El escritor Juan Goytisolo, ayer en su casa de Marrakech. / bernardo pérez |
Galardonado hoy con el Premio Cervantes, se refería al Premio Nacional de las Letras que le dieron en 2008 y al vaivén de su relación con Almería: “Primero me declararon persona non grata por Campos de Níjar, luego me declararon hijo predilecto en agradecimiento; y luego, persona non grata otra vez por tomar partido por los inmigrantes en El Ejido”.
Goytisolo arrastra últimamente una perforación del tímpano que le produce lo que, sin perder el humor, él llama “eyaculación auricular”. La edad, dice resignado: “Ahora los niños de mi barrio corren a besarme la mano. Cosas de anciano”. Juan Goytisolo compró esta casa, a unos pasos de la plaza de Xemaá-el-Faná, en 1981, cuando nadie quería vivir en la medina. Él había llegado a la ciudad por primera vez en 1976 para estudiar árabe dialectal y allí surgió en 1980 Makbara, una novela escrita en “verso libre narrativo” que mezcla con toda libertad voces, tiempo y espacio, escatología y erotismo.
No es casualidad que el último libro publicado por el nuevo Cervantes, sea un poemario: Ardores, cenizas, desmemoria (2012). “La novela es un género omnívoro, puede incluir la poesía, pero la poesía no puede incluir la novela”, explica sentado a la sombra de un naranjo que también da limones (o viceversa). “Lo que he escrito a partir del último capítulo de Señas de identidad es a la vez prosa y poesía. La mejor lectura es una lectura en voz alta, sobre todo de libros como Makbara, Paisajes después de la batalla o Las virtudes del pájaro solitario. Están escritos para ser leídos en voz alta”. ¿Por qué entonces un libro de poemas? “Bueno, me jubilé de novelista. En realidad mi última obra debería haber sido Telón de boca. El exiliado de aquí y allá es una prolongación tal vez innecesaria de Paisajes… Cuando uno no tiene nada nuevo que decir, se calla. He escrito poesía en los últimos años, ensayos, los artículos de EL PAÍS… Tengo algún material nuevo escrito pero no tengo ninguna prisa en publicarlo”.
Vecino primero de París –donde se instaló en 1956- y luego de Marrakech, Goytisolo no ha parado de viajar. Ha sido profesor en EEUU y reportero en Sarajevo, Chechenia, Capadocia y Argelia, pero nunca ha querido volver a vivir en España: “Tanto en París como cuando daba clases en Nueva York me había acostumbrado a una sociedad heterogénea. El barrio del Sentier me procuró una educación que ninguna universidad me podía proporcionar: el contacto con migrantes de todas las partes del mundo. Pasear por allí era pasar de Pakistán a India, de India a Turquía. Cuando volvía a España en el año 76 solo había españoles, y me pareció terrible. En aquella época no había inmigrantes, y ver una sociedad tan homogénea me decepcionó”.
Goytisolo sostiene que la transición política se hizo “todo lo bien que se pudo” pero que España tiene pendiente la transición cultural: “Sigue vigente el canon nacional-católico. Yo tengo fama de heterodoxo y nunca he buscado la heterodoxia sino ampliar la base del canon, es decir, incorporar lo que había sido dejado de lado, ampliar el ámbito reductivo del nacionalcatolicismo, la fidelidad a un relato histórico que no se corresponde con la realidad. Hay tres temas tabú en la cultura española. Uno es el carácter mudéjar de la literatura española -castellana y catalana- en sus tres primeros siglos. Se escribe en lengua romance pero inspirándose en modelos literarios árabes. El segundo, la importancia del problema de la limpieza de sangre: toda la literatura está embebida de la violencia entre cristianos viejos y cristianos nuevos y esto se traduce en nuevas formas literarias en el siglo XV y el XVI. Tercero, el extrañamiento del tema erótico. Tanto Menéndez Pidal como Unamuno hablan de la cultura española como una cultura casta en contraposición al libertinaje de la cultura francesa. Cuando uno conoce el Cancionero de burlas, La lozana andaluza o La Celestina se encuentra con un rotundo desmentido a esta afirmación”.
Autor de una obra celebrada dentro del realismo crítico de los años cincuenta, Juan Goytisolo rompió con su propio pasado en 1966 con la publicación de Señas de identidad, publicada en México dado que su obra estaba prohibida por las autoridades franquistas. Aquel bautismo de fuego experimental era, dice, una crítica a los mitos de la hispánica reserva espiritual de Occidente. ¿Y los de hoy? ¿Cuáles serían los mitos de la España de hoy? “La Marca España”, responde sin dudar. “Reducir España a la Marca España y no ver la cruda realidad de una sociedad que está sufriendo por el paro y la marginación. Este mito de la Marca España hay que deshacerlo. Este optimismo… Si fuera caricaturista pondría a un parado sentado en la acera pidiendo para comer y a alguien que viene a anunciarle que la agencia Standar & Pools ha elevado la nota de España de A Plus a A Plus Plus. Eso es lo que nos están vendiendo”.
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/11/24/actualidad/1416836556_584716.html
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