El concepto de “bruja” no ha
dejado de transformarse a lo largo de la historia; desde personajes
mitológicos como Circe, hasta las brujas de Macbeth, las figuras de desnudas sentadas al lado de un cadáver en la pintura de Salvator Rosa, la bruja de cara verde de The Wizard of Oz, o personajes reales como Juana de Arco y las mujeres ejecutadas en Salem y Pendle.
Próximas exhibiciones en el Reino Unido examinarán el imaginario alrededor de la figura de la bruja.
Heather Stewart, directora creativa del British Film Institute —en donde se este otoño se proyectará Häxen (brujería a través de las eras)— afirma
que “parece que en la cultura británica, particularmente en sus
entornos celtas, en los que predominó el paganismo, estaban obsesionados
con brujas”. La última “bruja” conocida fue ejecutada en Escocia en
1727.
Witches & Wicked Bodies,
una exhibición en la Scottish National Gallery of Modern Art, en
Edimburgo, será una de las más amplias fuentes sobre el tema. La muestra
traza las representaciones de las brujas en los lienzos renacentistas
como Goya, Dürer y Lucas Cranach, William Blake en el siglo XIX, y
artistas contemporáneos como Paula Rego y Cindy Sherman.
La figura de la bruja siempre
fue una preocupación en las sociedades antiguas, pero Deanna
Petherbridge, curadora de la muestra, cree que el concepto se propagó a
través de Europa hasta el siglo XV. “La brujería está directamente
ligada a la revolución de la imprenta, no sólo por la difusión de los
textos demonológicos sino también por los pliegos individuales con
impresionantes imágenes de brujería”.
Las cuatro brujas (1497) de Albrecht Dürer, muestra cuatro mujeres paradas en círculo, cuya posición parece imitar a Las Tres Gracias.
La reunión de las brujas
de Hans Mielich refleja la sexualidad pervertida, tan frecuentemente
atribuida a las brujas, con una mujer desnuda blandiendo un gran falo y
con otra mujer levantando su falda con la mano en un gesto lascivo.
Las brujas eran temidas y
repudiadas por su carnalidad y sus emisiones corporales. En varias
representaciones que Goya hizo de las brujas, éstas son mujeres
sexualmente indeterminadas.
La puta de Babilonia
(1809) de Blake, transforma a la bruja en una hechicera más seductora,
con pechos desnudos, y de sexualidad peligrosa. Esta obra hace
referencia al juicio bíblico de “la gran puta…con quien todos los reyes
del mundo han fornicado”. La bruja de Blake sostiene una copa llena de
sus pecados y monta a una diabólica criatura.
En la Edad Media la bruja se
liga estrechamente al dogma religioso. Uno de los textos demonológicos
más leídos, profundamente misógino, Malleus Maleficarum (también conocido como Martillo de las Brujas),
escrito por dos frailes dominicos, fue una guía alemana para los
inquisidores en 1486 y 1487, hizo un gran daño difundiendo pánico a la
brujería. Hoy la bruja puede ser fácilmente concebida como una invención
misógina que fusiona miedo cultural a las mujeres y repulsión. Para ese
fin, la exhibición en Edimburgo ha sido informalmente clasificada como
una historia visual de la misoginia.
Para muchos historiadores del
arte y feministas académicas, estas imágenes de mujeres con una total
desinhibición sexual, corporalidad obscena –que aparecen con las piernas
abiertas, o con elementos masculinos como penes o barbas– provienen
temores antiguos relacionados con el deseo sexual femenino, así como
miedo a su habilidad para imitar características masculinas.
La obra de Goya titulada ¡Linda maestra!
captura perfectamente las preocupaciones alrededor del libido femenino
liberado. El grabado muestra a dos mujeres, desnudas con cuerpos
distendidos y caras marchitas, volando sobre una escoba. El texto de la
cédula correspondiente a esta obra, que se encuentra en el Museo del
Prado, dice: “La escoba es uno de los accesorios más necesarios para las
brujas…algunas veces éstas convertían la escoba en un dildo”.
Los objetos asociados a las
brujas son domésticos, por ejemplo, la escoba, el caldero y las
pociones —que provienen del rol tradicional de las mujeres como
cocineras, curanderas y parteras que requieren conocimientos
especializados de hierbas, los cuales dotan a las mujeres (incluso en
sociedades patriarcales prohibitivas) de un poder único—.
Para el siglo XVIII la figura
de la bruja fue reconstruida en historias infantiles, en donde aparece
como una mujer temible con un sombrero puntiagudo pero sin la amenaza
religiosa o sexual que representó siglos antes.
Actualmente, artistas como
Rego y Kiki Smith han utilizado la figura en formas politizadas. En el
caso de Rego, ilustra la brutalidad de la mutilación genital y a veces
refleja la percepción que se tiene de las mujeres mayores.
La bruja ya no es temida o
condenada, inspira fascinación y refleja deseos oscuros, miedos y una
crueldad impresionante que algún momento fue asociada con las mujeres
más subversivas de la historia.
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