Pero hay maneras más amables de conseguir el mismo efecto. Una de las formas de limpiar del paisaje urbano a los ‘sin techo’ es a través de políticas de subempleo que les permita acceder al mercado de las subviviendas subvencionadas y agrupadas en guetos periféricos. Se consigue así reducir la visibilidad de las diferencias de clase y esconder la obscenidad de la pobreza sin ir a las raíces estructurales de los problemas.
La manera más socialmente aceptable de retirar a los descartados sociales del espacio público es considerarlos como enfermos que precisan de ingreso en una institución médica. Asociar indigencia con enfermedades que amenazan la salud pública (como el sida o la tuberculosis), la seguridad pública (como las conductas agresivas de los alcohólicos y drogadictos) o la higiene mental (las etiquetas diagnósticas de depresión y esquizofrenia) es la coartada perfecta para conseguir ese fin.
Fuente: http://www.nogracias.eu/2016/01/14/medicalizar-la-pobreza/
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