sábado, 5 de octubre de 2019

Stephanie Besson: “No puedes dejar morir a la gente, da igual qué les suceda después”

Briançon, ciudad alpina de apenas 13.000 habitantes, se ha convertido en lugar de paso para quienes tratan de alcanzar el sueño europeo. En 2016, Besson y un grupo de vecinos fundaron Tous Migrants, un colectivo que acoge y da asistencia legal y sanitaria a quienes se juegan la vida para cruzar las montañas.

Stephanie Besson
Christian García
 Siempre del lado de la vida. Stephanie Besson (Briançon, 1973) es guía de media montaña y lo tuvo claro cuando el drama humanitario de la migración asomó por su ciudad, Briançon, la más alta de la Unión Europea (1.326 metros de altitud), en los Alpes franceses, a 15 kilómetros de la frontera con Italia. Patrimonio mundial de la Unesco por sus edificaciones fortificadas, destino turístico para los amantes de la montaña y el esquí, esta localidad de apenas 13.000 habitantes se ha convertido en los últimos años en lugar de paso para quienes tratan de alcanzar, tras dejar sus países, el sueño europeo de paz y prosperidad. En 2016, Besson y un grupo de vecinos fundaron Tous Migrants, un colectivo ciudadano que acoge, alimenta y da asistencia legal y sanitaria a quienes se juegan la vida para cruzar las montañas y sortear así sus fronteras. Más de 8.000 personas lo han logrado hacer hasta hoy por Briançon gracias a su labor solidaria.

La cordillera de los Alpes, 515 kilómetros de norte a sur, más de un centenar de cimas por encima de los cuatro mil metros, separa Italia y Francia. Un muro, otra frontera más. Ahora en la propia Unión Europea. En 2017, sólo en el departamento francés de los Alpes Marítimos, cerca de 50.000 personas fueron detenidas cruzando sin papeles y devueltas a Italia. La escasez de vías legales y la vigilancia policial han reabierto pasos fronterizos que se creían olvidados. ¿Por qué son tan peligrosos estos caminos?
Los Alpes son muy altos y no hay muchos pasos, al menos que conozcas bien los senderos. Y no es el caso porque estos chicos a veces ni saben que hay montañas, nunca han visto la nieve y son muy frágiles debido a las muchas penalidades que han sufrido en su viaje hasta aquí. No están preparados. No tienen agua, ni comida, ni calzado apropiado. Y cuando te pierdes por esos caminos comienzas a dar vueltas hasta que mueres de cansancio o hipotermia. Las temperaturas pueden ser muy bajas, incluso en verano, que rondan los cero grados. Además, tienen que cruzar de noche, evitando las rutas más cómodas, para que no les detenga la policía. A veces caminan tres o cuatro días para cubrir un recorrido de 5 kilómetros que normalmente se puede hacer en un par de horas.

¿Cuántas personas han cruzado por los pasos más cercanos a Briançon? ¿Y cuántas han muerto?
Desde 2017, han pasado más de 8.000 personas y, oficialmente, han muerto cinco, aunque podrían ser más. Además, hay varias que han sufrido accidentes graves y amputaciones en sus piernas o manos. Y también sabemos de varias personas desaparecidas, que iban por la montaña con otros compañeros y perdieron su pista.

¿Qué ha supuesto la llegada de esas personas para una localidad que apenas tiene 12.000 habitantes?
Como movimiento ciudadano, desde el colectivo Tous Migrants hemos hecho mucha sensibilización con la gente que vive en Briançon y también con los turistas. Y todavía no hemos tenido ningún problema. Recuerdo que una vez un tipo de París hizo un comentario sobre que si siguen las cosas así no iba a volver de vacaciones aquí. Pues, ¡qué no venga! ¡Queremos un territorio abierto! La mayoría del turismo que llega no es de mucho dinero y cada vez que vamos a hablar en los mercados, en las estaciones de esquí, la gente muestra interés y escucha. En 2016 abrimos en Briançon un albergue de emergencia para quienes cruzan la frontera por el monte pero son muy pocos los que se quedan aquí. La mayoría siguen su camino porque somos una pequeña ciudad en la que ni siquiera puedes pedir tus papeles.

