Annemarie Busschers es una artista holandesa enfocada en retratos reales tan implacables que evidencian de forma extraordinaria la unicidad de las personas. En su labor no hay representaciones de rostros perfectos, con piel tersa y bruñida. A día de hoy, cuando las imperfecciones no se permiten en el canon de la belleza de las masas y el uso de Photoshop se multiplica al ritmo de la ‘escherichia coli’, produce complacencia encontrarse con este tipo de trabajo, alejado de lo común. De hecho, en el Premio BP Portrait, que anualmente recibe más de mil retratos, ha obtenido tres veces su prestigioso reconocimiento. Y no sorprende; mientras otros se enfocan en no dejar poros a la vista, Busschers se basa en las imperfecciones.
…………Todos tenemos marcas, como las huellas de aquella quemadura o caída, como la ocupación momentánea de eczemas enrojecidos, la presencia de lunares asimétricos o de vasos sanguíneos visibles; ¿y qué decir de las arrugas, esas erupciones seniles que poco a poco invaden la caja del cuerpo y que para algunos son un cáncer que debe ser curado con insuflaciones de toxinas botulínicas? Ella escapa de lo artificial. Nos enseña al individuo. Sus imágenes son intimistas, turbadoras y únicas. Y si bien su obra podría compararse con la de otros retratistas como, por ejemplo, Ian Cumberland, que también detalla el desgaste físico, a diferencia de él, no deja al sujeto fuera de contexto, lo que hace que tenga un mayor impacto visual.
…………La holandesa crea a partir de las fotografías, realiza todas las capturas necesarias y luego, bajo su ojo analítico, desplaza al lienzo a la persona desnuda, aquella que expresa un individualismo crudo y frío. Más allá de las manchas de edad en las sienes y las patas de gallo alrededor de los ojos, nos encontramos ante una elocuente imagen pura. En sus cuadros se detectan expresiones de ensimismamiento, melancolía, miedo o incluso expectación. La solemnidad de Jacques Wallage, que fue alcalde de Groningen, la genialidad de Wim Pijbes, historiador de arte y director del Rijksmuseum de Ámsterdam, y la curiosidad del divulgador cultural Jonathan Meades son algunos de los rasgos personales que podemos ver reproducidos en su obra. Además tiene la osadía de tomarse como objeto de representación; sus autorretratos fielmente ejecutados muestran hasta el detalle de sus gestos, y me atrevo a decir que perturban y provocan empatía. Y aunque sea arriesgado, también se interesa por las congojas y alegrías infantiles.
…………En definitiva, Busschers nos invita a amaitinar.
Fuente: http://lacolumnata.es/cultura/caja-de-cerillas/annemarie-busschers-retratos-intimidantes
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