Desde la cabina de su Boeing 767, Santiago Borja ha captado la increíble
belleza de las tormentas que cada día se desatan sobre nuestro planeta.
Conversamos con él durante una de sus escalas en Madrid.
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panamascape
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Cuando uno mira las
instantáneas tomadas por
Santiago Borja,
siente que está ante un instante de belleza único y efímero, que se
habría perdido para siempre si no fuera por su paciencia y sagacidad. En
ellas apreciamos enormes arcos eléctricos que cruzan el cielo de un
extremo a otro e iluminan el océano a muchos kilómetros de distancia,
gigantescos cumulonimbos que se alzan en la oscuridad como gigantes
enfurecidos y ofrecen una idea de las dimensiones del cielo como pocas
veces hemos visto.
A sus 32 años, este copiloto ecuatoriano sobrevuela cada
semana el Atlántico entre Quito, Madrid y Nueva York y aprovecha los
momentos en que está libre en la cabina para sacar su cámara y
fotografiar las tormentas que se encuentran por el camino. En las redes
le conocen con el sobrenombre de
“stormpilot”
(piloto de las tormentas) y su trabajo le ha valido numerosos premios y
reconocimientos de los medios más prestigiosos. Charlamos con él
durante una de esas escalas en Madrid, en una helada noche de diciembre,
con las coloridas luces navideñas sobre nuestras cabezas.
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Venezuela |
¿Cuántas tormentas nocturnas ha fotografiado en los últimos años?
Algunos
cientos. Porque en todos los vuelos te encuentras al menos con una. Es
muy raro que no encuentres tormentas, también diurnas. Pero la
iluminación es el sol directo y no tiene mucha gracia. Y, además, de día
no ves los rayos, no te llama tanto la atención.
¿Recuerda su primera foto del cielo?
Empecé
hace unos cuatro años. Cogí una cámara vieja que me regaló mi papá, de
estas de rollo, y empecé a jugar. Volaba con un capitán, que se retiró
ya, apasionado de la fotografía, que fue quien me aconsejó. Al principio
fotografiaba los típicos paisajes de día, el océano, que es muy
interesante, las formaciones nubosas en mitad del Atlántico, las costas.
Y luego empecé a ver las tormentas y me costó un poco, pero empecé a
sacar la técnica, porque tiene su truco.
En las imágenes que toma las tormentas se ven cerca, ¿están próximas o es cuestión de zoom?
Algunas
sí, pero en general siempre pasamos al menos a 20 millas, que son unos
36 km de distancia. Tienes una radar con un alcance de más de 400 km que
puedes empezar a ver lo que hay adelante. Cuando ya está como a 100 km
sabes con bastante certeza qué es, de qué tamaño es… Hablas con el
control, le pides un desvío de tantas millas, o de tal rumbo, y te
empiezas a desviar.
O sea, que el avión nunca pasa por una tormenta.
Las
tormentas hoy en día son uno de los menores riesgos que hay dentro de
la aviación. Las partes más críticas del vuelo siguen siendo el despegue
y aterrizaje. Un avión viaja a 800 km/h y una tormenta nunca se va a
mover a más de 100 km/h como mucho, así que es más o menos como ir
conduciendo y evitar un bache que ves desde lejos. En cualquier momento
tomar la decisión de desviarnos un poco más o incluso dar la vuelta, no
pasa nada.
¿Siempre son grandes cumulonimbos?
Sí,
es justamente este fenómeno, la tormenta que sube. Muchas alcanzan unos
14 o 15 kilómetros de altura. La primera foto que hice que tuvo mucho
impacto fue porque la tormenta era rara por la zona donde se tomó. Era
sobre Panamá. La puse en Twitter y más que aficionados a la fotografía
me contactaron meteorólogos y científicos de universidades. Era tan
poderosa que incluso superaba la tropopausa, que es este límite natural
de las tormentas, y se veían unos “
overshooting tops”
producidos por la propia inercia. Me escribió un tipo de la NASA, que
me dijo que al principio solo le parecía bonita, pero cuando supo que
era en Panamá se quedó loco porque esa tormenta no tenía por qué estar
ahí. Suelen suceder en otros lugares, como Asia.
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Añadir leyenda |
¿Desde el avión impresionan?
Impresiona
muchas veces la escala, el tamaño que tienen. Cualquier cosa humana es
diminuta en comparación. Ves una ciudad y es una miniatura al lado de
ellas.
¿Le cogió el gustillo solo por su belleza?
Por
la belleza estética y porque hasta ahora es algo que no es muy común de
verse. No creo que yo sea tan buen fotógrafo, sino que he tenido la
oportunidad de retratar algo que hasta ahora no ha sido tan retratado.
No hay mucha gente que esté allí arriba con una cámara en ese momento.
Supongo que le preguntarán muchas veces cómo puede hacer fotos mientras pilota.
Es
la pregunta que todo el mundo me hace (risas). Yo por lo general tengo
dos momentos muy buenos para hacer fotos. Cuando voy de pasajero y me
llevan a donde tengo que volar, en tránsito, o cuando me turno con mis
compañeros pilotos. En este vuelo a Madrid venimos cuatro pilotos y
vamos cambiando a los controles.
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Noche estrellada con cumulonimbo iluminado al fondo
© Santiago Borja |
¿Y cómo es la dinámica? ¿Desde dónde haces las fotos y cómo se sujeta?