¿Y qué tal están quienes se han quedado a vivir en Briançon?
A finales de 2016, la ciudad otorgó la residencia a un grupo de sudaneses que estaban en el campamento de Calais cuando fue desmantelado. Además, hay también otras 24 personas que llegaron de la montaña y se han quedado aquí. En total, unas 100 personas. Al comienzo hubo algunos comentarios negativos pero luego todo fue bien. Sin embargo, la policía repite una y otra vez eso de que no podemos aceptar a todos. Pero ese no es el problema. La cuestión es si puedes dejar morir a la gente o no. Lo que les suceda después da igual, es otro tema. Lo más importante es que no puedes dejar morir a la gente.

Unas 40.000 personas han muerto ya a su paso por el Mediterráneo.
Cada muerto es una persona muerta de más. Y no son 40.000 muertos, son Amiri, Omar, Alfa… cada uno tiene su nombre, su historia y familia. A mí me da mucha pena que se les trate como a un número. Y eso es lo que no queremos. Es cierto que cinco personas muertas en Briançon parecen muy pocas pero si mañana tu hijo se muere… es tu hijo. Y para ellos es lo mismo. Mathew Blessing, una joven nigeriana de 21 años, falleció en mayo de 2018 mientras huía por la montaña. En el siglo XXI no puede ser que la gente muera porque le persigue la policía. ¿Por qué? Porque tienen la piel negra y no tienen papeles. ¿Qué son los papeles? No podemos acostumbrarnos a pensar que son solamente cinco muertos. Cinco son demasiados.

¿Cuándo supisteis que vuestra labor de socorro en la frontera no iba a ser algo puntual?
Por desgracia, el Estado no te escucha cuando alertas de que hay gente muriendo y explicas que poner a policías y militares cazando a las personas en la montaña no va a resolver los problemas. Al contrario, vamos a tener muertos, amputaciones, helicópteros de rescate que cuestan mucho dinero… Al comienzo, cuando das las primeras alertas, piensas que ellos van a decir ‘ah, ustedes son los profesionales, gracias por avisarnos, vamos a tener en cuenta eso’. Sin embargo, la represión aumentó. Hubo muertos, personas malheridas. Y ahí empiezas a ver que no puedes creer en tu Estado y que todo lo que te enseñaron en la escuela de que está para proteger la vida humana es falso. Y eso te estalla en la cara. Y entonces tienes que decidir de qué lado estás, del de la vida o del de la seguridad. En mi caso, he elegido la vida. No necesito protegerme de unas personas que no son gente peligrosa. Hay malos, hay buenos, como en todos los sitios. Cuando comenzamos a ir a la montaña a hacer rescates nunca pensé que íbamos a tener que hacerlo tantas veces y durante tanto tiempo. Cuando llegan por la noche hay que cuidarlos, llevarlos al hospital, darles comida, encontrarles una cama... Al principio éramos muy poquita gente, después se sumaron de otros lugares de Francia y ahora por fortuna llegan también de toda Europa. Una ola de ayuda que nos ha permitido a las personas de Briançon no salir de momento a la montaña porque necesitamos descanso. Sin embargo, aún hoy, cuando está nevando o hace mucho frío, no duermes bien porque piensas que hay chicos en la montaña.

