jueves, 16 de agosto de 2018

LTI


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   ¿Cuál era el medio de propaganda más potente del hitlerismo? ¿Eran los discursos individuales de Hitler y de Goebbels, sus declaraciones sobre este o aquel tema, su agitación contra el judaísmo, contra el bolchevismo?
   Por supuesto que no, pues muchas cosas no resultaban inteligibles para las masas o las aburrían por su eterna repetición. Cuántas veces en las fondas, aún podía franquear su umbral sin la estrella, cuántas veces durante las alarmas aéreas en la fábrica, donde los arios disponían de un cuarto y los judíos de otro, y la radio se encontraba en el cuarto de los arios (como la comida y la calefacción)... cuántas veces oí allí los naipes golpear las mesas y las conversaciones en voz alta sobre las raciones de carne y de tabaco y sobre el cine proseguir mientras el Führer o uno de sus paladines pronunciaban sus monótonos discursos, y eso que los diarios decían al día siguiente que todo el pueblo los escuchaba.
   No, el efecto más potente no lo conseguían ni los discursos, ni los artículos, ni las octavillas, ni los carteles, ni las banderas, no lo conseguía nada que se captase mediante el pensamiento o el sentimiento conscientes.
   El nazismo se introducía más bien en la carne y en la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente. El dístico de Shiller sobre la "lengua culta que crea y piensa por ti" se suele interpretar de manera puramente estética y, por así decirlo, inofensiva.  Un verso logrado en una "lengua culta" no demuestra el talento poético de quien ha dado con él; no resulta muy difícil darse aires de poeta y pensador en una lengua altamente cultivada.
   Pero el lenguaje no solo crea y piensa por mí, sino que guía a la vez mis emociones, dirige mi personalidad psíquica, tanto más cuanto mayores son la naturalidad y la inconsciencia con que me entrego a él. ¿Y si la lengua culta se ha formado a partir de elementos tóxicos o se ha convertido en portadora de sustancias tóxicas? Las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico: uno las traga sin darse cuenta, parecen no surtir efecto alguno, y al cabo de un tiempo se produce el efecto tóxico.
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 LTI
La lengua del Tercer Reich
Victor Klemperer

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