La mayoría de ustedes, queridos lectores del Handesblatt, tendrán una idea preconcebida sobre aquello de lo que tratará este artículo antes siquiera de haberlo leído. Les ruego que no sucumban a semejantes preconcepciones. El prejuicio no ha sido nunca una buena guía, especialmente durante periodos en los que una crisis económica refuerza estereotipos y genera ignorancia, nacionalismo e incluso violencia.
 En 2010 el estado griego dejó de ser 
capaz de pagar sus deudas. Desafortunadamente, los responsables europeos
 decidieron fingir que el problema podría ser superado mediante el mayor
 préstamo de la historia bajo la condición de una austeridad fiscal que,
 con precisión matemática, hundiría los ingresos nacionales que 
permitían el pago tanto de la anterior como de la nueva deuda. Así, un 
problema de insolvencia se resolvió como si fuese un caso de falta de 
liquidez.
En 2010 el estado griego dejó de ser 
capaz de pagar sus deudas. Desafortunadamente, los responsables europeos
 decidieron fingir que el problema podría ser superado mediante el mayor
 préstamo de la historia bajo la condición de una austeridad fiscal que,
 con precisión matemática, hundiría los ingresos nacionales que 
permitían el pago tanto de la anterior como de la nueva deuda. Así, un 
problema de insolvencia se resolvió como si fuese un caso de falta de 
liquidez.
En otras palabras, Europa adoptó las 
tácticas de los peores banqueros, quienes se niegan a reconocer 
préstamos equivocados y prefieren conceder otros nuevos a la entidad 
insolvente, de manera que puedan fingir que el préstamo original está 
funcionando, cuando realmente lo que se logra es extender la bancarrota 
en el futuro. No se necesitaba más que sentido común par ver que la 
aplicación de la táctica de “prolongar y fingir” llevaría a mi país a un
 estado trágico. Así, en lugar de la estabilización de Grecia, Europa 
estaba creando las circunstancias para una crisis retroalimentada que 
socava los cimientos de Europa misma.
Mi partido, y yo personalmente, nos 
opusimos frontalmente al préstamo de mayo de 2010 no porque ustedes, 
ciudadanos de Alemania, no nos dieran suficiente dinero, sino porque nos
 daban demasiado, mucho más de lo que debieran haber concedido, y 
nuestro gobierno aceptó más, mucho más de lo que tenía derecho a 
aceptar. Dinero que, en todo caso, ni ayudó al pueblo griego (que estaba
 siendo arrojado al agujero negro de la deuda insostenible) ni atajó el 
crecimiento desmedido de la deuda nacional, y todo con un gran costo 
para los contribuyentes griegos y alemanes.
De hecho, incluso antes de que pasara un
 año ya había ocurrido y, desde antes de 2011 y en adelante, nuestras 
predicciones se confirmaron. La combinación de nuevos y gigantescos 
préstamos con asfixiantes recortes en el gasto público no solamente no 
lograron controlar la deuda, sino que además castigaron a los ciudadanos
 más débiles, convirtiendo a personas que hasta entonces habían vivido 
una existencia mesurada y modesta, en pobres y mendigos, negándoles, 
sobre todas las cosas, su dignidad. El colapso de ingresos provocó la 
ruina de miles de empresas, reforzando el poder oligopólico de las 
grandes firmas supervivientes. Así, los precios han ido cayendo, pero 
más lentamente que nóminas y salarios, deprimiendo la demanda de bienes y
 servicios, y destrozando los ingresos nominales mientras la deuda 
continuaba con su crecimiento inexorable. En este escenario, el déficit 
de esperanza se aceleró incontrolablemente, antes de que pudiésemos 
darnos cuenta, el “huevo de la serpiente” eclosionó, con el resultado de
 bandas neonazis patrullando nuestros barrios, difundiendo su mensaje de
 odio.
