El ámbar gris

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  Lo que parece un bulto de barro de color a medio camino entre el gris y el marrón reposa en el fondo de un viejo tarro de café. Al levantar la tapa, el olor me ataca la nariz: acre, almizcleño, de origen claramente animal. Su textura similar a la turba me recuerda sobre todo a la resina de cannabis. Luego me enseñan de donde viene: el recto de una ballena. Sostengo un pedazo de ámbar gris del tamaño de una pequeña patata, el producto más preciado que puede encontrarse en cualquier animal, una creación natural más exclusiva que el oro o los diamantes. Lo que hasta ahora yo había creído que era fruto de un proceso misterioso, como una impureza forma una perla en el seno de una ostra, no es más que mierda de ballena. [...]
    Los orígenes exactos del ámbar gris no están claros, pero ciertamente es el resultado de un proceso notable. El cachalote se traga vivos a los calamares, y la comida llega al primero de sus cuatro estómagos. Luego pasa al segundo estómago, para que los fuertes ácidos la despiecen y reduzcan a una pulpa, ayudado por una masa febril de gusanos nematodos, "una visión asquerosa".
    Cuando los desechos se desplazan por el intestino inferior, los negros picos de calamar, brillantes y quebradizos -junto con otras sustancias no digeribles,como la cutíula de los nematodos- el sistema digestivo de la ballena segrega bilis para facilitar su avance. Ocasionalmente esta reacción química produce el ámbar gris. Una vez expulsado, se pasa meses e incluso años en el agua, oxidándose hasta endurecerse en fragmentos veteados por capas, que a menudo aún contienen pedacitos de picos de calamar. El ámbar gris es más ligero que el agua, por lo que a veces llega hasta las playas arrojado por las olas.
    Aunque en un principio se creía que el ámbar gris se originaba en la ballenas enfermas, los modernos cetólogos creen que procede de ballenas sanas.
    La cualidad que lo hace tan deseable para los perfumistas, es su habilidad para absorber, intensificar y capturar las fragancias más volátiles, a veces durante años.[...]
   La romántica sustancia se utilizaba par fines diversos y exóticos. Los antiguos chinos la llamaban lung sien hiang, o "aroma de baba de dragón", y la utilizaban para especiar el vino. Durante la Muerte Negra, la gente llevaba ámbar gris encima para protegerse de la plaga. En el Renacimeinto lo secaban, moldeaban y trabajaban como una piedra preciosa; también se decía que era un afrodisíaco eficaz, una medicina para el corazón o el cerebro y para tratar enfermedades como la epilepsia, el tifus y el asma. [...]
   Como un metal precioso, el ámbar gris ha conservado su valor a lo largo del tiempo. 

  El análisis químico moderno reveló que el elemento activo del ámbar gris es el ambrein, colesterol graso y cristalino, capaz de fijar los aceites volátiles mediante una evaporación lenta. A pesar de que se han elaborado sustitutos sintéticos, sigue siendo un elemento irremplazable en la elaboración de perfume. Todas las grandes firmas de perfumería francesas siguen fabricando exquisitos aromas a partir del componente más misterioso: desde Chanel e Yves Saint Laurent hasta Givenchy y Christian Dior. Si hoy lleva puesto un perfume de estas casas, sepa que despide el aroma de un cachalote. El decano de los perfumistas más
tradicionales de Inglaterra, Creed´s de Londres, quien protege su fórmula con el mismo celo que los guardianes del rito de la coronación, fue patrocinado por Jorge III, el Príncipe Imperial e hijo dandi de Luis Napoleón, el cual llevaba un perfume de la casa Creed`s cuando murió acribillado por dieciocho jabalinas en la guerra anglo-zulú de 1879. También Cary Grant era cliente de Creed`s y sus perfumistas crearon una esencia exclusiva para el actor, a base de ámbar gris.[...]  
Aceite lubricante, cera, heces pefumadas: a veces parece como si las ballenas fueran reyes magos cetáceos, con ofrendas que presagian su propio sacrificio. La permanente paradoja de las ballenas es que expulsan sustancias preciosas desde las profundidades de sus cuerpos, lugares que son tan desconocidos para nosotros como los mares por los que bogan, igual que lo ignoramos casi todo de nuestro propio cuerpo.
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Leviatán o la ballena
Philip Hoare