A pesar de que vuestra labor salva vidas, os relacionan a menudo con el tráfico de seres humanos.
Es una de las críticas que recibimos al comienzo. Hicimos mucha campaña en contra de que la gente pague para cruzar. Repartimos unos folletos por el lado italiano de la frontera, en Turín y en Bardonecchia, que son las ciudades más importantes antes de pasar. Sabemos que hay gente que cobra por enseñar el camino y a nuestro albergue han llegado un par de personas que habían recibido dinero por acompañar a los migrantes. Pero son casos aislados. Muchos pagan unos 100 euros para que les digan dónde tienen que tomar el tren para llegar a Bardonecchia y después qué camino tiene que tomar desde ahí. Pero nadie les acompaña luego en su travesía. Siempre que hemos tenido la sospecha de que alguien era traficante hemos ido a la policía a denunciarlo para que en lugar de perseguir negros en la montaña atrapen a esas personas.


Stephani Besson 2
Christian García

La policía os criminaliza y pone todo tipo de trabas.
Cuando nos encuentran en la montaña, inspeccionan el coche para buscar cualquier problema y poder multarnos, nos retienen horas en sus oficinas… Ahora hay dos juicios, el 2 y el 24 de octubre. En este último, por ejemplo, la policía acusa a uno de nuestros voluntarios de ayudar a que los migrantes escapen. Por suerte, cuando sucedió todo había también dos periodistas italianos y en la película que grabaron se ve como nuestro compañero lleva a los inmigrantes ante la policía porque hay una persona que necesita ir al hospital. Y es la propia policía la que se niega a llevarlo. La represión policial está ahora muy fuerte contra quienes cruzan la montaña y contra los solidarios. En nuestro caso, por supuesto que es un problema para la gente a la que le toca pero tenemos claro cuál es nuestra tarea y que vamos a seguir realizándola. En los últimos meses han traído policías de fuera que son muy duros con los migrantes, que les cazan como a animales, les pegan, les roban, no respetan su derecho a pedir asilo. En este sentido, ha subido la represión policial.

Varios activistas tienen juicios pendientes en los que se enfrentan hasta a 10 años de prisión.
Está claro que si aumenta la represión hay solidarios que ya no van a patrullar porque tienen miedo. Es muy difícil, desde el punto de vista personal, estar siempre frente a una policía que te molesta y acosa todo el tiempo. Y la represión también te afecta sicológicamente. Vas a tu casa tras enfrentarte a la policía, discutiendo por ayudar a una persona inmigrante que está delante ti, y no te sientes bien. Hay muchas personas que hacían patrullas y ya no van. En eso, el Estado francés ha ganado. Pero, en otro sentido, hay personas que solamente eran montañeros humanitarios y que comienzan a ser más militantes y activistas. Y aunque algunos puedan terminar en la cárcel van a seguir otros. En eso, el Estado pierde porque cuando una persona siente e interioriza la injusticia ya no va a ceder. Briançon es un territorio que apuesta por el respeto de los derechos humanos. El alcalde y varios cargos de la ciudad, voluntarios, asociaciones, la Iglesia, otros pueblos de los alrededores… somos muchísimos, más de mil personas, activistas, que podemos dar un poco de comida, pasar toda la noche en la montaña… Hay muchísima gente, viejos, madres, jóvenes, estudiantes… somos juntos y el Estado pierde porque no vamos a dejarlo mañana. Pueden hacer lo que quieran, pueden pegarnos, bueno, van a pegarnos, pero hay tanta gente, incluso de otros lugares, que no van a poder con todos. Estamos y seguiremos del lado del humanismo. Entonces, ¿qué van a hacer?

