"Cuando no votas, por lo general estás ayudando a la peor alternativa", advierte este experto en Europa central y oriental
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El profesor Timothy Snyder, catedrático en la Universidad de Yale, en Madrid. ANTONIO HEREDIA |
La historia no se repite, pero sí alecciona. Y lo que la historia
europea nos enseña es que las sociedades pueden resquebrajarse, las
democracias pueden caer, la ética puede desplomarse y la gente corriente
puede verse abocada a situaciones inimaginables. Nos lo recuerda
Timothy Snyder
(Ohio, 1969), catedrático de Historia en la Universidad de Yale,
experto en historia de Europa central y oriental y autor de varios
libros, entre otros
'Sobre la tiranía' y 'El camino hacia la no libertad',
publicados ambos en España por Galaxia Gutenberg. De paso por Madrid,
invitado por la Fundación Rafael del Pino, hablamos con él de España, de
la ultraderecha, de
Vox, de
Trump, del
Brexit, de
Francia y demás asuntos candentes.
P. Hasta el pasado domingo España era uno de los poquísimos países europeos en los que la extrema derecha no tenía representación parlamentaria. Ahora, sin embargo, ya la tenemos. Vox ha irrumpido en las elecciones andaluzas con 12 diputados...
R. Bueno, España ha tenido extrema derecha durante mucho tiempo, desde 1939 hasta 1975. Y por supuesto, no es posible olvidar la Historia, siempre vuelve, de un modo o de otro. Me imagino que una de las cosas que sucederá ahora es que el éxito de Vox provocará una discusión sobre el régimen de Franco, lo que aún queda de él y cuánto de ese pasado queda. Por otra parte, bienvenidos a la normalidad, esta es la situación en la que se encuentran la mayoría de los países europeos y no veo ninguna razón por la que España pudiera ser siempre una excepción. Pero lo más importante en mi opinión es que nos preguntemos: ¿Qué hacemos ahora? Es muy fácil llegados a este punto decir que estamos muy sorprendidos, que lo que está ocurriendo es muy alarmante. Pero la verdadera cuestión es: ¿Qué hacemos ahora?
P. Pues dígamelo usted: ¿Qué hacemos ahora?
R. La respuesta sería averiguar por qué la gente está votando como vota y averiguar los apoyos con que cuenta Vox, no sólo políticos sino también financieros. Cuando un partido de extrema derecha irrumpe en la escena política siempre se describe a sí mismo como nacional, pero la realidad es que la extrema derecha ahora es mucho más internacional que la izquierda. Pensamos en la izquierda como internacional, pero hoy en día los partidos de izquierdas funcionan a nivel nacional mientras que los de extrema derecha están muy bien coordinados a nivel internacional. Así que cuando un partido de extrema derecha aparece en la escena siempre es interesante preguntarse si tiene conexión con la extrema derecha estadounidense, con los rusos...
- P. La internacionalización de la
extrema derecha la encarna Steve Bannon, el ex asesor de Donald Trump
que se propone aglutinar a todos los grupos de la derecha populista
europea de cara a las elecciones europeas de mayo próximo. ¿No le
parece?
R. Perdón por lo de Bannon, lo lamento mucho por ustedes. Bannon es un ejemplo del fenómeno del que hablamos, siempre ha funcionado con el respaldo de varios sponsors, hasta hace muy poco le apoyaba la familia Mercer, propietaria de Cambridge Analytica [una
compañía de análisis de datos electorales que realizó la campaña de Donald Trump y la del Brexit y que actualmente está siendo investigada en
Estados Unidos y en Gran Bretaña por supuestas prácticas ilícitas]. Bannon es un ejemplo del uso de la analítica en Internet para tratar de descubrir los puntos vulnerables de la gente, para averiguar qué es lo que les da miedo. Así que además de Bannon como persona, Bannon también ejemplifica la oligarquía de extrema derecha y la oligarquía digital, que consiste en usar el dinero de alguien para averiguar a qué tiene miedo la gente y transformar eso en una victoria política. Bannon, por si hay algún español que no lo sepa, quiere destruir la Unión Europea, ese es su objetivo. Ofrece a cambio la idea de estados nacionales, algo que sería un camino sin salida para
España. Pero, además de eso, durante al menos los últimos cinco años también el estado ruso y oligarcas próximos al estado ruso están organizando a la extrema derecha: invitan a representantes de la extrema derecha a
Rusia y utilizan recursos económicos para apoyar a partidos de extrema derecha en
Europa y en estados Unidos.
P. ¿Quiere decir que Vox podría estar financiado por esos grupos?
R.Para nada, yo no digo que eso sea lo que está ocurriendo. Lo que digo es que habría que investigarlo.