Al
final no tienes mucho donde sujetarte, lo tienes que hacer a pulso. La
ventaja de cabina es que tienes estos asientos de observador, que van
detrás del piloto, con unas ventanas muy grandes, más limpias y más
nítidas que las de pasajero, y además no tiene ese reflejo de la luz
interior, porque vas a oscuras y la ventana no es doble. Es mucho más
gruesa y está calentada, pero es de cristal.
¿Y están en un lateral?
Todas
mis fotografías están hechas desde los laterales. Mucha gente piensa
que las tormentas están delante y no es así, porque siempre dejas las
tormentas a un lado, incluso un poco hacia atrás a veces, a lo que te da
la ventana.
¿Cómo se prepara?
Bueno,
la cámara la tienes que tener lista. Y casi todo lo hago manual,
enfoque al infinito, le pongo una goma en el anillo de enfoque para que
no se mueva. Después pones el modo manual, la apertura lo que más te dé y
lo que tienes que hacer es jugar un poco es con el ISO y la velocidad. Y
ya depende de la intensidad de la tormenta. Si está un poco lejos
tienes que subir el ISO. Si está más cerca tienes que bajarlo. Si tienes
luz de luna, por ejemplo, tienes que poner menos tiempo porque si no
sale el movimiento, porque hay mucha luz. Si está todo oscuro tienes la
ventaja de que puedes hacer una exposición larga. Mis fotos suelen ser
de más de un segundo.
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Aparato eléctrico frente a las costas de México
© Santiago Borja |
¿Y las fotografías no salen movidas?
En
realidad sí. Es un truco que se usa en la fotografía de estudio, cuando
intentan hacer una foto muy rápida. Si quieres hacer una foto de
1/10.000 y la cámara te da 1/4.000 lo que hacen es ponerlo todo oscuro y
hacer una foto larga, no importa cuánto tiempo porque está todo oscuro.
El flash está a 1/10.000 y es como si dispararas a esa velocidad. Y el
flash mío es el relámpago. Si no hay relámpago la foto sale negra, y si
hay relámpago es como si hicieras una foto rápida.
Entonces como no sabe cuándo va a salir el relámpago, ¿va un poco al azar?
Hay
que ir al azar y es un poco cuestión de suerte. Me he perdido muchas
buenas oportunidades porque justo no estaba abierto el obturador. Te
delatan, por ejemplo, las estrellas. En algunas de mis fotos tienen
movimiento, es porque estuvieron expuestas dos segundos. Ahí te das
cuenta de que hubo movimiento de la cámara. Eso fue lo que más me costó
aprender. Al principio me decían que no se podía. En todo curso de
fotografía te dicen que es imposible, necesitas un trípode, que no se
mueva, etc.
¿Cuáles son sus fotos favoritas?
Me
gustan bastante dos fotos, que creo que son las que más han llamado la
atención. La primera es la de Panamá, porque es una de las más claras y
quedó tercera en un concurso de National Geographic, la publicó en
Washington Post, y tuvo mucho eco. Y la otra es una que me salió justo
sobre Ecuador, es un rayo que sale de la tormenta y cae al piso
totalmente fuera de las nubes. Por lo general el rayo ilumina dentro de
la tormenta, y aquí tú ves la descarga eléctrica que hace una especie de
L invertida, y aparte era un atardecer, y no es como las otras,
oscuras, se ve un poco el día. Es chévere.
¿Qué fenómeno es el que más le ha llamado la atención desde la cabina de piloto?
Sobre
todo las líneas de tormentas, aunque a veces es difícil de plasmarlas.
Les he hecho fotos, pero no se ve la escala, pero algunas ves en el
radar que tienen un ancho de 100 km. Es un muro, una pared de 100 km que
tira rayos varias veces por segundo, una cosa impresionante. Tan grande
que a 150 km antes tú ya te desvías, y te desvías una distancia el
equivalente a todo mi país, o sea una cosa increíble. Ahí te das cuenta
de la escala de los fenómenos.
¿Y los huracanes y otros fenómenos a mayor escala?
En
realidad en esta escala es todo tan grande que tú ves a lo lejos unas
nubes y el huracán estará como 100 km detrás. Si hay un huracán
directamente te desvías 300 km y ni siquiera te acercas. Hace unos meses
hubo tres huracanes al tiempo en el Atlántico y volamos a través de los
tres, pero si lo ves la ruta a una escala más cercana ves que pasamos
tan lejos que ni siquiera vimos nubes. Era un atardecer soleado.
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Imagen tomada sobre Ecuador, en la que se aprecia un gran rayo en forma de L
© Santiago Borja |
Sus compañeros, ¿qué le dicen?
Al
principio no lo entendían muy bien, luego les empezaron a gustar las
fotos. Incluso gente que vuela conmigo que al principio lo veían como
raro y luego le han tomado afición.
¿Cómo describiría la sensación que le produce sobrevolar una tormenta nocturna?
Es
difícil describir la emoción, pero sí te sobrecoge. Te imaginas el
planeta sin ciudades, sin la civilización. Muchas veces tengo la
sensación de estar en otro planeta y es la que más me gusta. Si esto
fuera otro planeta, estaríamos con la boca abierta. Tal vez estamos
acostumbrados a ver los paisajes de reojo y no nos damos cuenta de que
hay algo realmente interesante ahí. A veces incluso en la propia ciudad
hay una tormenta a lo lejos y no le damos mucha bola. Justo en el último
vuelo despegamos de Guayaquil, con nubes no muy altas, y veías un poco
la inclinación del haz de luz y cómo hacia delante era de día y hacia
atrás ya era de noche. Sobre todo si estás viajando norte sur, de un
lado ves el sol y del otro negro negro. Es casi como estar en el
espacio, te dan ganas de subir un poco más (risas).