Los trabajadores de la subcontrata que trabaja para la hija del presidente de EEUU reciben uno de los salarios mínimos más bajos de toda Asia
Se quejan de abusos verbales, objetivos de producción imposibles, horas extras impagadas y despidos injustos
Los salarios son tan bajos que algunos no pueden vivir junto a sus hijos, mientras colocan etiquetas con precios que equivalen a semanas de trabajo
"No nos gustan las políticas de Donald Trump"
"No lo puedo soportar más"
Horas extra no remuneradas
"La responsabilidad es de ella"
Se quejan de abusos verbales, objetivos de producción imposibles, horas extras impagadas y despidos injustos
Los salarios son tan bajos que algunos no pueden vivir junto a sus hijos, mientras colocan etiquetas con precios que equivalen a semanas de trabajo
Cuando a Alia le contaron la clave de Ivanka para las mujeres trabajadoras recogida en su nuevo libro, se le escaparon las carcajadas. EFE |
La realidad de trabajar en una fábrica haciendo ropa
para la marca de Ivanka Trump ha quedado al descubierto. Los empleados
cuentan que les pagan tan poco que no pueden vivir junto a sus hijos,
que son intimidados para no organizarse en sindicatos y que las mujeres
son premiadas si no piden días libres por la menstruación.
The Guardian
ha hablado con más de una decena de trabajadores de una de las fábricas
de la marca de moda de Ivanka Trump en Subang, Indonesia, donde los
empleados afirman que reciben uno de los salarios mínimos más bajos de
toda Asia. También existen denuncias de objetivos de producción
excesivamente elevados y horas extra solo compensadas esporádicamente.
Las quejas de los trabajadores llegan tan solo una
semana después de que unos activistas desaparecieran tras ser detenidos
por la policía cuando investigaban posibles abusos laborales en una fábrica china que elabora los zapatos de la marca Ivanka Trump.
El grupo de activistas afirmó que había descubierto una serie de
violaciones en la planta, incluyendo salarios por debajo del mínimo
legal en China, jefes que abusan verbalmente de sus trabajadores y
"violaciones de los derechos de las mujeres".
En la
fábrica de Indonesia, las quejas son similares, aunque los salarios que
reciben los empleados son mucho más bajos. A continuación observamos la
vida dentro de esta fábrica a través de entrevistas con los
trabajadores. Todos han pedido que se modifiquen sus datos personales
para no perder el trabajo.
"No nos gustan las políticas de Donald Trump"
Alia es una auténtica obrera. Ha trabajado en fábricas desde que dejó
el instituto, de forma intermitente, incluso tras el nacimiento de sus
dos hijos. Ahora hace ropa para marcas como la de Ivanka Trump en la
Fábrica Industrial de Ropa PT Buma, en Subang, Java Occidental.
Desde que se casó con Ahmad, al menos uno de los dos ha estado siempre
empleado. Pero aun así, explica Alia, nunca consiguen finiquitar sus
deudas. En su lugar, lo que tiene para enseñar tras años de trabajo en
PT Buma son dos habitaciones en una sucia pensión alquiladas por 27
euros al mes y decoradas con decenas de fotografías de sus hijos, porque
la pareja no puede ni soñar con tener el dinero suficiente como para
tenerlos en casa. Los hijos viven con su abuela, a varias horas de
distancia en motocicleta y solo ven a sus padres un fin de semana al
mes, cuando pueden permitirse la gasolina.
Alia
recibe el salario mínimo legal de su provincia: 2,3 millones de rupias
(154 euros). Este mínimo legal está entre los más bajos de Indonesia, y
es un 40% más bajo que en las fábricas chinas, otra de las fuentes de
producción de la marca de Ivanka Trump.
PT Buma, una
empresa de ropa coreana, empezó a trabajar en Indonesia en 1999 y es una
de las proveedoras de G-III Apparel Group, uno de los fabricantes al
por mayor para destacadas marcas de moda, incluida la ropa de la hija
del presidente estadounidense.
Muchos trabajadores de
Buma saben quién es Ivanka. Hace alrededor de un año, Alia empezó a ver
como aparecían sus etiquetas en las prendas de ropa. Ahmad, que también
trabaja en la industria de ropa local y que como su mujer y la mayoría
de los trabajadores en la planta PT Buma es un musulmán concienzudo,
afirma: "No nos gustan las políticas de Donald Trump". Ahmad ha seguido
en televisión las noticias del llamado veto migratorio musulmán. "Pero
no estamos en una posición como para tomar decisiones de trabajo basadas
en nuestros principios", explica.
