Infantes de Marina estadounidenses observan una nave iraní en el estrecho de Ormuz. / Reuters |
Los ejércitos de Irán, Rusia y China iniciaron el
viernes unas insólitas maniobras navales de cuatro días de duración en
el océano Índico y en el golfo de Omán, las puertas que conducen al
golfo Pérsico, por donde circula la quinta parte del petróleo que se
consume en el mundo. Tanto Rusia como China mantienen estrechos vínculos
con Teherán, pero también con Arabia Saudí, que no se circunscriben al dominio comercial y energético.
La participación de sus tropas en estos
ejercicios confirma de manera diáfana que China no tiene únicamente
intereses comerciales en Oriente Próximo, para disgusto de EEUU.
Washington ha hecho saber de manera inequívoca en los últimos años a
distintos países de la región, incluido Israel, que no ve con buenos
ojos la penetración de la superpotencia asiática en países que hasta
hace poco giraban en la órbita exclusiva de EEUU.
Un portavoz chino dijo el jueves lacónicamente que las
maniobras, que contarán con la participación un destructor de ese país y
tres barcos rusos, constituyen un “intercambio militar normal” que “no está relacionado necesariamente con la situación regional”,
en una aparente alusión a las duras sanciones impuestas por Estados
Unidos una vez el presidente Donald Trump abandonó el acuerdo nuclear
con Teherán firmado por Barack Obama en 2015.
En los últimos meses Washington ha advertido
repetidamente a Israel que su colaboración con los chinos, especialmente
en el puerto de Haifa, que desde 2021 estará gobernado por
especialistas chinos, constituye un paso injustificable y peligroso para
la seguridad no solo de EEUU sino también de Israel. Los americanos han
amenazado con prohibir que los buques de la Sexta Flota fondeen en
aguas de ese territorio israelí una vez pase a estar controlado por los
chinos.
Israel se encuentra en una situación apurada. Por un
lado, la avanzada tecnología china que tiene su buque insignia en el
puerto de Shangay es muy apetitosa. La introducción de esa tecnología en
Haifa representará un avance y una eficiencia sin precedentes para la
administración del puerto israelí, así como una reducción importante del
número de trabajadores. Por otra parte, los israelíes son conscientes
del aviso de que los chinos utilizarán su presencia con fines de espionaje.
Pequín
desea llevarse bien con todos los países, hasta hace poco con fines
mayoritariamente comerciales. Hace solo unas semanas se supo que Siria
ha ofrecido a China la participación en grandes proyectos comerciales y
de infraestructuras, una propuesta que se está estudiando en Pequín. En
este caso, el aislamiento que sufre el gobierno de Damasco, impulsado
por EEUU e Israel, ha forzado a los sirios a echar su caña de pescar en
aguas del ávido gigante asiático.
Con respecto a Irán, en agosto pasado el ministro de
Exteriores Javad Zarif visitó Pequín para presentar un programa de
inversiones valorado en 400.000 millones de dólares que suscitó el
interés de los chinos. El plan, acorde con la gigantesca iniciativa
china conocida como 'Un cinturón, un camino', prevé el desarrollo y la
modernización de amplios sectores de la economía y las infraestructuras
iraníes para conectar Asia con Europa.
En lo tocante a Irán, este ambicioso proyecto, del que
inicialmente informó Petroleum Economist, sin duda habría interesado a
los europeos, pero tras la decisión de Trump de abandonar el acuerdo
nuclear, los europeos se han quedado desamparados y a dos velas, incapaces de articular una política exterior (o interior) que sea válida para sus propios intereses.
Una vez descartados los europeos, los chinos han visto en los proyectos
iraníes una oportunidad que no están dispuestos a dejar pasar.
Una expansión con intereses militares
Pero la expansión china, que hasta hace poco era exclusivamente comercial, tiene también colores militares. Pequín planea enviar 5.000 hombres de seguridad a Irán
(un personal privado, aunque lógicamente estará de alguna manera
relacionado con el ejército chino) que en principio garantizarán la
seguridad de los trabajadores chinos pero que en un momento dado podrían
detener un hipotético ataque de EEUU y/o Israel en función de los
lugares donde se despliegue la fuerza.
China está importando casi un millón de barriles de
petróleo iraní al día a precios muy ventajosos, con hasta un 32 por
ciento de descuento. Para sortear las sanciones que la administración
norteamericana impone a los países que importan petróleo de Irán, los
chinos no lo están pagando con dólares sino con monedas de terceros
países que tienen en sus reservas.
Según Global Construction Review, China está
participando en proyectos de desarrollo relacionados con el petróleo y
el gas iraní. Debido al bloqueo impuesto por Trump, los chinos se
han convertido en una especie de monopolio a la hora de proveer
equipamientos en esos sectores. Además, China construirá nuevos
oleoductos y carreteras invirtiendo 120.000 millones de dólares en Irán.
Uno de los oleoductos llevará gas a Turquía, un país que también está
desafiando las sanciones de Washington.
Fuente: https://www.publico.es/internacional/rapida-penetracion-china-oriente-proximo-disgusta-washington.html?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=publico
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