Standing es uno de los mayores defensores de la renta básica universal: "Aumenta la libertad. Te da la posibilidad de decir 'no'"
"La Tercera Vía se verá con el tiempo como uno de los grandes errores históricos de la socialdemocracia europea"
| Guy Standing en Barcelona ©SANDRA LÁZARO | 
Guy Standing acuñó  el término 'precariado'
 para referirse a todas las personas que viven en constante 
incertidumbre, ya sea por depender de empleos inestables o ayudas 
sociales insuficientes. Para hacer frente al precariado, este 
economista, profesor de la Universidad de Londres, lleva treinta años 
defendiendo la renta básica universal. El debate sobre implantarla ha 
sobrepasado en los últimos años los ambientes de izquierdas,  e incluso se habla de ella en el foro de Davos.
 Standing ha visitado Barcelona para presentar su último libro,  La corrupción del capitalismo (Pasado & Presente) y para dar una conferencia en la feria Literal en la Fabra i Coats, que concluye este domingo.
  En el libro afirma que vivimos en un sistema opuesto al libre mercado.
 El neoliberalismo de los años 80 y 90 se ha transformado en el 
capitalismo rentista que tenemos hoy, basado en los derechos privados 
sobre la propiedad física, financiera o intelectual. Es un sistema 
corrompido, no solo porque haya individuos corruptos, sino porque se 
basa en una mentira. El capitalismo rentista no favorece el libre 
mercado. Todo lo contrario: es el sistema de menos libre mercado de la 
historia.
  ¿No son manzanas podridas, es el cesto entero?
 La corrupción es intrínseca al sistema. La competición por poseer 
drechos de propiedad privada con los que extraer rentas se impone sobre
 las leyes del libre mercado.
  ¿Cómo afecta esta corrupción a las políticas públicas?
 La democracia y los procesos de toma de decisiones están corrompidas. 
El símbolo es el fenómeno de las puertas giratorias. Un ministro de 
Finanzas puede no haber cobrado una comisión, pero está corrompido 
institucionalmente. De ahí que base más sus decisiones en su futuro 
profesional para poder acabar, por ejemplo, en Goldman Sachs.
  Un liberal podría decir que el problema es que hay demasiada regulación.
 La pregunta que se tendría que hacer a los liberales es por qué no se 
han opuesto al capitalismo rentista, que ya está institucionalizado. La 
retórica de la regulación es una mentira: sí hay regulación, se ha 
establecido pero a favor de las finanzas, los derechos de propiedad y 
para controlar a las organizaciones sociales.
| Guy Standing defiende la renta básica universal como un nuevo instrumento de reparto de la riqueza ©SANDRA LÁZARO | 
 Una de las claves que menciona en el libro es el colapso del sistema de redistribución de la riqueza del siglo XX.
 El desarrollo del capitalismo rentista implica que el sistema de 
distribución de la riqueza vigente en el siglo XX se ha roto. Durante un
 largo periodo de tiempo hubo cierta estabilidad entre 
rentas del capital y rentas del trabajo. Desde el inicio de la era de la
 globalización y la agenda neoliberal todo ha saltado por los aires.
 
