Humboldt quería conocer al famoso botánico español José Celestino Mutis que vivía en Bogotá. Mutis de sesenta y nueve años, había llegado desde España cuarenta años antes, y había encabezado muchas expediciones por la región. Ningún otro botánico sabía tanto sobre la flora sudamericana, y en Bogotá, Humboldt esperaba poder comparar sus colecciones con las que el español había acumulado durante su larga vida. Aunque le habían dicho que Mutis podía ser complejo y reservado, confiaba en ganarse su confianza. "¡Mutis, tan cerca!", pensó al llegar a Cartagena, desde donde envió al botánico "una carta muy artificial", plagada de elogios y adulaciones. El único motivo por el que no iba por barco de Crtagena a Lima, le decía, sino que había escogio la ruta mucho más difícil de los Andes, era para poder conocerle al pasar por Bogotá [...].
Recibidos por Mutis y los principales personajes de la ciudad, Humboldt y Bonpland se vieron arrastrados a una fiesta detrás de otra. Nadie había visto tales celebraciones allí desde hacía décadas. A Humboldt nunca le había agradado las ceremonias formales, pero Mutis le explicó que había que tolerarlo para contentar al virrey y los ciudadanos más destacados. Después de las fiestas, el viejo botánico abrió sus vitrinas. Mutis tenía también un estudio de dibujo botánico en el que, con el tiempo, treinta y dos artistas, entre ellos varios indios, iban a elaborar 6.000 acuarelas diferentes de plantas indígenas. Aún mejor, Mutis poseía tantos libros de botánica, según le contó más tarde Humboldt a su hermano, que su colección solo estaba por debajo de la biblioteca de Joseph Banks en Londres. Los libros fueron un recurso de valor incalculable, porque hacía dos años que Humboldt había salido de Europa, y era la primera vez que podía hojear una vasta selección de volúmenes, comprobando, comparando y verificando sus propias observaciones.
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La invención de la Naturaleza
El nuevo mundo de Alexandre von Humboldt
Andrea Wulf
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