domingo, 16 de marzo de 2014

La mirada insoportable

La revista ¡HOLA! exige la retirada de la revista satírica Mongolia por vulneración de marca.  De ser así, ¡HOLA! habría estado más preocupada por proteger su marca y habría interpuesto más demandas

Retrato de Myra Hindley, de Marcus Harvey
 Hace unos años la exposición de arte contemporáneo Sensation, de la colección Saatchi, dio la vuelta al mundo. Durante un tiempo, las obras de Damien Hirst, los hermanos Chapman, y Tracey Emin, entre otros, pudieron verse en Londres, Berlín y Nueva York. Más de uno se acordará de ello: el tiburón en formol, los cuerpos desmembrados, la cama deshecha, y diversas obras más que se convirtieron en esenciales para entender lo que se conoció como el Young British Art. Años después, todos ellos son figuras importantes del arte contemporáneo británico, e incluso han sido criticados por lo que el estudioso Julian Stallabrass definió como Arte Lite, o arte vacuo. Charles Saatchi, dueño de la colección, se forró, los artistas también, y mucha gente adquirió postales con el tiburón, inmóvil, sumergido en su tanque azul.

Pero en el Reino Unido, muchos aún se acuerdan de la polémica que causó Sensation en su apertura. Un cuadro, en concreto, logró conmocionar a una gran parte de espectadores: Myra, de Marcus Harvey, un retrato ampliado de la ficha policial de la asesina Myra Hindley, sufrió daños en varias ocasiones por parte del público. El cuadro tuvo que ser protegido por una pantalla de metacrilato, y más adelante custodiado por guardas de seguridad, mientras durara la exposición, porque varias personas habían intentado atacarla de nuevo. ¿Qué causaba tal horror a la gente? La respuesta la encontraba uno al acercarse al cuadro. La obra de Marcus Harvey ampliaba la famosa ficha policial de Hindley hasta que, en apariencia, se desdibujaba, se pixelaba. Pero al observar detenidamente esos píxeles, uno se daba cuenta de que la obra en realidad se componía de huellas de manos diminutas. El cuadro, pues, estaba hecho de manos infantiles. Teniendo en cuenta que Myra Hindley y su novio Ian Brady habían sido condenados de por vida por el abuso sexual y asesinato de al menos cinco menores, la contraposición resultaba chocante. Myra se había convertido, con los años, en una medusa atroz, el rostro del terror inexplicable, ahora fantasmagóricamente ampliado.

La reacción era comprensible, claro, pero la censura de la exposición —como pretendía la madre de una de las víctimas de Brady y Hindley— injustificable. Pese a todo, cuatro miembros de la Royal Academy —dónde se exihibía el cuadro—, dimitieron, para intentar acallar las quejas. Varios casos de muertes de niños a manos de pedófilos en el Reino Unido en ese momento ayudaron a crear un clima de histeria mediática que generó una gran atención al cuadro pero también hizo peligrar la continuidad de la exposición.
¿Y a qué viene esto?
La portada de Revista Mongolia La revista ¡HOLA! exige la retirada de la revista satírica Mongolia de los quioscos, el cese de su comercialización y la destrucción de su stock, entre otras demandas. Se argumenta la vulneración de la marca, pero resulta cuanto menos pecar de inocencia ajustarse a esta afirmación. De ser así, ¡HOLA! habría estado más preocupada por proteger su marca en otras ocasiones, y habría interpuesto demandas contra la infinidad de quioscos y copisterías que utilizan una imitación de la revista para anunciar enlaces, bodas, bautizos y comuniones, por ejemplo. Pero no.

De la misma manera que un espectador puede sentir que su sensibilidad es atacada con la mirada aterradora de Myra Hindley, habrá a quien le moleste la sugestiva imagen de la Infanta, y, de rebote, la implicación a la revista del corazón. Habrá a quien le resulte insoportable, incluso. Pero sería inocente de nuevo pensar que es por lo que apunta sobre los escándalos financeros en los que se ha visto envuelta —imputada— Cristina de Borbón. Lo insoportable se convierte aquí, literalmente, en aquello que no debe ser soportado, aquello que debe ser borrado. Aquello a aniquilar. Cuando en realidad lo que demostró el cuadro de Myra es que lo insoportable, en ocasiones, resulta ser así porque es un reflejo malintencionado. De uno mismo.


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