 ¿También se ha roto la solidaridad entre los trabajadores que han 
sufrido menos los efectos de la ola neoliberal y el nuevo precariado?
 Entre las rentas del capital, las de los rentistas crecen. Y entre las 
rentas del trabajo, que se están reduciendo, ciertos asalariados han 
logrado mantener sus posiciones, mientras el precariado no dejaba de 
crecer. De ahí que el precariado se oponga a menudo a los sindicatos 
porque creen que no les representan y que solo trabajan para los 
asalariados tradicionales.
  Otorga una responsabilidad especial de este desastre a la socialdemocracia europea,  en particular a la Tercera Vía.
 La Tercera Vía se verá con el tiempo como uno de los grandes errores 
históricos de la socialdemocracia europea. Fue un chollo para el mundo 
de las finanzas y el capital. La socialdemocracia aceptó la economía 
neoliberal, promovió privatizaciones y flexibilizó más el mercado de 
trabajo. Echó atrás sus propios logros, perdiendo así el respeto y el 
apoyo de un precariado cada vez más creciente.
  ¿La socialdemocracia puede recuperar la credibilidad entre el precariado?
 No. El precariado mira a los socialdemócratas y les dice: '¡No nos 
representáis!'. No hay más que ver lo que ha pasado a los partidos 
socialdemócratas en Reino Unido, Francia, Holanda... Esto tiene un 
aspecto negativo: ahora tenemos un vacío de política progresista. Pero 
lo bueno es que la política odia el vacío, por lo que creo que hay un 
espacio para que florezca una verdadera política progresista.
  ¿Cómo se debería rellenar este vacío?
 Hay que dejar atrás el 'trabajismo', el pensar que el empleo será la 
respuesta a la crisis. No importa cuántos puestos de trabajo se creen: 
los salarios no aumentarán. El pleno empleo es una respuesta del pasado a
 la crisis. Hace falta un nuevo sistema de redistribución de la riqueza 
que actúe sobre el capitalismo rentista.
| Guy Standing ha presentado en Barcelona su nuevo libro 'La corrupción del capitalismo' ©SANDRA LÁZARO | 
 En el libro propone crear fondos 
soberanos como el noruego para financiar este nuevo sistema de 
redistribución. ¿España puede implantarlo si carece del petróleo del mar
 del Norte?
 Los fondos soberanos tienen que 
nutrirse de la extracción de rentas. Del mismo modo que Noruega ha 
implantado su fondo soberano en base al petróleo, otros países pueden 
hacerlo devolviendo a la sociedad parte de las rentas que se extraen. Su
 origen puede ser financiero, la propiedad de un inmueble o de una 
patente, el turismo o las nuevas plataformas tecnológicas.
  Estos fondos financiarían una renta básica universal. ¿Qué razones tiene para defenderla?
 Por justicia social y ecológica. La riqueza está más ligada a nuestros 
antepasados que a lo que consigamos por nosotros mismos, y la 
contaminación permite a los ricos incrementar sus beneficios pero 
perjudica a la gente común. La segunda razón es que aumenta la libertad.
 Te da la posibilidad de decir 'no'. Hemos comprobado que las mujeres 
maltratadas, que en muchos casos dependen económicamente de sus 
maltratadores, tienen menos problemas para romper sus relaciones con una
 renta básica.
 En tercer lugar, incluso hay una 
cuestión de estabilidad mental obvia: la inseguridad económica 
incrementa el malestar, impide tomar decisiones a largo plazo y 
deteriora la empatía sobre los demás. Son tres razones políticas, si se 
les quiere llamar así, pero que son tan o más importantes que los 
motivos económicos.
  En el plano económico, se argumenta que la renta básica desincentivaría el trabajo.
 En varias pruebas piloto hemos visto que la renta básica no convierte 
en vaga a la gente, sino que la energiza e incrementa su productividad. 
Fomenta la cooperación en vez de la competitividad y otros tipos de 
trabajo más allá del ámbito laboral.
  ¿Que el foro de Davos le invite a hablar sobre la renta básica no le hace sospechar?
 ¡Claro que sí! No nací ayer. Que grandes corporaciones o el foro de 
Davos me pregunten por la renta básica no cambiará mi ideología de 
izquierdas. En Davos están interesados en la renta básica porque quieren
 una economía estable y sostenible que les permita continuar haciendo 
beneficios, lo cual es perfectamente comprensible. Y a su vez una 
economía estable también requiere estabilidad política y social.
  No deja de ser curioso que Davos y la izquierda remen en la misma dirección.
 La razón por la que en Davos de repente se interesan por la renta 
básica es porque ven crecer los populismos neofascistas. En cierto 
sentido, Donald Trump, el peor fenómeno político de los últimos años, 
está ayudando a incrementar el apoyo a la renta básica porque no quieren
 que la gente vote a personajes como Trump. En cualquier caso, desde la 
izquierda hay que reivindicar la renta básica como un nuevo sistema de 
reparto de la riqueza que interpele al capitalismo rentista.
 
 ¿Al precariado le supone una contradicción usar Airbnb para viajar 
porque no puede pagarse un hotel sabiendo que contribuye a encarecer los
 alquileres?
 No creo que sea una 
contradicción. La solución no puede ser oponerse a la tecnología. Creo 
que hay que aceptar la tecnología pero rechazar las condiciones 
laborales. El problema está en la extracción de renta que hacen 
determinadas plataformas o en las condiciones laborales de los 
conductores de Uber. Si la plataforma cobra un 20% por una transacción, 
hay que gravar esa transacción. El precariado no debe sentirse culpable 
por usar Uber o Airbnb, sino por no oponerse a la desigualdad que 
generan.
 
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