Según cuenta Rodríguez Carracido, en la Academia Escolar de Medicina de Santiago de Compostela se celebró una sesión, en el salón artesonado de Fonseca, sobre los fundamentos de la teoría de la evolución. La dio, en 1872, un joven catedrático de la universidad, Augusto González Linares (1845-1904), bien recibido, en principio por su buen trato social y su capacidad oratoria, aunque algunos detalles de su indumentaria y, sobre todo, las doctrinas difundidas en sus clases avivaron la censura de los más triadicionalistas.
En la conferencia se ocupó de la evolución en varios linajes naturales sin excluir al hombre. El ambiente se caldeó con aplausos y abucheos y el carácter del orador le hizo ir subiendo el tono. Acabó con la afirmación de que el transformismo de las especies y la evolución cósmica en general, no era una teoría científica, sino la Ciencia misma.
Le impugnó, en el acto, un catedrático de Medicina basándose no en otras ideas científicas, sino en la filosofía tomista.
La cosa no quedó ahí. Algunos estudiantes le enviaron violentas cartas de desafío, a las que probablemente contestó. Otros de sus estudiantes le acusan, también por escrito, de difundir doctrinas heréticas, le piden un libro de texto y se quejan de la abundancia de suspensos en su curso.
Augusto González Linares nación en Cabuérniga (Cantabria) en el seno de una familia carlista y religiosa. Se formó con los Escolapios y en el Instituto de Enseñanza Media de Santarder, con un brillante expediente. Cursó las carreras de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y Derecho, en la universidad de Valladolid. Conoció a Francisco Giner de los Ríos con quién, junto a otros intelectuales, acudió a escuchar al introductor del krausismo en España, Julián Sanz del Río; debido a que pasaron a compartir vestimenta y formas de comportamiento, fueron acusados de sectarios, fanáticos, corruptores de la juventud y panteístas por los neocatólicos.
En su casona de Cabuérniga, junto a Giner de los Ríos y Nicolás Salmerón nació la idea de la Institución Libre de Enseñanza, en donde figura como promotor y profesor. De esta singular manera, filosofía krausista, es decir positivismo filosófico, liberalismo progresista, laicismo, catolicismo liberal, republicanismo, desarrollo científico, materialismo y darvinismo se juntan en un entramado difícil de entender si no se conoce a fondo la idiosincrasia del desarrollo histórico social, político y el del pensamiento de la España decimonónica.
La difusión del darwinismo y la libertad de cátedra en España
Javier Puerto
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