Lo que Momo podía hacer mejor que nadie era escuchar. Eso no es nada particular, dirá quizá algún que otro lector, escuchar es algo que puede hacer cualquiera. Pero eso es un error. Escuchar de verdad es algo que solo muy pocos hombres pueden hacer. Y el modo en que Momo sabía escuchar era singular.
Momo. Michael Ende
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La escucha tiene una dimensión política. Es una acción, una participación activa en la existencia de otros, y también en sus sufrimientos. Es lo único que enlaza e intermedia entre hombres para que ellos configuren una comunidad. Hoy oímos muchas cosas, pero perdemos cada más la capacidad de escuchar a otros y de atender a su lenguaje y a su sufrimiento. Hoy, de alguna manera, cada uno se queda a solas con su sufrimientos y sus miedos. El sufrimiento se privatiza y se individualiza, pasando a ser así objeto de una terapia que trata de curar el yo y su psique. Todo el mundo se avergüenza, pero cada uno se culpa solo a sí mismo de su endeblez y de sus insuficiencias. No se establece ningún enlace entre mi sufrimiento y tu sufrimiento. Se pasa por alto la sociabilidad del sufrimiento.
La estrategia de dominio consiste hoy en privatizar el sufrimiento y el miedo, ocultando con ello su sociabilidad, es decir, impidiendo su socialización, su politización. La politización significa la transposición de lo privado a lo público. Lo que hoy sucede es más bien que lo público se disuelve en lo privado. La esfera pública se desintegra en esferas privadas.
La voluntad política de configurar un espacio público, una comunidad de la escucha, el conjunto político de oyentes, está menguando radicalmente. La interconexión digital favorece este proceso. Internet no se manifiesta hoy como un espacio de la acción común y comunicativa. Más bien se desintegra en espacios expositivos del yo, en los que uno hace publicidad sobre todo de sí mismo. Hoy internet no es otra cosa que una caja de resonancia del yo aislado. Ningún anuncio escucha.[...]
La alborotada sociedad del cansancio es sorda. A diferencia de ella, la sociedad venidera podría llamarse una sociedad de los oyentes y de los que atienden. Hoy es necesaria una revolución temporal que haga que comience un tiempo totalmente distinto. Se trata de redescubir el tiempo del otro. La actual crisis temporal no es la aceleración, sino la totalización del tiempo del yo. El tiempo del otro no se somete a la lógica del incremento del rendimiento y la eficiencia, la cual genera una presión para acelerar. La política temporal neoliberal elimina el tiempo del otro, que por sí mismo sería un tiempo improductivo. La totalizacción del tiempo del yo viene acompañada de la totilización de la producción, que hoy abarca todos los ámbitos vitales y conduce a una explotación total del hombre. La política temporal neoliberal elimina también el tiempo de la fiesta, el sublime tiempo nupcial, que no se somete a la lógica de la producción. Conduce a la eliminación de la producción. A diferencia del tiempo del yo, que nos aísla y nos individualiza, el tiempo del otro crea una comunidad. Por eso es un tiempo bueno.
La expulsión de lo distinto
Byung-Chul Han
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