Ilustración de Ester García |
Si aceptamos que lo visible forma parte del ruido y lo invisible se relaciona con el silencio, podríamos convenir en que nunca ha habido más ruido que ahora. Vemos cosas distintas sin parar, muchas nos llegan por vías artificiales y a espasmos, desligadas unas de otras o desmintiéndose mutuamente, pero son cosas que en cualquier caso están ahí y, para millones de personas, eso significa que existen. Si quieres demostrar que algo existe, grábalo. Muéstralo. Ver es la nueva frontera entre lo que existe y lo que no.
Al intentar discernir cuándo se desencadenó definitivamente este jaleo, resulta casi fácil señalar el asentamiento de internet y la proliferación de canales televisivos y soportes tecnológicos con pantalla. El megaboom audiovisual coincidió, precisamente, con los atentados del 11 de septiembre, saturando el globo de banderas, aún más de las ya muchas que había.
En España, esta fiebre "visual" se ha reactivado en los últimos años, y patria ha vuelto a ser una palabra estruendosamente popular. El 84 por ciento de las razas autóctonas españolas está en peligro de extinción. Ochenta y cuatro. Así que, mientras las banderas ondean por todas partes, se deja que los animales del país, una de las marcas de identidad más naturales e indiscutibles que hay, se extingan. Miles de animales que, pronto no se verán.
A escala mundial, en los últimos cuarenta años la Tierra ha perdido el 60 por ciento de las poblaciones animales. Pero las reacciones son pocas. Será que el ruido de las imágenes presuntamente patrióticas oculta las noticias de esta aniquilación. Si vendados por las banderas olvidamos nuestras naturalezas, no llegaremos muy lejos...
Animales invisibles
Gabi Martínez
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