Cuando a Alia le contaron la clave de Ivanka para las mujeres trabajadoras recogida en su nuevo libro,
se le escaparon las carcajadas. Su idea de conciliar vida laboral y
personal, afirma, sería poder ver a sus hijos más de una vez al mes.
Actualmente hay 2.759 trabajadores en Buma, de acuerdo con la oficina
regional de fuerza laboral, de los cuales el total de afiliados
a sindicatos es de 200, divididos en dos sindicatos. Para la mayoría de
los trabajadores de Buma al margen de sindicatos, su trabajo es una
adversidad cotidiana que soportar. En torno a tres cuartas partes de los
empleados son mujeres, muchas son madres y varias, como Alia, dedican
prácticamente todos sus ingresos a los hijos con los que no se pueden
permitir vivir.
"No lo puedo soportar más"
Sita, de 23 años, es una de esas trabajadoras. Tuvo que dejar la
universidad cuando sus padres enfermaron y empezó a trabajar en Buma el
año pasado. Sita cuenta a the Guardian que su
contrato se acabará pronto, tras siete meses de trabajo. "Es una de las
formas de la compañía para lidiar con los costes", cuenta. Como
contratada por obra y servicio, no recibirá ninguna indemnización. "No
lo puedo soportar más. Trabajo a diario horas extra sin cobrar y sigo
ganando solo 2,3 millones de rupias al mes (154 euros). Estoy pensando
en mudarme de Subang, donde el salario mínimo es demasiado bajo. Pero no
sé todavía dónde ir. No tengo contactos".
Pero para
algunos, la posibilidad de tener un trabajo y una remuneración, por
pequeña que sea, es motivo de cierta satisfacción. Eka, una madre
soltera en sus 30 con dos hijos, ha pasado siete años en Buma. "Me sigue
gustando mi trabajo. No es demasiado duro", cuenta a the Guardian.
Yuma, una joven soltera, explica: "Me alegro de estar trabajando ahora
en Buma porque mis padres son campesinos y es un trabajo muy cansado.
Aquí por lo menos hay aire acondicionado".
Los
trabajadores parecen tipificar al trabajador medio que hace la ropa de
Ivanka Trump en Indonesia. No se abusa de ellos de forma flagrante, pero
están en una situación tan alejada de la marca Mujeres que trabajan,
de la hija del presidente, que les es imposible imaginar una situación
donde cualquiera pudiese llevar los vestidos que están tejiendo. Ivanka
Trump dejó de dirigir su marca en enero, aunque todos los productos
siguen llevando su nombre en la etiqueta.
Las mujeres
que son trabajadoras indefinidas en la fábrica Buma obtienen ciertas
concesiones: baja por maternidad remunerada de tres meses (normalmente
repartida en seis semanas de embarazo y seis semanas tras el parto),
seguro médico obligatorio y un bonus mensual de nueve euros si no se
toman el día por menstruación.
Horas extra no remuneradas
Estas informaciones sobre la fábrica Buma parecen típicas también de
otras fabricas de Java Occidental, cuenta Andriko Otang, del Centro de
Derechos de los Sindicatos de Indonesia. "Es muy común utilizar
objetivos de producción no realistas para justificar horas extras no
remuneradas".
De acuerdo con una fotografía de un horario que un trabajador enseñó a the Guardian,
los objetivos de producción, desglosados por cada media hora entre las
siete de la mañana y las cuatro de la tarde, son de entre 58 y 92 piezas
por periodo. Sin embargo, los números reales de producción están entre
27 y 40.
"La dirección nos quita las tarjetas de
identificación a las cuatro para no poder demostrar nada", cuenta
Wildan, un trabajador de 25 años. Siete trabajadores afirman haber
recibido abusos verbales, recibiendo insultos como "animal, idiota o
mono". Otang señala que esto también es bastante común.
Además, Buma también tiene un patrón de comportamiento de despedir a
trabajadores justo antes de Ramadán y volviéndoles a contratar un mes
después, para evitar pagar un "bonus de vacaciones religiosas", según
cuentan varios trabajadores. La legislación indonesia dicta que todos
los trabajadores se merecen un bonus de vacaciones de acuerdo a su
religión, que se calcula por lo menos como un mes de salario o más,
dependiendo de la antigüedad del trabajador. En mayo de 2017 hubo unos
290 despidos antes de Ramadán, según informa Toto Sunarto, líder del
sindicato SPSI en Subang.
"La responsabilidad es de ella"
Indonesia es el país asiático en el que más brecha existe entre los
altos y bajos salarios de los trabajadores poco cualificados en el
sector de la ropa, según la Organización Internacional del Trabajo.
