Las conclusiones están avaladas por dos estudios. (iStock) |
Una única toma de psilocibina puede ayudar a calmar de manera eficiente, y durante varios meses, dos enfermedades que son, al mismo tiempo, dos epidemias del mundo moderno. Por lo menos eso dicen dos investigaciones publicadas recientemente en el 'Journal of Psycopharmacology'.
El problema se encuentra en que este principio activo forma parte de las setas alucinógenas,
por lo que la polémica está servida. Los hongos que poseen la
psilocibina son usados normalmente como una droga con fines recreativos o
con propósitos espirituales, dentro de las prácticas de algunas
religiones y sectas. Evitemos, en todo caso, enfrentarnos al asunto
desde el prejuicio y veamos, a continuación, qué es lo que dicen
realmente tales investigaciones.
El medicamento de la felicidad
Las sorprendentes conclusiones aparecen después de haberse administrado la psilocibina a pacientes afectados por una enfermedad tan angustiosa y agresiva como el cáncer.
Alrededor
del 40% de las personas diagnosticadas con algún tipo de tumor sufren
ansiedad o depresión. Los antidepresivos en estos casos tienen efectos
limitados, particularmente por lo que se refiere al aspecto existencial.
Muchos de los afectados llegan a concebir la vida como algo carente de
sentido, abriéndose para ellos, en determinadas circunstancias, hasta la
terrible posibilidad del suicidio.
En el trabajo llevado a cabo por científicos de
la Universidad de Nueva York, 19 pacientes que se encontraban en un
estado avanzado de la enfermedad fueron divididos en dos grupos. Ambos
siguieron una terapia psicológica de apoyo, pero uno de ellos tomó una única dosis
de 0.3 miligramos de psilocibina por cada kilo de peso corporal. El
otro grupo siguió, por el contrario, un tratamiento a base de vitamina
B3. Tras siete semanas, las sustancias se intercambiaron entre los
participantes.
Según los autores, los resultados fueron: ”rápidos, sólidos y fundamentados”. Las dosis únicas rebajaron de manera espectacular los niveles de depresión y ansiedad durante más de siete semanas, manteniéndose sus efectos hasta ocho meses después de la toma.
El
segundo estudio parte de la labor de un grupo de doctores de la
Universidad de Medicina John Hopkins. Se dividió a 51 pacientes con cáncer en estado avanzado
también en dos conjuntos: en un primer momento a cada uno se le dio o
una dosis terapéutica o una dosis baja de psilocibina. Cinco semanas
después se intercambiaron las proporciones.
Al igual que en la investigación llevada a cabo por la Universidad de Nueva York, la psilocibina produjo un importante aumento en la calidad de vida, una mayor capacidad para aceptar la muerte y un incremento del optimismo en los enfermos.
“Como atea es complicado para mí decir esto, pero era como si estuviera bañada por el amor de Dios”, afirma Dinah Bazer, una de las pacientes sometidas al tratamiento, en declaraciones a 'Bloomberg'. “Esto duró horas. Cuando la experiencia se acabó, el miedo y la ansiedad se habían ido y mi vida había cambiado”.
Varios
de los pacientes aseguraron que la toma de psilocibina acabó
reestructurando sus mentes. Algunos llegaron a utilizar incluso la
palabra “místico” para describir sus sensaciones. Con todo, científicos
involucrados en los experimentos, como el Profesor Roland Griffiths de la Universidad John Hopkins, desean huir de estas controversias. Confiesa Griffiths al diario 'The Guardian':
“Suena a poco científico. Parece que estuviéramos postulando otros
mecanismos más allá de la neurociencia, y yo no estoy, de
verdad, defendiendo esto”.
Otros investigadores involucrados, como el doctor Stephen Ross,
director del departamento de adicciones de la Universidad de Nueva
York, muestran menos reticencias a la hora de hablar sobre las
experiencias descritas por los individuos estudiados: “Tenemos un
pequeño sistema que, cuando le haces cosquillas, produce estos estados
de alteración que han sido descritos como estados espirituales o
místicos en diferentes religiones. Han sido definidos también como
estados de unidad. Las personas sienten que la separación que existe
entre su ego y el mundo exterior se disuelve y piensan que son parte de
una energía o de un estado de conciencia continuo y ligado al universo”.
¿Un tabú a superar?
Las setas alucinógenas se suelen incluir entre el elenco de estupefacientes muy peligrosos. Estas listas, según David Nutt, especialista en neuropsicofarmacologia del Imperial College de London, son una convención administrativa, pues no existe una relación directa entre la clasificación real de las drogas y los daños que realmente provocan.
Según
Nutt, la realidad es que muchos estupefacientes tratados como tabú no
son tan nocivos para el propio consumidor en comparación con otras
drogas que entrañan grandes riesgos para la salud como la heroína, el
crack, la metanfetamina, la cocaína o el alcohol.
Los dos estudios sobre la psilocibina salen a la
luz unos días después de que la “U.S. Food and Drug Administration”
aprobara realizar una serie de experimentos con éxtasis, con el fin de estudiar sus posibilidades terapéuticas en pacientes afectados de desorden por estrés postraumático.
Ya en la década de los 60, el LSD, el éxtasis o la psilocibina ofrecían, para muchos psiquiatras, nuevas e interesantes perspectivas médicas.
Las estrictas leyes antiestupefacientes surgidas, sin embargo, durante
los años 70 supusieron un obstáculo para las investigaciones. Los
científicos interesados en sus posibilidades han tenido que pelear desde
entonces contra dificultades legales, éticas y culturales para volver a
abrir las posibilidades de experimentar con ellos.
La psilocibina se extrae de las setas alucinógenas. (iStock) |
“Creo que es un gran asunto, tanto por los
resultados como en términos históricos. Todo esto fue, en su momento,
parte de la psiquiatría y ahora está volviendo a la actualidad”. Señala
el doctor Ross.
Por desgracia se ha incidido demasiado en los aspectos adversos de las drogas
y se han olvidado, sin embargo, los beneficios que se pueden extraer de
ellas. Señala Nutt: “Uno de mis retos, en lo que me queda de carrera,
es que se vuelvan a investigar estas drogas porque, por ejemplo, seguro
que el éxtasis es muy útil para personas con trastornos provocados por
el estrés crónico. La psilocibina también es útil contra las migrañas y
la depresión resistente. Por último, el LSD sirve para tratar a
pacientes moribundos, les ayuda a enfrentarse a la experiencia de la
muerte”.
El dilema sobre el uso de
estos estupefacientes puede cambiar si el conflicto moral se plantea
desde otra perspectiva. En un anexo que acompaña a los estudios, Craig Blinderman,
director de la unidad de cuidados paliativos del Hospital Presbiteriano
de Nueva York, alerta de que varios países están legislando para
permitir que las personas acaben con su propio dolor a través de la
eutanasia.
¿Qué sucedería si la psilocibina pudiera no solo aliviar la
angustia existencial de estos enfermos, sino dar también un sentido a
las vidas de aquellos que se encuentran en estado terminal? Señala Nutt
lo inhumanas que pueden ser las terapias que se están empleando
en algunas unidades de cuidados paliativos: ”Lo que hacemos en la
actualidad es envenenarlos con opiodes, así que su mente ya está
muerta. Mueren sin saber realmente lo que está sucediendo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario