Eran tímidas, tan tímidas, que una cuando estaba en las clases se olvidaba de ellas. El profesorado siempre se acuerda de los alumn@s broncas y de l@s preguntones; pero siempre se acaba por olvidar de esa parte del alumnado que se mantiene callado, se porta bien y trata de pasar desapercibido. En una ocasión me vinieron a preguntar algo con respecto a unas notas o un examen; la que hablaba por Inmaculada era Nadia; la dejé hablar y al final le dije a Nadia si Inmaculada necesitaba algún tipo de portavoz; se echaron a reir y al verse aludida, Inmaculada finalizó acabando las preguntas que había comenzado Nadia.
Después de terminar el curso, y durante los dos cursos siguientes las veía en los recreos con otras amigas, me saludaban con una sonrisa. Pasado un tiempo pregunté por ellas, y supe que Inmaculada presentaba brotes esquizofrénicos y prácticamente no salía de su habitación debido a la medicación que la mantenía atontada. Hoy me enteré que su amiga Nadia se había ahorcado al lado del río el día de fin de año. Cuando me enseñaron una foto de ella, no la reconocía: le habían desaparecido los granos de la cara, estaba más esbelta, tenía novio y lucía una melena rubia ante la persona que le estaba haciendo la fotografía
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