domingo, 18 de diciembre de 2016

La idea de “bruja” y su relación con la condena al libido femenino

El concepto de “bruja” no ha dejado de transformarse a lo largo de la historia; desde personajes mitológicos como Circe, hasta las brujas de  Macbeth, las figuras de desnudas sentadas al lado de un cadáver en la pintura de Salvator Rosa, la bruja de cara verde de The Wizard of Oz, o personajes reales como Juana de Arco y las mujeres ejecutadas en Salem y Pendle.

Próximas exhibiciones  en el Reino Unido examinarán el imaginario alrededor de la figura de la bruja.
Heather Stewart, directora creativa del British Film Institute —en donde se este otoño se proyectará Häxen (brujería a través de las eras)— afirma que “parece que en la cultura británica, particularmente en sus entornos celtas, en los que predominó el paganismo, estaban obsesionados con brujas”. La última “bruja” conocida fue ejecutada en Escocia en 1727.

 Witches & Wicked Bodies, una exhibición en la Scottish National Gallery of Modern Art, en Edimburgo, será una de las más amplias fuentes sobre el tema. La muestra traza las representaciones de las brujas en los lienzos renacentistas como Goya, Dürer y Lucas Cranach, William Blake en el siglo XIX, y artistas contemporáneos como Paula Rego y Cindy Sherman.

La figura de la bruja siempre fue una preocupación en las sociedades antiguas, pero Deanna Petherbridge, curadora de la muestra, cree que el concepto se propagó a través de Europa hasta el siglo XV. “La brujería está directamente ligada a la revolución de la imprenta, no sólo por la difusión de los textos demonológicos sino también por los pliegos individuales con impresionantes imágenes de brujería”.

Las cuatro brujas (1497) de Albrecht Dürer, muestra cuatro mujeres paradas en círculo, cuya posición parece imitar a Las Tres Gracias.

las4brujas

 La reunión de las brujas de Hans Mielich refleja la sexualidad pervertida, tan frecuentemente atribuida a las brujas, con una mujer desnuda blandiendo un gran falo y con otra mujer levantando su falda con la mano en un gesto lascivo.

Las brujas eran temidas y repudiadas por su carnalidad y sus emisiones corporales. En varias representaciones que Goya hizo de las brujas, éstas son mujeres sexualmente indeterminadas.

La puta de Babilonia (1809) de Blake, transforma a la bruja en una hechicera más seductora,  con pechos desnudos, y de sexualidad peligrosa. Esta obra hace referencia al juicio bíblico de “la gran puta…con quien todos los reyes del mundo han fornicado”. La bruja de Blake sostiene una copa llena de sus pecados y monta a una diabólica criatura.

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 En la Edad Media la bruja se liga estrechamente al dogma religioso. Uno de los textos demonológicos más leídos, profundamente misógino, Malleus Maleficarum (también conocido como Martillo de las Brujas), escrito por dos frailes dominicos, fue una guía alemana para los inquisidores en 1486 y 1487, hizo un gran daño difundiendo pánico a la brujería. Hoy la bruja puede ser fácilmente concebida como una invención misógina que fusiona miedo cultural a las mujeres y repulsión. Para ese fin, la exhibición en Edimburgo ha sido informalmente clasificada como una historia visual de la misoginia.

Para muchos historiadores del arte y feministas académicas, estas imágenes de mujeres con una total desinhibición sexual, corporalidad obscena –que aparecen con las piernas abiertas, o con elementos masculinos como penes o barbas– provienen temores antiguos relacionados con el deseo sexual femenino, así como miedo a su habilidad para imitar características masculinas.

La obra de Goya titulada ¡Linda maestra! captura perfectamente las preocupaciones alrededor del libido femenino liberado. El grabado muestra a dos mujeres, desnudas con cuerpos distendidos y caras marchitas, volando sobre una escoba. El texto de la cédula correspondiente a esta obra, que se encuentra en el Museo del Prado, dice: “La escoba es uno de los accesorios más necesarios para las brujas…algunas veces éstas convertían la escoba en un dildo”.

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 Los objetos asociados a las brujas son domésticos, por ejemplo,  la escoba, el caldero y las pociones —que provienen del rol tradicional de las mujeres como cocineras, curanderas y parteras que requieren conocimientos especializados de hierbas, los cuales dotan a las mujeres (incluso en sociedades patriarcales prohibitivas) de un poder único—.

Para el siglo XVIII la figura de la bruja fue reconstruida en historias infantiles, en donde aparece como una mujer temible con un sombrero puntiagudo pero sin la amenaza religiosa o sexual que representó siglos antes.

Actualmente, artistas como Rego y Kiki Smith han utilizado la figura en formas politizadas. En el caso de Rego, ilustra la brutalidad de la mutilación genital y a veces refleja la percepción que se tiene de las mujeres mayores.

La bruja ya no es temida o condenada, inspira fascinación y refleja deseos oscuros, miedos y una crueldad impresionante que algún momento fue asociada con las mujeres más subversivas de la historia.



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