Arabia Saudí y sus aliados han extendido 48 horas su ultimátum para
que Qatar cumpla con una lista de exigencias, entre las que está el
cierre de la cadena
El canal de noticias ha creado conciencia política en todo Oriente Medio. No es de extrañar que los enemigos conservadores de Qatar la quieran cerrar
Una cadena, dos caras
El canal de noticias ha creado conciencia política en todo Oriente Medio. No es de extrañar que los enemigos conservadores de Qatar la quieran cerrar
Plató principal de la redacción de Al Jazeera en Qatar. Wittylama CC |
Arabia Saudí y sus aliados han extendido 48 horas su ultimátum a Qatar para que cumpla su lista de 13 exigencias, entre las que se encuentra el cierre de la cadena Al Jazeera.
El canal fue proclamado en su momento como el faro de los medios árabes
libres que rompió la hegemonía de las cadenas occidentales y que
revirtió el flujo de información de este a oeste por primera vez desde
la Edad Media.
El 23 de junio, Arabia Saudí, Emiratos
Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto impusieron a Qatar unas sanciones
económicas y diplomáticas sin precedentes, seguidas de un agresivo
bloqueo y amenazas de nuevas acciones si Qatar no cumple la lista de 13
exigencias.
Si Doha se rinde, y no hay indicios de que eso vaya a ocurrir,
ello supondría una pérdida efectiva de su soberanía y su transformación
en un Estado vasallo de Arabia Saudí y de EAU. Aun así, desafiar los
plazos impuestos por Arabia Saudí podría llevar a un cambio de régimen
en Qatar. O incluso a la guerra.
Pase lo que pase, es
un motivo de orgullo para Al Jazeera que, 21 años después de su
lanzamiento, la cadena siga siendo tan molesta y desafiante para
aquellos en el poder. Muy pocos medios pueden presumir de ser tan
influyentes. Pero Al Jazeera no es como el resto de cadenas. Es un
fenómeno único que, desde que empezó a emitir en 1996, ha revolucionado
los medios árabes y en 2010 jugó un papel principal en el estallido de una verdadera revolución política en buena parte del mundo árabe.
Antes de que Al Jazeera empezase a emitir, las cadenas de noticias
árabes eran simplemente palabrería totalitaria. Las noticias se
centraban principalmente en lo que el jeque, emir o presidente estaba
haciendo ese día, algunas noticias sobre su heredero y una pieza rápida
sobre lo afortunada que era la nación de tener tales figuras de
autoridad. Al Jazeera acabó con eso, dando voz a todo tipo de voces
anteriormente vetadas, desde israelíes y Muamar Gadafi a rebeldes
chechenos, los talibanes y Osama bin Laden.
En sus días de gloria, las ciudades árabes quedaban en silencio cuando empezaba el programa La dirección opuesta, de Faisal al Qassem. La cadena tiene un largo historial de exclusivas, incluida su cobertura de la Operación Zorro del Desierto
en Irak en 1998, una entrevista con Bin Laden después del 11S y la
invasión estadounidense de Afganistán, cuando Al Jazeera era la única
cadena de televisión presente en el país y se convirtió durante semanas
en agencia de noticias para el mundo.
Al Jazeera fue
el primer canal árabe en introducir periodismo de investigación y el
primero en recibir en sus programas a todo tipo de invitados
anteriormente vetados con los que abordaba asuntos polémicos como los
atentados suicidas y la existencia de Dios. Esa actitud rebelde destruyó
tabúes sociales, políticos y religiosos y creó una nueva forma de
informar en la región. Introdujo conceptos como democracia y derechos
humanos y rechazó drásticamente los límites de la libertad de expresión.
También molestaba a otros gobiernos en la región, dado que ninguno de
ellos, a excepción del Túnez posrevolucionario, goza de un mandato
popular democrático y tienen miedo de cualquier cosa que pueda debilitar
su control sobre el poder.
Al Jazeera ha recibido muchas críticas por su cobertura de la guerra siria, que ha sido claramente favorable a los grupos insurgentes. |
Han surgido una serie de interminables crisis diplomáticas entre Qatar y todos y cada uno de los países de la región excepto Omán,
así como muchos otros países no árabes. La miríada de enemigos de la
cadena ha utilizado todos los trucos posibles para intentar cerrarla:
desde el arresto de sus corresponsales y el cierre de oficinas a la
deportación de familiares de empleados, el acoso a potenciales
anunciantes, la interposición de demandas frívolas y, en el caso de
EEUU, atacando sus oficinas en dos ocasiones y matando a miembros de su
personal.
Una cadena, dos caras
Tras años de
fracasos, los gobiernos árabes se dieron cuenta finalmente de que la
única forma de lidiar con Al Jazeera era derrotarla en su propio juego.
Por eso en 2003 Arabia Saudí lanzó Al Arabiya TV, archienemiga de la
cadena qatarí. A falta de información fiable, no se puede saber seguro
cuál de las dos cadenas es hoy en día más popular. A pesar de que Al
Jazeera está actualmente prohibida en Egipto, el país árabe de mayor
población, se puede decir que sigue siendo Al Jazeera, pero lógicamente
Al Arabiya lo rebate.
Es importante recordar que Al
Jazeera no es el único motivo de discordia entre Qatar y sus vecinos.
Arabia Saudí y Qatar son los dos únicos Estados wahabíes, pero también
tienen numerosas diferencias históricas e ideológicas, como lo demuestra
la lista de 13 exigencias. Al Jazeera está en la lista porque es un
poderoso símbolo de Qatar y la manifestación más visible de sus
políticas. Pero hay una razón más profunda, que para que Occidente lo
entienda debe saber que Al Jazeera tiene dos caras, una en árabe y otra
en inglés, y es la cara árabe la que crea todos los problemas en el
vecindario de Qatar.
La cara en inglés de Al Jazeera es la cara familiar para Occidente:
el canal de Al Jazeera en inglés y su página web, sus noticias de alta
calidad y sofisticados documentales centrados en el mundo en desarrollo.
Comparada con otros canales de noticias internacionales en inglés, como
BBC World, CNN International, France 24 y Russia Today, la mayoría está
de acuerdo en que Al Jazeera English puntúa bien.
Además de ser un canal de noticias 24 horas, Al Jazeera árabe es una
criatura muy diferente al canal en inglés en relación al lenguaje
utilizado, el contenido y los marcos de referencia. Esto no es
sorprendente, ya que tienen por objetivo audiencias completamente
diferentes.
Lo que incomoda a los vecinos de Qatar
sobre el canal árabe es su éxito en la creación de una nueva conciencia
política entre los árabes y en el planteamiento de cuestiones como la
justicia social y los derechos humanos. Lo que les resulta más
repugnante es la visión ampliamente difundida, y compartida con el
liderazgo de Qatar, de que antes o después grupos islamistas como los
Hermanos Musulmanes y Hamás llegarán al poder en toda la región, ya sea
mediante elecciones o revolución.
Como esto también
es motivo de preocupación para Israel y muchos otros países en
Occidente, es algo en lo que los vecinos de Qatar se han centrado. Aun
así, Hamás no ha sido mencionado en la lista de exigencias por su
popularidad entre la opinión pública árabe.
Dado que
en las pocas ocasiones en que los países árabes suníes han podido
celebrar elecciones libres y justas los partidos islamistas han sido
habitualmente los ganadores, aunque a menudo no se les permite tomar el
control durante mucho tiempo, la suposición de Qatar de que algún día
llegarán al poder es realista. Pero para sus vecinos, es una herejía.
Los regímenes árabes que persiguen hoy a Qatar –el eje
contrarrevolucionario de la región– son todos vulnerables a ser
derrocados por una revolución popular y sustituidos por grupos
islamistas. Por ello, ver a estos mismos grupos en Al Jazeera
presentados como oposición política legítima y en donde se les permite
agitar por el cambio político, representa una clara amenaza existencial.
El eje contrarrevolucionario gasta una importante cantidad de recursos
demonizando y reprimiendo a muchos de los mismos individuos y grupos
–“terroristas”– a los que Al Jazeera da voz. El problema para ellos es
que Qatar parece estar en el lado correcto de la historia.
Qatar, por supuesto, también es un gobierno autocrático, pero dado que
es tan pequeño y rico, no se aplican las normas habituales. Por eso no
ha mostrado ninguna señal de ceder ante las demandas que se le imponen.
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