Julian Assange es sacado a rastras de la embajada de Ecuador en Londres por agentes británicos. |
Cientos de periodistas de todo el mundo –desde
Estonia a Namibia y de Islandia a Bangladesh– han unido sus voces y sus
plumas en una declaración internacional en defensa del fundador de
Wikileaks, Julian Assange, quien lleva desde abril confinado en
solitario en la cárcel de alta seguridad londinense de Belmarsh tras
haber permanecido casi siete años recluido en la Embajada de Ecuador en
Londres.
Assange está a la espera del juicio en
febrero que debe decidir sobre la solicitud de extradición cursada por
EEUU, donde es acusado de "conspiración" para infiltrarse en sistemas
informáticos gubernamentales y podría ser condenado a 175 años de prisión, por haber difundido
–a través de la plataforma de filtraciones Wikileaks– miles de
documentos militares estadounidenses de Afganistán e Irak y cables
diplomáticos del Departamento de Estado de EEUU. Los Diarios de la Guerra demostraron que el Gobierno de Estados Unidos había engañado a la opinión pública sobre sus actividades en Afganistán e Irak y había cometido crímenes de guerra.
WikiLeaks se asoció con un gran número de medios de comunicación de todo el mundo que reeditaron los Diarios de la guerra y los cables diplomáticos. Asimismo, Público participó como medio colaborador en las filtraciones de Wikileaks desde 2012 hasta 2016 en virtud de un M.O.U. de exclusividad rubricado entre Assange y el entonces director de este diario, Carlos Enrique Bayo, también firmante de la declaración internacional que ahora se difunde.
Las acciones legales en marcha contra Assange
sientan un precedente extremadamente peligroso para periodistas y medios
de comunicación y para la libertad de prensa. Así lo proclama esta
declaración internacional, que incluye una cita del Relator Especial de
las Naciones Unidas sobre la Tortura, Nils Melzer, quien investigó el
caso:
"Finalmente
me di cuenta de que me había cegado la propaganda y de que Assange
había sido sistemáticamente calumniado con el fin de desviar la atención
de los crímenes que había denunciado. Después de haber sido
deshumanizado mediante el aislamiento, el ridículo y la vergüenza, al
igual que las brujas que solíamos quemar en la hoguera, fue más fácil
privarlo de sus derechos más fundamentales sin provocar la indignación
de la opinión pública mundial. De este modo se está sentando un precedente legal por la puerta trasera de nuestra propia autocomplacencia, que en el futuro puede aplicarse y será aplicado también a las revelaciones que publiquen The Guardian, The New York Times y ABC News”.
Igual, claro está, que podrá ser aplicado a los
medios de comunicación del mundo entero, que han reaccionado rápidamente
sumando en este fin de semana al menos 509 firmas de los más
prestigiosos reporteros, editores, directores y periodistas de
investigación de todo el planeta; incluso de célebres whistleblowers (alertadores o denunciantes) como Daniel Ellsberg, quien fuera la fuente de la filtración a 17 periódicos de los Papeles del Pentágono, clasificados top secret.
Los impulsores de la iniciativa internacional se
dirigen a sus colegas periodísticos de todo el mundo mediante una carta
que comienza así:
Julian Assange, editor de Wikileaks, ha sido
acusado en virtud de la Ley de Espionaje de Estados Unidos por publicar
los diarios de guerra de Afganistán e Irak y los cables del Departamento
de Estado, documentos importantes que muchos de nosotros utilizamos y ayudamos a publicar en todo el mundo.
Este hecho sienta un precedente extremadamente peligroso para los periodistas, los medios de comunicación y la libertad de prensa. No queremos permanecer en silencio en este momento.
Invitamos a todos los periodistas y personas que
desempeñan funciones relacionadas con el periodismo a ser parte de esta
declaración global en defensa de Julian Assange. Por favor, lee la
siguiente declaración, que explica por qué necesitamos pronunciarnos. Puedes firmarla aquí. (en inglés)
"En el núcleo del principio de la libertad de expresión"
En la declaración internacional por la defensa de Assange, los periodistas de decenas de países proclaman:
Nosotros, periodistas y organizaciones
periodísticas de todo el mundo, expresamos nuestra profunda preocupación
por el bienestar de Assange, por su detención continuada y por las
draconianas acusaciones de espionaje contra él.