- P. ¿Y
cómo hemos llegado a este auge de la extrema derecha? Si no me equivoco
usted lo achaca en gran medida a lo que llama la 'política de la
eternidad', esa política que lleva a cabo una mascarada de la historia y
vive ensimismada en la añoranza de un pasado mitificado...
R. Así es. Estos movimientos de extrema derecha no pueden hablar del futuro, no hablan ni siquiera mucho de política y son hostiles a la factualidad o, en el mejor de los casos, muy vagos respecto a los hechos. La manera en la que funcionan es tratando de llevar a los electores al pasado, a un pasado que por supuesto no es como lo pintan, y en culpar a otra gente, generalmente a los inmigrantes, de haber acabado con ese pasado. Al desviarnos al pasado, la extrema derecha nos desvía de los problemas actuales que enfrentamos. Ese es su estilo de hacer política. Lo crucial para enfrentarlos, creo yo, es mostrar el futuro. Creo que eso responde a la pregunta de qué hacer con ellos. Tanto si se trata de un partido de centro como si se trata de la
Unión Europea, es necesario crear una visión de futuro que elimine la ansiedad que siente la gente y que acabe con la costumbre de la extrema derecha de culpar a otros de haber puesto fin al pasado.
P. Usted también habla de la 'política de la inevitabilidad', de que
estábamos convencidos de que la Historia sólo podía avanzar en una única
dirección: hacia la democracia liberal. ¿Hemos cometido tal vez el
error de pensar que la democracia era un bien inamovible, algo que damos
por descontado?
R. Creo que tiene toda la razón. La democracia es un bien y debemos de estar dispuestos a hacer ciertos sacrificios por ella. Porque la democracia no es algo automático. Sólo hay que mirar a la historia de la democracia para comprobarlo: con frecuencia la democracia puede acabarse. Lo que ocurre es que después de 1989 se produjo una confluencia de factores para pensar que la democracia podía ser eterna: el fin del comunismo, el neoliberalismo de Thatcher y de Reagan, el Tratado de Maastricht... En muchos casos, la gente pensó que la Historia se había acabado. Pero cuando dices eso, estás preparando el terreno para que acabe la democracia. Porque la democracia sólo puede funcionar si analizas con seriedad el pasado y utilizas esa información para llevar acciones en el presente y de cara al futuro. La democracia requiere del tiempo histórico. Después de 1989 se instaló la idea de que no había alternativa a la democracia. Pero claro que hay alternativas, siempre salen alternativas.
- P. ¿Cree que España ha hecho un análisis histórico serio del franquismo?
R. Es una pregunta muy difícil de responder, y siendo extranjero jamás me atrevería a decirle a los españoles cómo tienen que lidiar con su pasado. La transición política que llevó a cabo España a finales de los 70 se hizo con mucha buena voluntad. El problema es que nadie presta nunca atención a la parte cultural, y la parte cultural es muy importante. Si no prestas atención a la parte cultural, si no prestas atención a la historia de la literatura, del arte y de la arquitectura en España desde 1939 hasta 1975, entonces corres el riesgo de que vuelva. Y la tendencia es que vuelva de la mano de gente joven. No sé la situación concreta en España, pero no me sorprendería que aquí, como en
Polonia,
Hungría o Estados Unidos, los votantes de extrema derecha sean bastante jóvenes y estén repitiendo cosas que les oyeron a sus abuelos. Por eso creo que es absolutamente importante que en determinado momento se haga esa lectura de la historia cultural. Estados Unidos, por ejemplo, aún no ha revisado con seriedad su historia de la esclavitud, y estamos pagándolo todo el tiempo. En las pasadas
elecciones presidenciales pagamos el no haber hecho nunca la historia de la esclavitud.
- P. En
su libro 'Sobre la tiranía' ofrece 20 lecciones que podemos extraer de
la Historia del siglo XX para afrontar los retos políticos actuales.
¿Qué podemos hacer como ciudadanos?
R. Lo más importante yo creo que es reconocer que podemos hacer algo. La 'política de la inevitabilidad' de la que hablábamos antes trata de convencernos de que lo que sucede con la democracia no es nuestro trabajo, que es el trabajo de Europa, del Gobierno central de Madrid, del mercado libre... Es una idea muy tentadora, porque nos permite dedicarnos a vivir nuestras vidas privadas y que sean otros los que se ocupen de las cosas importantes. Pero la democracia es el poder del pueblo, y debemos admitir que las cosas pueden ir mal, que la democracia puede acabar. Yo creo que actuar políticamente, hacerlo de manera regular y en contacto con gente a la que no conocías previamente puede suponer un cambio. Si cumples esas tres cosas, puedes marcar la diferencia. Una sola persona no puede cambiar las cosas, pero un número significativo de personas haciendo pequeñas cosas puede suponer una enorme diferencia.
- P. En
las elecciones del domingo en Andalucía se registró una abstención
brutal, superior al 40%. ¿Se refiere entre otras cosas a eso, a que la
gente como mínimo debería ir a votar?