A pesar del fracaso evidente de la 
lógica de “extender y fingir”, esta todavía se ha seguido 
aplicando hasta hoy. El segundo “rescate” griego, aplicado en la 
primavera de 2012, añadió otro enorme préstamo sobre los debilitados 
hombros de los contribuyentes griegos, pulverizando nuestra reserva de 
la seguridad social y financiando una despiadada nueva cleptocracia.
Reputados analistas han hecho referencia
 recientemente a la estabilización de Grecia, incluso a signos de 
crecimiento. Por desgracia, la “griecuperación” es un espejismo que 
debemos evitar lo antes posible. El reciente y modesto crecimiento real 
del PIB, en el entorno del 0,7% no señala el fin de la recesión (como ha
 sido proclamado) sino, más bien, su continuación. Piénsenlo: Las mismas
 fuentes oficiales dan, para el mismo cuatrimestre, un índice de 
inflación de -1,80%. Esto es, deflación. ¡Lo que significa que el 
crecimiento del 0,7% del PIB real se debe a un índice de crecimiento 
negativo del PIB nominal! En otras palabras, lo que ha ocurrido es que 
los precios disminuyen más rapidamente que el ingreso nacional nominal. 
¡No es exactamente una causa para proclamar el fin de seis años de 
recesión!
Permítanme que les diga que este 
lamentable intento de crear una nueva versión de las “estadísticas 
griegas”, con el objetivo de declarar terminada la actual crisis de 
Grecia, es un insulto para todos los europeos que, por lo menos, se 
merecen la verdad acerca de Grecia y de Europa. Seré franco: la deuda 
griega es insostenible actualmente y nunca será devuelta, especialmente 
cuando Grecia está siendo sometida a una constante asfixia fiscal. La 
insistencia en estas políticas sin salida, y en la negación de la simple
 aritmética, le cuesta al contribuyente alemán muchísimo, mientras, al 
mismo tiempo, condena a una orgullosa nación europea a la indignidad 
permanente. Y lo que es peor: a este ritmo, más pronto que tarde, los 
alemanes irán contra los griegos, los griegos contra los alemanes y, de 
manera poco sorprendente, el ideal europeo sufrirá fallas catastróficas.
Alemania, y en particular los esforzados
 trabajadores alemanes no tienen nada que temer de la victoria de 
SYRIZA. Nuestro objetivo no es enfrentarnos a nuestros socios. No es 
asegurar préstamos más grandes o, equivalentemente, mayores déficits. 
Nuestro objetivo es, más bien, la estabilización del país, presupuestos 
equilibrados y, por supuesto, dejar de exprimir a los contribuyentes 
griegos en el marco de un préstamo que es, simplemente, impagable. 
Estamos comprometidos a terminar con la lógica de “extender y fingir”, 
pero no contra los ciudadanos alemanes, sino desde una visión de 
ventajas mutuas para todos los europeos.
Estimados lectores, entiendo que tras 
su “demanda” de que nuestro gobierno cumpla con todas las “obligaciones 
contractuales”, se esconde el miedo de que si ustedes nos dejan a los 
griegos un poco de espacio para recuperarnos, volvamos a las viejas y 
malas costumbres. Reconozco y respeto esta preocupación. Sin embargo, 
déjenme decirles que no fue SYRIZA la que incubó la cleptocracia que hoy
 finge suspirar por “reformas”, siempre y cuando dichas “reformas” no 
afecten sus mal habidos privilegios Estamos preparados y deseamos 
introducir reformas profundas, para las que buscamos el mandato de los 
electores, naturalmente en colaboración con nuestros socios europeos.
Una gran oportunidad para Europa está a punto de nacer en Grecia el 25 de enero. Una oportunidad que Europa no puede permitirse perder.
Fuente: http://iniciativadebate.org/2015/01/30/carta-abierta-de-alexis-tsipras-a-los-alemanes-lo-que-nunca-les-dijeron-sobre-grecia
 
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