Este caso se sitúa en el núcleo del principio de
la libertad de expresión. Si el Gobierno de Estados Unidos puede
procesar a Julian Assange por publicar documentos clasificados, despejará el camino para que los gobiernos enjuicien a periodistas en cualquier parte del mundo,
lo cual sentaría un peligroso precedente para la libertad de prensa a
nivel mundial. Acusar de espionaje a quienes publican materiales
proporcionados por filtradores es también una novedad que debería
encender las alarmas de todos los periodistas y medios de comunicación.
En una democracia, deben poder revelar crímenes de guerra y casos de tortura y abuso sin tener que ir a la cárcel. Ése
es, precisamente, el papel de la prensa en una democracia. A partir del
momento en que los gobiernos tienen la capacidad de utilizar las leyes
de espionaje contra periodistas y medios de comunicación, estos se ven
privados de su forma tradicional y más importante de defenderse – de
actuar en interés público –, que la Ley de Espionaje no permite ejercer.
Antes
de ser trasladado a la prisión de Belmarsh, Assange pasó más de un año
en arresto domiciliario y siete en la embajada de Ecuador en Londres,
donde se le había concedido asilo político. En todo ese tiempo sufrió
graves violaciones de sus derechos humanos, incluyendo el espionaje de
sus conversaciones, protegidas por el secreto profesional, por parte de
organizaciones a las órdenes directas de agencias estadounidenses. Los
periodistas que le visitaban fueron sometidos a vigilancia constante. Se
le restringió el acceso a la defensa legal y a atención médica, y se le
privó de recibir la luz del sol y hacer ejercicio físico. En abril
de 2019, el Gobierno de Lenín Moreno permitió a agentes de policía del
Reino Unido entrar en la embajada y detener a Assange. Desde entonces se
encuentra en aislamiento durante 23 horas al día y, según quienes lo
han podido visitar, está “fuertemente medicado”. Su salud mental y
física se ha deteriorado gravemente.
Ya en 2015 el Grupo de Trabajo sobre la
Detención Arbitraria de la ONU (ACNUDH) dictaminó que Assange había sido
detenido de forma arbitraria y privado de su libertad, y exigió su
liberación e indemnización. En mayo de 2019, el ACNUDH reiteró su preocupación y pidió que se le devolviera su libertad personal.
Hacemos responsables a los gobiernos de
Estados Unidos, Reino Unido, Ecuador y Suecia de la violación de
derechos humanos que ha sufrido el señor Assange.
Julian
Assange ha hecho una destacada contribución al periodismo de interés
público, la transparencia y la responsabilidad gubernamental en todo el
mundo. Ha sido señalado y procesado por publicar información que nunca
debería haberse ocultado a la opinión pública. Su trabajo fue reconocido
en 2011 por el Premio Walkley por Contribución Destacada al Periodismo, el Premio Martha Gellhorn de Periodismo, el Premio Índice de Censura, el New Media Award de The Economist, el New Media Award de Amnistía Internacional y el Premio Gavin MacFayden de 2019, entre muchos otros. WikiLeaks también fue nominado en 2015 para el Premio Mandela de la ONU y siete veces para el Premio Nobel de la Paz (de 2010 a 2015 y en 2019).
La información sobre abusos y delitos
proporcionada por Assange tiene una importancia histórica, como también
la han tenido las contribuciones de informantes como Edward Snowden, Chelsea Manning y Reality Winner, que en la actualidad se encuentran en el exilio o en la cárcel. Todos
ellos han sufrido implacables campañas de difamación emprendidas por
sus adversarios, las cuales a menudo han conducido a la publicación de
informaciones periodísticas erróneas y a la ausencia de atención y
cobertura mediática sobre su difícil situación. La vulneración
sistemática de los derechos de Julian Assange durante los últimos nueve
años ha llamado la atención y activado las protestas del Comité para la Protección de los Periodistas, la Federación Internacional de Periodistas
y las principales organizaciones de derechos humanos. Sin embargo, en
el debate público se ha producido una normalización maliciosa de cómo ha
sido tratado.
En el momento de escribir estas líneas, la
declaración ya ha sido rubricada por eminentes personalidades mundiales
de la comunicación como Noam Chomsky, del MIT; Mark Lee Hunter, fundador del Global Investigative Journalism Network; Giannina Segnini, directora de la Escuela de Periodismo de Columbia; Elena Vinogradova, directora de la plataforma rusa Open Media; Serena Tinari, presidenta de la plataforma suiza Investigativ.ch; Anthony Bellanger, secretario general de la Federación Internacional dee Periodistas (IFJ), y muchos más.
Igualmente, figuran entre sus firmantes los más
destacados periodistas de investigación de muchos de los grandes medios
de comunicación de los cinco continentes.
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