Mensaje a aquellos en los medios de comunicación que siguen llamando “populista” a Donald Trump: no creo que esa palabra signifique lo que ustedes piensan.
Es
cierto que, en algunas ocasiones, Trump sigue presentándose como
alguien que defiende los intereses de los trabajadores estadounidenses
de a pie frente a la élite. Y supongo que, en cierto sentido, al abrazar
el nacionalismo blanco da voz a los estadounidenses corrientes que
comparten su racismo pero no se sentían capaces de airear sus prejuicios
en público.
Sin embargo, lleva en el cargo año y
medio, tiempo suficiente como para ser juzgado por lo que hace y no por
lo que dice. Y su Gobierno se ha decantado en contra de los trabajadores
en todos los frentes. Trump es tan populista como creyente devoto, o
sea, nada.
Empecemos por la política tributaria, en la que el principal logro legislativo de Trump ha sido una rebaja de impuestos que beneficia principalmente a las empresas —cuyos pagos de impuestos han caído en picado—
y no ha hecho nada en absoluto por elevar los salarios. El plan
tributario hace tan poco por los estadounidenses de a pie que los
republicanos han dejado de incluirlo en sus campañas electorales. Pero
el Gobierno está planteando la idea (probablemente ilegal) de reducir
por decreto otros 100.000 millones de dólares más de impuestos a los
ricos.
Está también la política sanitaria, en la que Trump, después de fracasar en su intento de revocar la legislación de Obama —lo que habría supuesto un durísimo golpe para las familias trabajadoras—
se ha embarcado en una campaña de sabotaje que probablemente haya hecho
subir las primas un 20% respecto al precio que de lo contrario habrían
alcanzado. Inevitablemente, la carga de esta subida de las primas recae
principalmente sobre las familias que perciben unos ingresos un poquito
más altos que aquellos que dan derecho a subvenciones, es decir, el
segmento superior de la clase trabajadora.
Y luego está la política laboral, en
la que el Gobierno de Trump se ha movido en diferentes frentes para
deshacerse de las normativas que protegían a los trabajadores frente a
la explotación, los accidentes, etcétera.
Pero la historia no acaba en la
política inmediata. Habría que mirar también los nombramientos de Trump.
En lo que se refiere a políticas que afectan a los trabajadores, Trump
ha creado un equipo de compinches: casi todos los cargos importantes han
ido a parar a miembros de grupos de presión o a personas con fuertes
vínculos económicos con la industria. Los representantes de los
trabajadores no han recibido ninguno.
Y el nombramiento de Brett Kavanaugh para el Tribunal Supremo
merece especial atención. Hay mucho que no sabemos acerca de Kavanaugh,
en parte porque los republicanos del Senado están bloqueando las
solicitudes de información adicional que han presentado los demócratas.
Pero sí sabemos que es absoluta y extremadamente contrario a los
trabajadores; muy a la derecha de la población en general, y bastante a
la derecha incluso de la mayoría de los republicanos.
El ejemplo más conocido de esta
perspectiva radicalmente contraria a los trabajadores es su argumento de
que SeaWorld no tiene por qué incurrir en responsabilidad después de que una orca cautiva matase a una de sus trabajadores,
porque la víctima debería haber conocido los riesgos que corría cuando
aceptó el trabajo. Pero en su expediente hay mucho más extremismo en
contra de los trabajadores.
Si tenemos en cuenta que, de
confirmarse su nombramiento, Kavanaugh durará mucho tiempo en el cargo,
este extremismo es suficiente para justificar el rechazo a su
designación, sobre todo si le sumamos su apoyo a un poder presidencial
sin restricciones y lo que haya en su expediente que los republicanos
intentan ocultar.
¿Pero por qué Trump, que se
autoproclama defensor de los trabajadores estadounidenses, escoge a
alguien así? ¿Por qué hace todo lo que está haciendo para perjudicar
precisamente a quienes le dieron la Casa Blanca?
Desconozco la respuesta, pero pienso que la explicación convencional —que
Trump, perezoso y enormemente ignorante de los detalles de la política,
se ha dejado capturar involuntariamente por la ortodoxia republicana— subestima al presidente y hace que parezca mejor de lo que es.
Viendo a Trump en acción, es difícil
no tener la impresión de que sabe muy bien que está infligiendo dolor a
sus propias bases. Pero es un hombre al que le gusta humillar a otros,
en aspectos grandes y pequeños. Y lo que yo creo es que realmente le
produce placer ver cómo sus partidarios lo siguen aunque los traicione.
De hecho, a veces, el desprecio que
siente por su base de la clase trabajadora sale a relucir. ¿Recuerdan
aquello de que “me encantan los que carecen de educación"? ¿Se acuerdan
de cuando se jactaba de que podría dispararle a alguien en la Quinta Avenida y no perdería ningún voto?
En cualquier caso, con independencia
de sus motivaciones, Trump en acción es lo contrario a un populista. Y
no, su guerra comercial no cambia esa opinión. William McKinley,
presidente por antonomasia de la Edad Dorada que derrotó a un
rival populista, también era proteccionista. Es más, Trump está librando
su guerra comercial de un modo que provoca el máximo daño a los
trabajadores estadounidenses a cambio de unos beneficios mínimos.
Y aunque no sea un populista, Trump
es, sin embargo, un mentiroso patológico, el hombre más falso que jamás
haya ocupado un alto cargo en Estados Unidos. Y la afirmación de que
defiende a los trabajadores estadounidenses es una de sus mayores
mentiras.
Lo que me lleva de nuevo al uso que
los medios de comunicación hacen del término “populista”. Cuando emplean
esa palabra para describir a Trump, son de hecho cómplices de esa
mentira, en especial cuando lo hacen en el contexto de una información
supuestamente objetiva.
Y no tienen por qué hacerlo. Pueden
contar lo que Trump hace sin usar palabras que le atribuyen un mérito
que no merece. Él está engañando a sus partidarios, pero los medios no
tienen por qué ayudarle a hacerlo.
Paul Krugman es premio Nobel de Economía.
© The New York Times Company, 2018.E
Traducción de News Clips.
© The New York Times Company, 2018.E
Traducción de News Clips.
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