El ser humano tiende a olvidar el delicado equilibrio que guarda con el
resto del planeta y con los seres que habitan en ella. Uno de los
mejores ejemplos de ellos son las abejas. Desde hace casi tres décadas
sabemos que están muriendo, aunque aún no sepamos al 100% por qué. Las
consecuencias pueden ser catastróficas.
Este vídeo de Kurz Gesagt
lo explica a la perfección. En 1988 había un total de 5 millones de
colmenas en Estados Unidos, en 2015 hay la mitad, aproximadamente unos
2,5 millones. Apicultores de todo el mundo están experimentando cifras
similares, con caídas que pueden ir desde el 30 al 90% año a año. No es
por falta de intentos, o de ganas, o de ampliar la cantidad de panales.
Las abejas, simplemente, se mueren.
Aunque, de nuevo, los motivos no acaban de estar del todo claros así
como el alcance exacto y la gravedad intrínseca del problema (lo cual es
a su vez otro problema mayor porque no podemos elaborar predicciones y
prepararnos para una posible catástrofe), hay dos que destacan por
encima del resto: la propia acción humana a través de los pesticidas y
el aumento de dos enemigos naturales de las abejas.
Esos dos enemigos naturales son el Varroa Destructor y el Acarapis Woodi. La manera en la que infectan y destruyen a las abejas es digna de una película de terror. En el caso del Acarapis,
microscópico, este se introduce en los sistemas de respiración de la
abeja, debilitándola y ocasionando en última instancia su muerte.
El Verroa es
todavía peor, se introduce en las celdas de cera donde están las larvas
de abeja, alimentándose de ella, cuando nacen y de manera natural las
abejas jóvenes se abren camino a través de la celda masticando la cera,
todos los ejemplares de Verroa que se han alimentado y
reproducido a su costa se expanden por la colmena. Es un fenómeno
exponencial, así que bastan sólo unos días para que la Verroa se expanda por toda la colonia y la destruya.
En el caso
de los insecticidas, la culpa la tienen los Neonicotinoides. Los
neonicotinoides, unos compuestos cuya composición se parece a la de la
nicotina aparecieron por primera vez como sustitutos del también infame DDT,
prohibido a finales del siglo XX por el daño que hacía a la naturaleza.
La idea que afectan al sistema nervioso de los insectos y plagas que
asolan los cultivos pero la práctica es que las pobres abejas acaban o
bien siendo víctimas colaterales o bien las despista y confunde tanto
que son incapaces de regresar a su colmena y mueren aisladas sin
alimento ni conexión con la colonia
Por qué puede ser catastrófico
Además de
la miel, una de las funciones esenciales para el ser humano de las
abejas es la polinización. Gracias a la polinización una de cada tres
comidas que el hombre consume es posible por obra y virtudes de las
abejas. Si las abejas desaparecen, con ellas se irían multitud de
plantas que dependen de ellas y detrás, asolados por el hambre,
probablemente los seres humanos. Se estima que el valor en dólares de la
comida que producen las abejas es de 262 mil millones de dólares.
No sólo la comida que comemos nosotros,
también la comida que consume el ganado y los animales que utilizamos
para consumo humano, agravando el problema. Y lo peor: como advierten varios estudios
el sistema está entrelazado de una manera tan compleja que por un lado
resulta muy complicado estimar y calcular las consecuencias de un
posible colapso y por otro lado averiguar las posibilidades que dicho
colapso se produzca en primer lugar.
Fuente: http://es.gizmodo.com/por-que-las-abejas-estan-muriendo-y-por-que-deberia-imp-1717190711
No hay comentarios:
Publicar un comentario