El monasterio benedictino de San Xulián de Moraime, constituyó el centro
religioso más influyente de la Costa da Morte ya que, hasta finales del
siglo XV en que su poder quedó supeditado al del cenobio compostelano
de San Martiño Pinario, funcionó de manera totalmente independiente. Su
primera mención documental data de 1095, fecha en que recibiría una
serie de donaciones por parte de distintas personalidades vinculadas a
los Condes de Traba. Entre 1105 y 1115 sufriría varios ataques de
normandos y sarracenos, quedando parcialmente destruido hasta que,
probablemente durante el segundo cuarto del siglo XII bajo el patrocinio
de la influyente familia Traba e incluso del rey Alfonso VII, fue
reedificado.
Del conjunto monacal primitivo sólo ha llegado a nuestros días la
iglesia, dividida en tres naves separadas por pilares de sección
cuadrada a los que, en cada uno de sus frentes, adosa una semicolumna
sobre cuyos ábacos descansan tanto los arcos formeros, de medio punto;
como los transversales, de medio punto en la nave central y ligeramente
apuntados en las laterales, quedando cerrado el espacio mediante una
cubierta de madera a dos aguas. Las tres naves, más ancha la central,
desembocarían en sus correspondientes ábsides semicirculares abovedados
en cuatro de esfera, conservándose, en su estado original, sólo los
laterales ya que el central fue sustituido, en siglos posteriores, por
una capilla presbiterial de planta cuadrangular.
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Pinturas medievales en la pared norte del monasterio representando los siete pecados capitales |
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La muerte triunfante |
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La envidia |
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La soberbia
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