de satisfacer en las Cajas Reales de aquellas islas, dándome cuenta cada medio año de los progresos que hiciere en esta comisión por mano de mi secretario de Estado y del Despacho Universal de Indias: a fin de que yo pueda a su tiempo recompensar a dicho botánico a proporción del servicio que en esta parte me hiciere...".

A comienzos de enero de 1786 embarca en Cádiz, a bordo del Águila Imperial, con destino al puerto de Cavite; con el objetivo de "recoger todas las plantas y cuerpos preciosos (...) para llenar el Jardín y el Gabinete de Historia Natural" y estudiar las producciones útiles para el comercio e industria.

Cuéllar se instala en Manila y contrata a los pintores nativos Miguel de los Reyes, José Loden y Tomás Nasario. Con ellos organiza un estudio de pintura y un laboratorio para el examen y dibujo de las especies que se remitirían a la Corte. También contrató a dos escribanos, Andrés Fernández y Apolinar Montes, para que elaboraran los manuscritos y anotaran las descripciones de las especies, y a algunos marineros españoles para que le ayudaran con las tareas de herborización y recolección de ejemplares.

Desde su llegada al archipiélago filipino, Juan de Cuéllar acumula materiales con destino a los Reales Gabinetes; los primeros envíos de producciones naturales del archipiélago filipino (conchas, semillas, resinas, maderas, dibujos, minerales y algunas macetas con plantas vivas) datan de comienzos de 1787 y desde entonces los realizará con la asiduidad que le permite el sistema de flotas con España; estos envíos prosiguieron, no sin altibajos, hasta 1797.

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Los materiales herborizados por Juan fueron escasos, aunque él supo suplir estas carencias adquiriendo cuantas curiosidades naturales tenía a su acceso, por ello no son raros algunos cajones con producciones asiáticas, remitidos por él con destino a los Reales Gabinetes.

Cuéllar y la pasión por la canela
Cuéllar fue el primer botánico que consiguió que llegasen vivos a Europa el canelo, el árbol del pan y el mangostán, plantas por cuya obtención y aclimatación la Real Sociedad de Londres convocaba premios infructuosamente desde 1777.

Pese a todo, los intentos de Juan de Cuéllar y su equipo por obtener beneficio de los canelos filipinos fueron en vano, como vana fue su propuesta de realizar una expedición botánica por el archipiélago o la de establecer un jardín botánico en los terrenos que la Real Compañía disponía en Malate.

Una Real Orden, fechada el 19 de junio de 1793, suprimía la junta de gobierno de la Real Compañía en Manila, comisionando a la de Madrid para que decidiera sobre el futuro de aquel establecimiento. La junta de Madrid cesó de sus cargos a los empleados en Manila, un cese efectivo desde el 31 de diciembre de 1794. Juan de Cuéllar fue destituido junto al resto del personal al servicio del establecimiento de Manila, aunque el naturalista conoció la noticia, como el resto, en junio de 1795.

Cuéllar permanecería en Filipinas hasta su muerte. El gobernador de Filipinas le nombró comisionado para el alumbrado público en Manila y, más tarde, superintendente de las fábricas de tejidos de la provincia de Ilocos, un territorio del que fue nombrado "Alcalde Mayor", cargo equivalente a gobernador provincial, y en el que falleció a finales de 1801.

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