sábado, 22 de octubre de 2016

Minik

Robert Edwin Peary (1856-1920) es uno de los más famosos exploradores polares. Este ingeniero y marino americano anunció que alcanzó el Polo Norte el 6 de abril de 1909. Sin embargo, la evaluación de sus diarios por Wally Herbert en 1989, otro explorador polar, concluyó que no consiguió llegar al Polo aunque es posible que se quedase a tan solo 100 Km de alcanzar el objetivo de su vida. La National Geographic Society, que financió su expedición, sigue defendiendo que sí conquistó el Polo Norte [...].
  Su primera expedición sobre los hielos fue en 1886 cuando intentó cruzar Groenlandia en un trineo tirado por perros, empresa que abordó tras obtener un permiso de medio año de la Armada y 500 dólares de su madre para comprar provisiones y equipo. Aquel intento terminó en fracaso y Peary tuvo que darse la vuelta a los 160 Km tras quedarse sin comida, pero aprendió a avanzar sobre el hielo.

Peary en la cubierta principal del buque de vapor "Roosvelt" en 1909 (The Library of Congress)

   En la siguiente expedición usó lo que aprendió de los inuit: construía iglús y se vestía con pieles. Con eso se libró de cargar con sacos de dormir y tiendas de lona y mejoró su supervivencia pues los exploradores anteriores se vestían normalmente con sus uniformes militares. Peary también utilizó a los esquimales como cazadores, como conductores de los trineos y para establecer equipos de apoyo y depósitos de comida para adentrarse en el Ártico. [...]
   Peary se convirtió en un experto reputado en las regiones polares y Franz Boaz, uno de los fundadores de la Antropología, le escribió con una petición:

   Permítame sugerirle que si está seguro de regresar a Groenlandia septentrional el próximo verano sería de extraordinario valor que trajera un esquimal de mediana edad que pueda pasar aquí el invierno. Esto nos permitirá obtener sin prisa cierta información de la máxima importancia científica.
 
"Las tres estrellas polares": Roald Amundsen, Ernest Henry Shackleton y Robert Edwin Peary. Por William H. Rau el 16 de enero de 1913 (Biblioteca Nacional de Noruega)

   Peary hizo lo que le solicitaban y en 1896 llevó a Nueva York a seis inuit, tres hombres, dos mujeres y Minik, un niño de siete años hijo de uno de ellos [...]. Hay quien dice que los inuit -término que significa "el pueblo"- fueron invitados con la oferta de ver mundo mientras que otros sostienen que fueron engañados, que se les aseguró que les llevarían pronto de vuelta, algo que nunca sucedió. Peary, al parecer, les robó también tres grandes meteoritos. estos meteoritos eran la única fuente de metal para los esquimales y con ellos hacían la punta de los arpones y otras herramientas básicas para su supervivencia pero eso no pareció importarle mucho al explorador quien los vendió por 50.000 dólares. También vendió al Museo Nacional de Historia Natural de Nueva York varios esqueletos de inuits, que había sacado de sus tumbas y los seis "ejemplares" vivos. Los esquimales fueron alojados en un sótano y tratados como especímenes de estudio y como un espectáculo para los visitantes, algo no tan sorprendente pues distintos zoológicos europeos tenían expuestos indígenas vivos para solaz de sus visitantes, entre ellos el Retiro de Madrid. Cuatro de aquellos inuit, incluido el padre de Minik, Kishu, murieron rápidamente de tuberculosis, un joven fue llevado de vuelta a Groenlandia y Minik quedó solo en el museo de Nueva York.
   Minik, se recuperó de una tuberculosis incipiente y puesto bajo la custodia del conservador jefe del museo, quien le adoptó y se ocupó de él. Cuando su padre murió. Minik pidió un funeral apropiado de acuerdo con sus costumbres pero el personal del museo quería estudiar el cuerpo de Kishu por lo que escenificaron un falso entierro que se hizo bajo la luz de los faroles y con la presencia desolada de Minik, que no sabía que estaba siendo engañado.
   El cerebro de Kishu fue extraído y analizado, el tamaño de este cerebro contrastaba con los datos de cerebros de hombres blancos. Era un dato importante porque los investigadores europeos y norteamericanos querían sustentar la supremacía del hombre blanco sobre el negro en el mayor tamaño cerebral pero se encontraban con que este era mayor en los asiáticos, en lo que llamaban raza mongol donde se incluían los esquimales. Una conclusión que no gustaba mucho a los racistas que estaban dispuestos a estudiar los cerebros de distintos grupos siempre que el suyo terminase por encima del de todos los demás.
  Una vez extraído el cerebro, el cuerpo de Kishu se envió a una finca donde había un taller para preparar los especímenes del museo. El esqueleto del infortunado inuit fue preparado y se devolvió al museo donde fue expuesto. La noticia de los nuevos fondos expuestos en la colección del museo salió en los periódicos y algunos de los compañeros de colegio de Minik se lo hizo saber.
    El niño vio el equeleto de su padre en el museo:

   Un día me encontré de pronto cara a cara con él. Sentí que me moría allí mismo. Me arrojé al pie de la vitrina, llorando. Juré que no descansaría hasta que diera sepulturas a mi padre. 
 
El pequeño Minik "Wallace", recién llegado al mundo occidental

   Hay que imaginar el sufrimiento del muchacho que imploró que le devolvieran los huesos de su padre una  otra vez. Minik, ya en la adolescencia, siguió reclamando el esqueleto de su padre, cosa que no logró, y finalmente decidió volver a su tierra natal declarando:

   Sois una raza de científicos criminales. Sé que nunca conseguiré que el museo entregue los restos mortales de mi padre. Me alegra bastante largarme antes de que me saquen los sesos y me los metan en un tarro.

   Minik rogó a Peary que le ayudase a volver con su pueblo y al principio el explorador polar se negó alegando que no tenía espacio en su expedición. El joven le respondió: "Encontró espacio suficiente para traerme aquí. ¿Por qué no puede llevarme ahora?. El museo presionó para librarse de aquel pesado que no hacía más que reclamar los huesos de su padre y los periódicos también movieron la sensibilidad popular [...].
   Así que Minik fue embarcado en la expedición de otro explorador y enviado camino de Groenlandia. Aunque Peary declaró a la prensa que el muchacho volvía cargado de regalos, en realidad iba con los puesto. Los civilizados fueron como tantas veces en la historia los supuestamente salvajes.[...]
   Minik vivió unos años en Groenlandia, haciendo de intérprete para algunas expediciones árticas pero tampoco se sentía integrado. [...]
   Al final, Minik Wallace volvió a los Estados Unidos donde trabajó en una empresa maderera en las montañas hasta que enfermó debla famosa gripe española de 1918 y murió. Tendría 28 o 29 años.
    Los inuit tenían una bella leyanda sobre los meteoritos. Contaban que un grupo de hombres cortó la cabeza a la Mujer, una porción grande del meteorito y se la quiso llevar en su trineo al campamento de invierno.El peso fue demasiado, el hielo se quebró y el mar se tragó a aquellos hombres cegados por su avaricia y desde aquel momento se estableció una maldición sobre aquellos que cogían más hierro del que necesitaban.

Minik, con su padre a la derecha, y dos de sus familiares con los que viajó a Estados Unidos
 


 Un esquimal en Nueva York
José Ramón Alonso

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