Fotografía: Alberto García-Alix |
Mientras exista un mendigo seguirá existiendo el mito.
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El aburrimiento es un trapo caliente y gris, que por dentro está forrado con el más brillante y más colorido forro de seda. En este trapo nos envolvemos cuando soñamos. Entonces nos sentimos en casa entre los arabescos de su forro. Pero el durmiente se le ve gris y aburrido debajo. Y, cuando luego se despierta y quiere contar lo que soñó, mayormente comparte tan sólo ese aburrimiento. ¿Pues quién es capaz con un sólo gesto de girar el forro del tiempo hacia fuera? Y contar los sueños no significa nada más que eso.
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Todos conocemos el miedo a puertas que no cierran en los sueños. Más exactamente : son puertas que parecen estar cerradas, sin estarlo. Conocí aumentado este fenómeno en un sueño: en él iba acompañado de un amigo y en la ventana de la planta baja de una casa, que teníamos a nuestra derecha, se me apareció un fantasma. Y tal como seguíamos andando nos acompañaba por el interior de todas las casas. Atravesaba todos los muros y siempre se mantenía a la misma altura con nosotros. Lo veía a pesar de estar ciego. El cambio que realizamos atravesando pasajes es también en el fondo un paseo fantasmagórico, en el que las puertas ceden y las paredes retroceden.El truco preferido de Santán
Walter Benjamin
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