Louis Albert de Broglie, dueño de la tienda de taxidermia parisiense Deyrolle.Fotografía de Marc Dantan / A Parisian Cabinet of Curiosities (editorial Flammarion)
Se ganó el apodo de Príncipe Jardinero por su lucha a favor
de la biodiversidad del tomate. En 2001 adquirió la tienda Deyrolle, un
templo de la taxidermia parisiense frecuentado por artistas como
Salvador Dalí o Woody Allen. Ahora Louis Albert de Broglie quiere que
sus especies disecadas sirvan de inspiración para las marcas de moda
AL CRUZAR el umbral del vetusto edificio que lo alberga, el visitante
verá aparecer ante sus ojos un verdadero espectáculo de flora y fauna.
Deyrolle es un zoo poblado por animales disecados, un museo natural sin
clasificaciones académicas, un gabinete de curiosidades abierto a todos
los públicos. La casa de taxidermia más legendaria de París, fundada en
1831, se instaló hace 130 años en este local de dos plantas y paredes
revestidas de madera, situado en un rincón del barrio de Saint-Germain.
Un nuevo (y apasionante) volumen revisa ahora su historia, A Parisian
Cabinet of Curiosities, publicado en inglés y francés por Rizzoli y
Flammarion. El relato empieza con la familia que dio nombre a la tienda,
que se sucedió al frente del negocio durante cuatro generaciones
seguidas, surtiendo sus innumerables cajones y vitrinas de vertebrados e
invertebrados, fósiles y minerales, además de cientos de láminas sobre
la naturaleza que abastecieron durante décadas a las escuelas francesas.
Deyrolle se convirtió en un templo para biólogos, botánicos y zoólogos o
para coleccionistas de moluscos y mariposas, pero también para muchos
cazadores en busca de un profesional que ennobleciese sus trofeos.
Los tiempos han cambiado mucho desde entonces. “Para nosotros, la
taxidermia es un acto científico y no mortífero. Todos los animales de
la tienda murieron por causas naturales o, en algunos casos
minoritarios, fueron sacrificados por razones sanitarias”, explica su
propietario, Louis Albert de Broglie, un dandi con atuendo tirolés que
tiene sangre azul corriendo por sus venas: desciende de un príncipe
piamontés que fue asesinado en los setenta y de uno de los hijos de
Carlos X, el último Borbón que reinó Francia. Huelga decir que en su
familia se cazaba. Él prefirió abandonar esa actividad a los 18 años.
“Ya entonces estaba convencido de que los animales, ya sean domésticos o
salvajes, necesitan amor”, sostiene De Broglie, militante
medioambiental y conocido en su país por su infatigable combate por la
conservación de la biodiversidad del tomate. Sus allegados encontraron
para él un apodo a medida: El Príncipe Jardinero.
De Broglie compró Deyrolle en 2001, cuando se encontraba al borde de
la quiebra. Desde entonces, esta peculiar arca de Noé se ha vuelto a
convertir en un lugar concurrido. “Deyrolle sigue fascinando porque
contiene el misterio de la naturaleza y de la vida. Nos ayuda a entender
de dónde venimos. Nos recuerda a un tiempo donde no existía Internet”,
enumera. Para su propietario, Deyrolle es, ante todo, una sociedad
científica. “Esa dimensión es tan importante como la comercial. Y,
además, es más divertido venir aquí que a un museo. Es un lugar pensado
para soñadores, una fuente de estímulos para mentes creativas”. En
Deyrolle hay tanto rigor científico como licencias poéticas. Basta con
observar el centro de una de las estancias de la primera planta,
presidido por un unicornio. La tienda condensa todas las especies de la
tierra, incluidas las quiméricas. No es casualidad que este santuario de
la taxidermia fascinara tanto a los surrealistas,
como André Breton, Max Ernst o Salvador Dalí, quienes se abastecieron
en Deyrolle de mamíferos disecados o cuernos de rinoceronte. Deyrolle
nunca dejó de fascinar a los creadores. Woody Allen escogió la tienda
para rodar una de las escenas de Medianoche en París. Otro aficionado a lo vintage como el cineasta Wes Anderson, que reside en el barrio, es un asiduo.
Arriba, pavo real (Pavo cristatus) de India y mariposas (Papilio ulysses) de Indonesia
Cuando hace una década un incendio arrasó el local y calcinó el 90%
de sus reservas, fueron los artistas quienes arrimaron el hombro. Sophie
Calle, Nan Goldin o Miquel Barceló donaron sus obras para una subasta
que recabó 260.000 euros y logró salvar el lugar. El nuevo proyecto de
De Broglie es situar a Deyrolle en el mapa de las tendencias. Marcas
como Opening Ceremony o Petit Bateau ya han colaborado con la tienda.
Las zapatillas Veja acaban de crear una colección cápsula sirviéndose de
la iconografía de Deyrolle para sus diseños. “La única condición es que
sus métodos sean respetuosos con el medio ambiente”, apunta el jefe. Su
preocupación es que sea un lugar abierto a todo el mundo. “Siempre lo
ha sido y debe seguir siéndolo. Muchos no compran nada, pero no me
molesta. Es de las pocas tiendas donde entran personas de todas las
generaciones y clases sociales. Puedes comprar desde una mariposa por 5
euros a ese toro de lidia, que cuesta 70.000”, afirma señalando a un
vacuno que fue disecado tras romperse la columna vertebral. En otro de
sus habituales gestos poéticos, De Broglie decidió rellenar el vientre
del animal de mariposas para recordar que, dentro de cada ser vivo,
reside “una fragilidad”. La misma que caracteriza al propio ecosistema.
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