Ninguno de los trabajadores con los que habló the Guardian
había recibido nunca un aumento por buen rendimiento, solo los
designados por el gobierno federal. Y eso que algunos
llevaban trabajando en la fábrica siete años.
"Tienes
que evaluar los salarios mínimos en el contexto del país en sí mismo y,
en ese contexto, no es un salario que permita vivir", asegura David
Welsh, director de Solidarity Center en Indonesia y Malasia. "Dada la
disparidad de salarios en toda Indonesia, vemos cómo se repite la
tendencia de que cada vez más fábricas están migrando a jurisdicciones
en las que se paga menos... cuyos términos los dictan deliberadamente
las marcas occidentales".
Ninguno de los trabajadores
que no pertenecen a sindicatos comentaron su deseo de unirse a uno; en
general, porque tienen miedo a ser despedidos y por un sentimiento
general de que su trabajo no es tan malo. Sita cuenta que trabajaba
"voluntariamente" horas extra todos los días porque nunca lograba
cumplir los objetivos.
"No me sorprende que en una
fábrica como esta haya trabajadores de base que no tienen claros cuáles
son sus derechos y qué dice la ley en términos de salarios y derechos",
comenta Jim Keady, un activista por los derechos laborales que ha
trabajado intensamente en Indonesia. "Pero estos salarios de pobreza –y
yo los llamaría así– solo por el hecho de que algo sea legal no
significa que sea moral".
"La responsabilidad es de Ivanka", dice Keady. "Es su nombre el que está en esas prendas. Sin ella no habría marca".
Carry Somers, fundadora de la organización sin ánimo de lucro Fashion
Revolution, comenta: "Ivanka Trump afirma ser el gran ejemplo para las
Mujeres Trabajadoras ( Women Who Work
en el texto original, que corresponde al título de su último libro),
pero claramente no tiene en cuenta a las mujeres que trabajan para ella
en fábricas de todo el mundo".
En marzo, Indonesia
fue desafiada por el presidente Donald Trump por tener una balanza poco
favorable con EEUU. El presidente cuestionó el superávit de 13.000
millones de dólares del año pasado y prometió penalizar a los
"importadores extranjeros que defraudan".
Las
ganancias de la marca de Ivanka han fluctuado enormemente durante el año
pasado. Durante la campaña de su padre, las ventas netas de su marca
incrementaron por casi 18 millones de dólares –de enero de 2016 hasta
enero de 2017–, según los datos de G-III. Pero en los últimos meses,
diferentes grandes almacenes han retirado su marca y G-III discretamente
ha reetiquetado parte de la mercancía de Ivanka Trump bajo una marca
diferente, Adrienne Vitadini.
Hepi Absulmanaf, una autoridad en el Ministerio de Trabajo local, dice
sentirse halagado por la conexión con Trump. "Se trata de una prueba de
que los bienes indonesios son lo suficientemente buenos para el mundo.
Ojalá estas prendas de calidad se conviertan en algo por lo que
Indonesia sea conocida".
Mientras tanto, la palabra
"deuda" es una letanía frecuente entre los trabajadores de Buma. "Nunca
podemos pensar en pagarlas del todo", asegura Alia. El coste de la leche
de fórmula para bebés, de los libros escolares o una visita familiar
pueden poner a esos trabajadores al límite cada mes.
Fadli, un hombre joven que trabaja en el almacén de la fábrica, ve todos
los precios en las etiquetas de las prendas que prepara para los envíos
rumbo a EEUU. "Estoy orgulloso de trabajar para una marca conocida.
Pero, viendo los precios en las etiquetas, me pregunto si no nos podrían
pagar un poco más".
The Guardian
contactó con PT Buma para comentar las conclusiones a las que llega
este artículo. Un portavoz contestó que ni ella, ni nadie en Buma
Jakarta ni tampoco en Buma Subang querían hacer comentarios.
G-III Apparel, que se convirtió en proveedor exclusivo de la marca de Ivanka Trump en 2012 contestó a the Guardian
a través de un comunicado: "G-III Apparel Group, Ltd. Está comprometido
con el cumplimiento legal y ético de las prácticas empresariales en
nuestras operaciones en todo el mundo; esperamos y exigimos lo mismo de
todos nuestros socios comerciales. Controlamos e inspeccionamos las
plantas de producción de nuestros proveedores cuando se producen
problemas y trabajamos con nuestros socios para solucionarlos
rápidamente".
The Guardian
también contactó con la Casa Blanca para hacer comentarios. Nadie ha
respondido al llamamiento cuando el artículo fue publicado. La compañía
de relaciones públicas de la marca de Ivanka Trump también rechazó hacer
cualquier comentario.
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