R. Esa es la línea básica, desde luego. En 2004, si no me equivoco, la participación en las
elecciones andaluzas fue del 78% y el domingo pasado fue del 54%, lo que significa que se ha perdido por el camino a un cuarto de las personas que pueden votar. Votar es un buen ejemplo de lo que hablamos. Uno nunca va a tener ocasión de votar por el partido perfecto, de votar por exactamente lo que queremos. Pero cuando no votamos estamos dejando que sean otros los que decidan lo que va a pasar. Una de las razones por las que míster Trump salió elegido es porque mucha gente no fue a votar porque ninguna de las alternativas que había les parecía adecuada. El problema es que cuando no votas, por lo general están ayudando a la peor alternativa. Y si la peor alternativa llega al poder, entonces en las próximas elecciones tu voto cuenta menos, y entras en un círculo vicioso.
- P. En los próximos cinco años, ¿prevé que la extrema derecha siga subiendo o cree que se desinflará?
R. No soy un politólogo. Como historiador tiendo a pensar que es muy importante que nos demos cuenta de que es algo que depende de nosotros. Si no hacemos nada, la extrema derecha seguirá creciendo. Pero no tiene por qué ser así. Personalmente, creo que va a haber una reacción ante la extrema derecha, la cuestión es cuándo se producirá esa reacción. Si es rápida, se podrá evitar que la extrema derecha se convierta en la corriente principal. La trampa es que en las democracias tendemos a pensar que hay cosas que realmente no van a pasar, que las instituciones nos salvarán, etc... hasta que es demasiado tarde. Todo depende realmente de cómo reaccionemos. Si decidimos no hacer nada, entonces sí, la extrema derecha seguirá creciendo. Si llevamos a cabo acciones, las cosas creo que irán bien.
- P. Cambiando de asunto:
¿cree que el Brexit es inevitable o aún se puede parar? Ya sabe que el
abogado general del Tribunal de Justicia de la UE considera que el Reino
Unido dispone de mecanismos para evitar el portazo a Bruselas...
R. Cuando tuvo lugar el referéndum en el
Reino Unido en junio de 2016 predije que el Brexit no tendría lugar, y me mantengo en esa predicción. Desde hace dos años sostengo que la salida del Reino Unido de la UE no va a tener lugar, en la lógica de que hay algunas cosas que son tan estúpidas que no pueden ocurrir. Y el Brexit es demasiado estúpido como para que se haga realidad, así que no creo que ocurra. Además, le voy a contar un pequeño secreto: todo el mundo en el partido tory sabe que el Brexit sería una terrible idea.
- P. Todos excepto Boris Johnson...
R. Incluso
Boris Johnson sabe que el Brexit sería terrible para Gran Bretaña. Lo que Boris Johnson está haciendo es pensar por anticipado en el futuro, se está preparando para que si el Brexit tiene lugar y es terrible poder culpar a Francia, a Europa, a la negociación del acuerdo de salida por parte de sus compañeros de partido. Se prepara para un mundo en el que, si tiene lugar el Brexit, va a tener que lidiar con el sufrimiento de los británicos. Es un tipo muy inteligente, sabe perfectamente que el Brexit sería un desastre para Gran Bretaña. Y está planificando su carrera política en base a ese desastre. Dado que todo el mundo en el partido conservador sabe que el Brexit sería una catástrofe, confío en que encontrarán una forma institucional de evitarlo.
- P. Emmanuel Macron está teniendo graves
problemas en Francia con las protestas de los 'chalecos amarillos'.
¿Cree que esa crisis puede fortalecer a la extrema derecha de Marine Le
Pen, que puede acabar con Macron?
R. No lo sé, no he estado en Francia estos días, no he hablado con los que protestan. Lo que le puedo decir es que
Macrones una de las pocas personas en la escena europea que se mantiene en el centro, una de las pocas personas en la escena europea que trata de hablar del pasado y del futuro de manera seria. Sería una pena perder una voz de centro que dice cosas sensatas y con sentido. Lo interesante de Francia respecto a la extrema derecha es que en las pasadas elecciones presidenciales las autoridades francesas estudiaron las elecciones americanas, se dieron cuenta de que había habido un problema de interferencia extranjera y actuaron al respecto, algo que quizás en el futuro las autoridades españolas podrían plantearse.
- P. Me he
enterado de que aprovechando su estancia en Madrid va ir usted al
Palacio de la Moncloa. ¿Tiene previsto reunirse con el presidente
Sánchez?
R. No lo sé, de verdad. Voy a ver a un amigo que trabaja para alguien allí, pero no sé qué plan me tiene organizado.
Fuente:
https://www.elmundo.es/internacional/2018/12/05/5c06aad221efa06f088b46dd.html
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