En Francia, pese a una sentencia judicial de 2018 que reconoce que ayudar a las personas migrantes está protegido constitucionalmente, las autoridades siguen agarrándose al llamado “delito de solidaridad” para obstaculizar vuestra tarea.
Ahora se supone que cuando tú llevas en el coche a una persona en la montaña por una cuestión humanitaria no te pueden decir nada. Sin embargo, te buscan las cosquillas y te van a encontrar cualquier cosa, te van a hacer pagar una multa por cómo están tus ruedas, lo que sea con tal de que dejes de hacerlo. Y esa represión se nota. ¿Qué hubiera pasado, por ejemplo, con la persona que murió de cansancio y frío al lado de la carretera nacional? Imagínate que tal vez algunas personas pasaron por allí y no quisieron ayudarla porque sabían que después la policía les iba a molestar. Y eso no puede ser. Cuando su primo vino para reconocer el cuerpo, de regreso a Italia pasamos por el lugar donde encontramos muerta a su familiar y él sólo pudo decir ‘No puede ser, está al lado de las casas, al lado de la carretera. ¿Cómo ha podido morir aquí?’. Es terrible. Creo que esa muerte es consecuencia de una represión policial que siembra el miedo y hace que las personas que en una situación normal ayudarían a la gente que ven necesitada ya no lo hagan. Si ahora me encuentro contigo y tu hijo con problemas en la calle y me pides ayuda cómo te voy a decir ‘No, no puedo, porque tu hijo es negro’. Y sin embargo, eso es lo que está pasando ahora, nos cuestionamos a quién ayudar y a quién no.

¿La situación empeoró cuando en junio de 2018 Matteo Salvini fue nombrado Ministro de Interior en Italia?
Antes de Salvini las personas que llegaban por la montaña no habían pasado demasiado tiempo en Italia y después hubo muchas personas que huyeron de allí por miedo. Eran refugiados de Italia que llegaban a Francia. Habían pasado 5 o 10 años en Italia pero como Salvini dijo tantas veces que iba a expulsar a todo el mundo a sus países de origen muchos decidieron marcharse y renunciar a todo lo que tenían. Ahora, de nuevo, ha comenzado a bajar el número de personas que pasan por la montaña pero creo que se debe a que cada vez está más difícil cruzar desde Libia y deciden intentarlo por Marruecos y España.

Desde setiembre, Matteo Salvini no gobierna. Pero, ¿hasta que punto la política migratoria de la Unión Europea tiene que ver con unos políticos o partidos determinados y no es algo más estructural y sistémico?
No lo sé. Eso sí, hace falta una política europea más solidaria. Detrás de Europa siempre ha estado la economía y en un segundo plano los derechos humanos .Y ahora con los migrantes lo vemos más todavía. No hay ninguna solidaridad. No puede ser que tú quieras estar en Europa y tomar sólo el lado bueno y no la parte un poquito más complicada. Los países de Europa del Este están en Europa y tienen que asumir todas las consecuencias. Pero ahora, ¿cómo vas a decirle a un refugiado que tiene que ir a Hungría si allí la gente le va a pegar y no le acepta? Por Briançon han pasado 8.000 personas en un par de años y no ha habido ningún robo, pelea o problema. Entonces, la gente de Briançon, aunque no estaba a favor, no puede quejarse porque no tiene argumentos para poder decir que van a echar a perder nuestra tierra. Al contrario, ha habido un desarrollo económico con la llegada de estas personas porque comen aquí, compran aquí, utilizan el tren local… Nosotros teníamos en marcha una campaña para que no desapareciera el tren de nuestra ciudad y la llegada de estas miles de personas ha supuesto un argumento más para que siga funcionando. Hay consecuencias económicas reales. Y son positivas.

El invierno, la estación más dura para cruzar los Alpes, asoma ya en el calendario. ¿Cómo se presenta?
Lo esperamos con miedo porque sabemos que este año va a ser más complicado atravesar la frontera por la montaña ya que la policía va a ser más dura, va a haber más represión. Además, en unos meses llegará también la sentencia de los juicios contra nuestros compañeros solidarios. Estamos preocupados, tristes, pero no nos vamos a callar y vamos a seguir defendiendo el humanismo. En Briançon empezamos unas pocas personas y ahora la solidaridad aquí está muy fuerte. Y cada una de las 8.000 personas que han pasado por nuestra ciudad seguro que dan las gracias a quienes decidieron no plegarse ante la política represiva. Sin duda lo han pasado un poco mejor de lo que podría haber sido

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/migracion/stephanie-besson-tous-solidaires-paso-alpes-migrantes-delito-de-solidaridad

No hay comentarios:

Publicar un comentario